Serpientes y escaleras - Una nueva historia

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Una nueva historia

Lo importante no es quien ganó Cuernavaca, sino el resultado en el congreso.

 

Una nueva historia

Al momento de escribir esta columna no tenía los resultados sobre la elección dominical en Morelos, las encuestas identificaban al diputado Jorge Argüelles como el más probable ganador de las votaciones, aunque muchos tenían dudas del resultado final de la contienda. La de Cuernavaca fue la competencia más observada por lo que representa ganar la capital de cara a la sucesión, pero lo más importante para la gobernabilidad del estado durante la segunda mitad del sexenio es el congreso. Ahí todos coinciden: la próxima legislatura será de oposición.

Es viernes y estoy sentado frente a mi computadora adelantando mi columna, convencido de que pase lo que pase el domingo la historia política en Morelos será diferente: quienes respaldan la postulación del diputado Jorge Argüelles suponen que su triunfo en la capital representa la victoria más importante, lo único a lo que vale la pena ponerle atención en el proceso electoral del 2021; los que apoyan a José Luis Urióstegui confían en que lo que ha ocurrido en los últimos años en la elección intermedia se repetirá y veremos un resultado distinto.

La importancia de gobernar Cuernavaca está fuera de duda si lo vemos en función de lo que representa administrar la ciudad más importante del estado, el corazón económico, social y político de Morelos, en un periodo de gobierno que, además, impactará notablemente el proceso de sucesión. Gobernar la capital es sin duda importante para la clase política, porque quien este al frente de ella deberá ser considerado como un fuerte aspirante a suceder al gobernador Cuauhtémoc Blanco.

Pero frente este punto en particular está la conformación del poder legislativo local; aunque menos llamativos que el alcalde capitalino, los diputados tendrán en sus manos la gobernabilidad del estado y la posibilidad de enjuiciar al mandatario, como lo solicitan algunos grupos.

Al momento que leas esta columna, lectora lector queridos, ya sabremos el resultado de las elecciones y en manos de quien estará la conducción de la capital; también conoceremos, y eso es muy importante, de que manera quedó conformado el parlamento para los siguientes tres años.

En la carrera por Cuernavaca Jorge Argüelles siempre fue el candidato más fuerte por la rentabilidad electoral del Movimiento de Regeneración Nacional, pero en esta competencia nunca se vio a un candidato solitario que avanzara sin alguien que le hiciera sombra: al menos dos candidatos, José Luis Urióstegui y Sergio Estrada Cajigal siempre estuvieron en el imaginario colectivo como alternativas de gobierno.

De lo que nunca quedo duda, incluso antes de que arrancaran las campañas, es que la próxima legislatura sería diferente a la actual y contaría con un número importante de diputados opositores, algunos personalmente enfrentados con el gobernador y decididos a buscar su destitución por cualquier vía posible.

Precisamente por esto me parece fundamental que el gobierno haga un replanteamiento de su estrategia política, de su forma de dialogar con la oposición y la manera como se comunican con todos. Los tres primeros años del sexenio de Cuauhtémoc Blanco Bravo no han sido sencillos desde ningún ángulo, tanto él como su gobierno y el estado han vivido momentos de mucha tensión derivado de problemas que no se atendieron de manera correcta o que pudieron haberse anticipado. Los tres años que vienen serán aún más complicados.

La historia política de Morelos será distinta a partir de este lunes no importa el resultado que veamos en Cuernavaca; los riesgos políticos que enfrentará el mandatario no derivarán de la presidencia municipal de la capital, sino del congreso del estado. Si Jorge Argüelles gana la elección dominical, Cuauhtémoc Blanco tendrá un amigo en la ciudad; si gana José Luis Urióstegui el mandatario verá a un alcalde respetuoso que se dedicará a tratar de sacar adelante la ciudad sin contrapuntearse con el gobernador. En cualquier caso, lo que si veremos será una legislatura muy brava, altamente politizada, con la mira puesta en el proceso de sucesión y decidida a enjuiciar al mandatario lo antes posible.

