Serpientes y escaleras - ¿Y los derechos humanos apá?

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - ¿Y los derechos humanos apá?

Una cosa son los derechos humanos y otra distinta son el abuso y los excesos.

 

¿Y los derechos humanos apá?

Por falta de acuerdos y sensibilidad la 54 legislatura de Morelos no ha designado al nuevo titular de la comisión estatal de Derechos Humanos. Van varios meses de retraso pero a los diputados no les corre prisa, porque además de incapacidad y ambición han demostrado falta de interés por los problemas del estado. Históricamente la CEDH ha sido botín político de los grupos, pieza de cambio entre partidos y espacio de control de la autoridad; en esta ocasión seguramente volverá a ocurrir lo mismo.

Independientemente de la persona que en algún momento definan los legisladores, vale la pena analizar el tema de los derechos humanos más allá de la óptica institucional y el discurso bobalicón de quienes por moda promueven lo “políticamente correcto”.

El respeto a los derechos humanos representan la lucha de mucha gente desde hace décadas, es una batalla que se ha dado en diferentes espacios, con peleas todos los días en las calles, frente a las autoridades y muchas veces contra algunos grupos conservadores de la sociedad.

Pero hablemos de una realidad que va más allá de los discursos oficiales y de quienes se envuelven en el lábaro humanista; veamos lo que está ocurriendo a una sociedad que por momentos lleva las cosas al extremo y pasa de un punto a otro sin mediar las consecuencias de sus actos. Explico:

En la lucha por los derechos humanos de todos, algunos han perdido el camino o entendido mal el objetivo; una cosa es el respeto a los derechos de las personas, de los grupos vulnerables, de los sectores más desprotegidos, de las víctimas de la violencia, de quienes piensan, creen o son diferentes… y otra distinta es utilizar los derechos humanos para abusar, para delinquir o para evadir la justicia.

En este punto los puritanos dirán que siempre será mejor excederse en materia de derechos que regresar a viejas prácticas que lastimaban la dignidad o la integridad de las personas. Tal vez para algunos estas faltas sean temas menores frente a un ambiente lleno de violencia, desigualdad y abusos. Pero ¿en serio vamos por buen camino?

Pensemos en los actos de rapiña que cometen de manera cotidiana muchas personas en todo el país cuando un camión se accidenta; revisemos la permanente toma de casetas de cobro por grupos que enarbolan distintos motivos y apelando a estas “causas” violan la ley y afectan a terceros con la complacencia de las autoridades.

Analicemos la manera como están actuando las nuevas generaciones: niños que ya no pueden ser reprendidos (ni verbalmente) por sus maestros no importa la falta que cometan, porque de hacerlo de inmediato acuden los padres, presentan denuncias y el profesor puede hasta perder su empleo. Y qué tal los casos en los que vemos a ciudadanos filmando sus agresiones a policías o militares y festejándolas en redes sociales, como si humillar a la autoridad fuera algo bueno.

Hay que pensar hacia dónde vamos por este camino y qué nos depara un futuro en donde las instituciones de la sociedad (no solamente del gobierno) han perdido respeto, dignidad y credibilidad. ¿Está bien que los estudiantes sean ahora quienes le marquen la pauta a los maestros? ¿Es correcto que quienes educan a las futuras generaciones de mexicanos no tengan la capacidad de llamarles la atención (como era antes) cuando actúan de manera equivocada, porque eso violenta sus derechos humanos? ¿Esos son los cambios que ha impulsado la lucha por la igualdad?

Lo que pasa con las instituciones de seguridad es igual de grave: lo ocurrido hace unas semanas en Michoacán llevó al límite la tolerancia de las fuerzas armadas; la humillación a nuestros soldados sentó un terrible precedente en la relación del ejército con la sociedad. Los militares fueron retenidos por delincuentes (no hay otra manera de llamarlos) para que les regresaran las armas que previamente les habían quitado; una de ellas era un fusil Barret M82 de alta potencia con mira telescópica, utilizada por las fuerzas especiales estadounidenses en las guerras y con capacidad de derribar un helicóptero. ¿Este tipo de armas usan los campesinos?

Los soldados recibieron la orden de no actuar: fueron capturados y retenidos porque no podían oponer resistencia y tuvieron que aguantar la vergüenza pública de una horda de delincuentes que, además, documentaron la vejación y obligaron a la Sedena a devolverles sus armas y sus municiones. Peor: después lo ocurrido el secretario de defensa nacional y el presidente de México aplaudieron que los soldados se dejaron golpear; ninguno de ellos se atrevió a criticar a los “campesinos”.

Este tipo de situaciones se han vuelto comunes en el México de hoy bajo la bandera de los derechos humanos. Los ciudadanos se han empoderado, pero en muchas ocasiones utilizan ese poder para agredir a la autoridad, para faltar a la ley, para violentar el estado de derecho o simplemente para humillar a las autoridades. Hacer videos burlándose de las autoridades y de las personas se ha convertido en un deporte en las “benditas redes sociales”.

Por supuesto que los derechos humanos ayudan a garantizar el respeto irrestricto a los ciudadanos, deben ser la luz que guíe la actuación de las autoridades y nos lleve de la mano como sociedad hacia un futuro mejor. Lo que no puede ser es que se abuse de los derechos humanos y se confunda el sentido, que se usen como un instrumento para agredir a los demás, para delinquir o simplemente como una manera de divertirse a costa de los otros.

El análisis de los derechos humanos tiene que hacerse en función de una realidad que tenemos a la vista, no sólo de un discurso que se pronuncia para quedar bien. Una cosa es la lucha en pro de la igualdad, del respeto, de la tolerancia, de la libertad de pensamiento, de las ideas, las creencias y las preferencias sexuales y otra muy distinta es que se banalice el tema al grado de transformar a nuestra sociedad en una comunidad de idiotas y abusivos

La lucha por los derechos humanos es histórica y su objetivo ha sido siempre construir un mundo mejor para todos; lo que ocurre en algunos casos en torno a los derechos sociales, ciudadanos y humanos es la perversión absoluta de la idea central, porque en lugar de mejorar las cosas, saca lo peor de nosotros, nos convierte en víctimas de nuestros abusos y destructores  de nuestras instituciones.

Pensémoslo con seriedad. Veámoslo más allá de lo políticamente correcto.

  • posdata

Revisemos otro ángulo de los Derechos Humanos: la impartición de justicia.

El respeto a los derechos humanos es parte fundamental de todos los procedimientos legales en nuestro país. El tema ha pasado del discurso a la letra de molde, está en la constitución mexicana y se ha agregado en prácticamente todas las leyes secundarias. Violentar los derechos humanos es muchas veces la razón de que los procedimientos se caigan y las acciones policiales no avancen.

Pero para muchos abogados, jueces y actores de poder los Derechos Humanos son el camino para liberar delincuentes y evadir la justicia. Cuántas y cuántas veces hemos visto o escuchado que los asesinos, los secuestradores, los extorsionadores, los violadores o los narcotraficantes recuperan su libertad porque la defensa supo utilizar los Derechos Humanos en su beneficio.

Muchas ocasiones la policía lleva a cabo operativos y sus elementos se arriesgan para detener a los delincuentes; cotidianamente sufren represalias por sus actos y algunas veces ellos o su familia pagan con su vida haber procedido contra los bandidos. Hay delincuentes que salen libres unas horas o días después porque los abogados alegan que no se respetó el debido proceso o se violaron sus derechos humanos. De nada sirve que la policía actúe, si los jueces liberan a los pillos.

Este tipo de situaciones se repiten una y otra vez, es una historia de nunca acabar que propicia el incremento de la impunidad y desalienta a los policías porque su esfuerzo y poner en riesgo su integridad muchas veces no sirve de nada.

Es tiempo de ir más allá del análisis simplón de los derechos humanos. En un momento tan complejo como el actual tenemos que observar la importancia de una causa muy valiosa e importante que se está utilizando mal.

  • nota

Luego de que la foto de un bache con tangas se viralizara, se difundiera en medios nacionales y se convirtiera en la nota principal del portal del Deforma, el alcalde de Cuernavaca pidió a los legisladores que regularan las publicaciones en las redes sociales y se les cobrara impuesto a los portales “para saber quién está detrás de las publicaciones”.

Don Antonio Villalobos se nota enfadado porque de un tiempo a la fecha se ha convertido en blanco permanente de ataques y críticas, porque ridiculizan su imagen y se burlan de las ocurrencias que él mismo coloca en redes sociales. Se ha convertido en el hazmerreir de la política morelense.

Nuestro pequeño edil ya no está contento con la manera que lo ve la gente, se escucha molesto porque se ha vuelto la burla de muchos y porque sus obras de alto impacto (limpiar una coladera y lavar una parte de la plancha del zócalo) no son apreciadas en su justa dimensión.

Tiene razón el señor presidente municipal: su tarea como jefe de gobierno en la capital de Morelos es cosa seria y no debe ser ridiculizada. El primer paso para que eso no suceda es que actúe como autoridad, que deje las poses de chavorruco, que se ponga a trabajar, que olvide las ocurrencias, que estudie y se prepare, que se rodee de un mejor equipo de trabajo, que ya no se pelee, que madure, que supere sus traumas personales, que defina un plan de gobierno, que se de a respetar y sobre todo que entienda que es presidente municipal y no un galán de telenovela.

Si no le gusta que se burlen de él, que no de motivos para que lo hagan.

  • post it

De último momento el gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo canceló su participación en un partido de futbol de veteranos a celebrarse el sábado en la Ciudad de México; lo canceló porque acudiría a la frontera norte del país con el presidente López Obrador y varios gobernadores a una manifestación pacífica masiva en contra de la aplicación de aranceles por parte del gobierno de los Estados Unidos.

El viernes por la noche el presidente Donald Trump dio marcha atrás a su decisión de aplicar un castigo arancelario luego de tres rondas de charlas entre funcionarios de ambos países. La manifestación por la dignidad no se canceló, simplemente se transformó en una celebración; todo había quedado resuelto luego de que nuestro súper canciller dialogó con su contraparte norteamericana… y aceptó todas y cada una las condiciones que le pusieron. ¡Que buen negociador es Marcelo Ebrard!

Ya sin motivo ni razón para manifestarse en la frontera, nuestro particular ídolo azteca volvió a desempacar los Concord y de un tuitazo canceló su viaje a Tijuana con el presidente, porque acudiría con la sub 50 a un partido de fútbol.

Así son los vaivenes de la política.

Un día te preparas para dar gritos y al otro terminas intentando meter goles.

  • redes sociales

¿Por qué lo hace? Me pregunta un amigo al enviarme la captura de pantalla de un posteo en Facebook del alcalde Antonio Villalobos donde se publica a si mismo sin camisa y planchando.

No tengo respuesta.

La personalidad del presidente municipal de la capital de Morelos es única (afortunadamente); detrás de sus publicaciones, su vestimenta, sus expresiones y su peculiar manera de hablar, escribir y comportarse hay algunos trastornos personales que se viralizan en redes sociales, casi siempre en contra de su imagen.

¿Por qué actúa así el Bobito Villalobos? Insisten.

No lo se.

Tal vez necesita ayuda profesional.

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