Lo que veremos durante la segunda mitad del sexenio en Morelos va a ser diferente y eso obliga a todos, empezando por el gobernador, a hacer un replanteamiento de la manera como nos conducimos, a dar paso a una forma distinta de hacer política en donde los conflictos personales queden en segundo plano, sin interferir en la agenda del estado. Si el gobierno mantiene la misma estrategia las cosas van a ser muy difíciles para todos.

Vale decir que en este momento el cambio de actitud no solo es prudente, es indispensable para que la estabilidad política no se pierda y la situación no se complique más; el primer paso lo debe dar Cuauhtémoc Blanco, mostrando sensibilidad, humildad y deseo de superar cualquier discrepancia, al fin y al cabo se trata de diferencias políticas, no de conflictos personales.

Pongámoslo de esta manera: de la misma manera como el 10 del América se echaba en hombros a su equipo y muchas veces fue quien en los vestidores motivó a sus compañeros de la selección nacional en partidos mundialistas, ahora necesitamos ver al gobernador Cuauhtémoc Blanco tomando el liderazgo del estado, entendiendo que el partido se ha complicado y se requiere de un planteamiento diferente del equipo y de los jugadores.

Escribo esto dos días antes de que se instalen las urnas, sin conocer resultados ni tener a la vista algo distinto a lo que todos los ciudadanos tenemos a la vista; tengo dudas de quien ganará la capital, pero no me sorprendería que el triunfador fuera alguno de los dos candidatos que desde el primer día de campaña se han mantenido en la mente de la mayoría.

Lo que si tengo claro es que no hay manera de que el congreso local sea favorable al ejecutivo, porque aunque Morena vuelva a ser mayoría, como todo apunta, no tendrán la capacidad de controlar al parlamento ni el ánimo de ayudar a Cuauhtémoc Blanco, a menos de que éste recomponga su relación con ellos.

La historia política de la segunda mitad del sexenio en Morelos será distinta y puede ser mucho más compleja que lo que hemos visto hasta ahora si no hay un inmediato cambio de conducta y estrategia en el ejecutivo; la diferencia entre un escenario de guerra política y un ambiente de respeto entre instituciones dependerá en este momento de la actitud del gobernador frente al resultado de las elecciones.

Conciliar, será el nombre del juego en esta segunda mitad del sexenio.

                                                             

 

  • posdata

Tal como se esperaba, la dirigencia estatal del PRI inició formalmente el proceso de expulsión de las Maricelas, Sánchez y Velázquez; la primera por ser candidata a diputada plurinominal por otro partido (su partido) y la segunda por “abuso de confianza” y la comisión de un delito, al haberse “robado” (sic) una camioneta del PRI para dársela al candidato de Fuerza Morelos, Gerardo Gómez Borbolla.

El paso que ha dado Jonathan Márquez en contra de las Maricelas no es poca cosa, ni parece que se quedará en amago; el dirigente estatal priísta es amigo personal del líder nacional del PRI Alejandro Moreno y es obvio que no se atrevería a iniciar el procedimiento de expulsión de las Maricelas sin el consentimiento del CEN. En la mira de Jonathan está también, dicen, Guillermo del Valle.

Mari Chica ha dicho muchas veces que es amiga personal de “Alito”; lo mismo refiere de Bronto Fabio Beltrones y de Alejandro Murat, el gobernador de Oaxaca. Ahora que está sujeta a un proceso de expulsión veremos de que tamaño es la amistad de la priísta con estos personajes: si en verdad es cercana a ellos el proceso de expulsión que inició el dirigente en Morelos del PRI no va a proceder; en caso contrario estamos ante el final de un cacicazgo en el partido tricolor de Morelos, una época aciaga que provocó el hundimiento de esa institución.

Again: independientemente de los resultados electorales del domingo, si Jonathan Márquez expulsa a las Maricelas habrá entregado buenas cuentas a su militancia y podrá comenzar la reconstrucción de un partido sin cárteles internos, figuras que llevaban 20 años utilizando al PRI como herramienta para hacer dinero y vivir del erario.

  • nota

Tal vez me equivoque, pero no creo que el exgobernador Sergio Estrada Cajigal haya ganado la elección; a estas horas ya sabremos cuál es el resultado de las elecciones y que lugar ocuparon cada uno de los candidatos.

Hace muchos años que Estrada Cajigal estaba ausente de la vida pública, aunque tuvo algunas apariciones ocasionales cuando en el 2009 apoyó al PRI, en el 2012 cuando se le pegó a Amado Orihuela y luego en el 2017 cuando se le veía muy pegado a Cuauhtémoc Blanco.

Su regreso a la política no fue espectacular, fue a través de un partido nuevo que, se dice, lo contrató para competir y para hacerle el juego sucio a otro candidato; su campaña fue de ocurrencias, pero no podía esperarse nada distinto porque el equipo que le asesoró fue el mismo que lo hizo fracasar como gobernador y su coordinador de campaña fue un hombre mayor que llevaba más de 20 años sin participar en un proceso electoral.

A menos que ganara la elección, la reaparición de Sergio Estrada Cajigal no puede considerarse más que como un fracaso; más arrugado, canoso y gordo, el exmandatario demostró que los años no le ayudaron a madurar, ni que el tiempo desde que dejó la gubernatura le sirvieron para aprender de sus errores. El Sergio Estrada de esta campaña es el mismo Sergio Estrada gobernador: torpe, frívolo, inculto y ególatra.

Pasada la elección hay que esperar a que muestre las pruebas que dijo tener contra José Luis Urióstegui por estar coludido con delincuentes. Este hecho, por cierto, representó un punto clave de su campaña, porque por esos dichos comenzó a bajar su popularidad y su credibilidad. Sergio Estrada Cajigal supuso que todo mundo tiene su misma capacidad neuronal y olvidó que ante esa acusación la pregunta natural sería ¿Si tenía las pruebas de que Urióstegui estaba coludido con delincuentes por qué no lo metió a la cárcel?

Seguramente no lo sabe, pero cuando una autoridad conoce de la comisión de un delito y no lo denuncia también comete un delito, se llama encubrimiento.

Sergio Estrada Cajigal jugó un penoso y muy triste papel en esta contienda, aunque conociendo el tamaño de su ego no descartemos que en septiembre se postule para reina de las fiestas patrias.

  • post it

Desde que existe mi columna siempre escribo la tarde-noche del día de la elección; comúnmente me espero hasta conocer los resultados o al menos hasta tener a la mano algunas tendencias. Esta contienda ha sido la más atípica de todas y por mi parte no podía ser diferente, por eso la escribí dos días antes.

Como muchos estaré atento al proceso electoral, cumpliré con mi deber ciudadano de acudir a sufragar y también haré el llamado a los míos para que lo hagan, por quien quieran, pero de manera responsable, pensando en lo que más nos conviene a todos.

Por supuesto podría esperar hasta más tarde para escribir estas líneas, como ha sucedido en las elecciones de las cuales he escrito desde 1997; hoy sin embargo, prefiero adelantarme y ser un observador más de una elección diferente, con muchos partidos, histórica por el número de contendientes y enorme por la cantidad de cargos en disputa. El miércoles ya hablaremos de los resultados.

Hace algunos meses charlando con el operador de un candidato le escuche decir que habían estudiado muy bien a los morelenses, que conocían nuestro comportamiento y tenían bien identificada nuestra manera de actuar; todo su análisis se resumía en una frase “por un pollo y cien pesos los morelenses hacen lo que quieras”.

Hoy ya sabremos si esa es la realidad de nuestra gente.

  • redes sociales

¿Votamos bien o nos apendejamos todos?

Comentarios para una columna optimista: eolopacheco@elregional.com.mx

Twitter: @eolopacheco

Facebook: Eolopachecomx

Instagram: eolopachecomx