Serpientes y escaleras - Un día después

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Un día después

Pasó la marcha por la paz. ¿Ahora qué sigue?

 

Un día después

Transcurrió la Marcha por la paz y su quinta edición superó en asistencia a las cuatro caminatas anteriores. Nuevamente la gente respondió al llamado de la iglesia católica y vestidos de blanco miles de ciudadanos avanzaron en silencio por diversas calles de la capital para escuchar el mensaje del obispo de Cuernavaca. “No es una caminata contra ningún gobierno, es un grito de justicia” dijo Ramón Castro.

Desde muy temprano miles de personas comenzaron a llegar a los puntos de reunión, lo hacían por sus propios medios, con buen ánimo y la esperanza de que una oración ayudaría a mejorar las cosas en el estado. Unas horas antes el gobernador Cuauhtémoc Blanco había anunciado que no participaría en la marcha para no caer en confrontaciones, ni generar estridencia.

El ambiente previo a la caminata no fue el mejor para nadie: la delincuencia en el estado y en el país está fuera de control y esa misma mañana, mientras la gente se preparaba para orar masivamente por la paz, en seis puntos de la autopista del Sol dejaron los restos de una persona descuartizada. Fue el ejecutado número 638 en Morelos en 5 meses del violentísimo 2019.

Muchos asistentes esperaban que el mensaje del Obispo de Cuernavaca fuera contra el gobierno, que retomara las cifras de la violencia, cuestionara la estrategia de seguridad estatal y reclamara con firmeza a las autoridades por la falta de resultados. Había razones para creerlo así: en las últimas semanas Ramón Castro había alzado la voz y dicho que hoy estábamos peor que antes en materia de seguridad y que el plan para combatir a la delincuencia no daba resultados.

Pero contra todos los pronósticos el mensaje del jefe de la iglesia católica fue en sentido opuesto:  “Esta caminata no es contra ningún gobierno, no es contra ningún partido político, nuestro caminar es un grito legítimo por la justicia y por la paz, no podemos seguir viviendo así, no podemos callar, nuestro caminar y nuestra oración es un gesto solidario, es un abrazo fraterno a todos aquellos y aquellas que han sido tocados por la tragedia del dolor y de la muerte. En cada una de nuestras parroquias hay historias de dolor contadas en primera persona, este gesto es una manera de acompañarlos en su sufrimiento”

Por quinta ocasión los ciudadanos respondieron al llamado de la iglesia, lo hicieron convencidos de que manifestarse es una manera de generar presión a las autoridades, es una forma de mostrar el deseo colectivo de paz y quizá, hasta podría ablandar los corazones de quienes cometen crímenes. En la mente de la sociedad estaba clara la importancia de marchar, pero pocos (quizá nadie) sabe qué hay que hacer después de la marcha.

Los datos que proporcionó el obispo Ramón Castro en su mensaje son reveladores:

“Resulta verdaderamente alarmante el avance del llamado derecho de piso: hay municipios en donde el 75 por ciento de aquellos que tienen algún comercio pagan derecho de piso, bandas criminales que atacan si no se paga este derecho de piso y hay 18 municipios cuyos presidentes municipales pagan derecho de piso. ¿Y saben cuánto pagan? De 100 a 500 mil pesos mensuales a las bandas criminales, porque muchos de ellos hicieron un acuerdo y les pagaron su campaña. A muchos los obligan y no denuncian; y no denuncian porque están amenazados ellos o su familia, ¿qué puede hacer aquella pobre señora que vende tlacoyos en Cuautla o que vende acorazados en Cuernavaca, frente a quienes les cobran derecho de piso?”

Ante el ambiente de violencia que azota al pueblo de Dios, sea en México o en Morelos, no podemos cerrar los ojos y no puede pasar desapercibido, dice Ramón Castro. “Nuestro dolor ya no puede ser retenido en la impotencia de vernos como espectadores de la tragedia, la realidad sufriente de nuestro pueblo nos exige sin lugar a dudas, una actitud corresponsable de esta realidad que enfrentamos”

Y detalla esa realidad:

Hoy uno de cada tres adultos es víctima de un delito en México, así de grande, así de pesado; uno de cada tres es víctima de algún delito, además de que quienes cometen esos delitos, apenas un pequeño número es llevado a la justicia y todavía es más pequeño quien recibe una sentencia. En el 2018 el índice global de impunidad fue del 95 por ciento en México, algo verdaderamente inaudito; “ante esta hecatombe de violencia no podemos llenarnos de temor, aunque sea una realidad complicada se requiere una iglesia profética”

Según datos oficiales del gobierno federal, dijo el obispo en su mensaje, en los cuatro primeros meses de este año en Morelos se registraron 14 mil 479 delitos: homicidios, feminicidios, secuestros, robos, daños patrimoniales… Pero la cifra negra de los delitos que no se denuncian supera el 90 por ciento. “Vivimos una incomprensible impunidad que se caracteriza por un desacierto para imponer el estado de derecho, prevenir los delitos e impartir justicia”.

Sorpresivamente para todos el jefe de la iglesia católica evitó responsabilizar directamente al gobernador Cuauhtémoc Blanco: “No podemos descargar todo el peso de la responsabilidad en una sola persona o una sola institución, todos estamos llamados a ser corresponsables. Les invito que crezcamos en la conducta de la denuncia, al menos anónima porque tenemos miedo, pero anónimamente vayamos anunciando que hemos perdido el miedo a denunciar”.

Igual de sorpresivo fue el mensaje que al final envió a los cárteles delictivos que operan en Morelos: “Hago un llamado a los principales cárteles que operan en Morelos: a ustedes Jalisco Nueva Generación, a ustedes Los Rojos, a la Familia Michoacana, a los Tlahuicas, a los Mayas, que son las principales bandas y tantas otras; ustedes también son hijos de Dios y a pesar de todo el señor los ama. Nunca es tarde para rectificar y convertirse”.

“Violencia engendra violencia y sus luchas por el territorio, por la distribución de droga, el lavado de dinero y el tráfico de armas, no afecta solo a la sociedad, afecta a sus hijos, afecta a sus hermanos y hermanas, a sus padres; por amor a ellos, por temor de Dios, conviértanse, nunca es tarde, siempre es posible“

Las marcha concluyó con sentimientos encontrados entre los asistentes; muchos esperaban que el mensaje del obispo fuera contra el gobierno, como en años anteriores, que el jefe de la iglesia católica hiciera suyo el sentir popular y aprovechara el acto para exponer con toda claridad el problema, para exigir resultados inmediatos a las autoridades, para reclamar puntualmente a las autoridades y para marcar un parteaguas en esta difícil situación que agobia al estado. No fue así.

A pesar de que el discurso de Ramón Castro manejó con claridad las cifras, para muchos faltó ese toque directo contra la falta de acción gubernamental, contra la ausencia de resultados, contra la actitud del gobernador y contra quienes tienen la obligación de brindar seguridad y evidentemente han fallado.

El mensaje del Obispo de Cuernavaca no fue malo: recapituló bien los temas y detalló las circunstancias; no maquilló cifras ni falseó datos, pero el hecho que cuidara la figura del gobernador provocó enfado en una grey que le sigue, le respeta, pero también le reclama. Después de esto quizá el liderazgo del Obispo disminuya.

La marcha fue exitosa en número y por el contenido del mensaje del obispo, pero no va más allá. El llamado de la sociedad a las autoridades está en las palabras de Ramón Castro y en la presencia multitudinaria de personas que rechazan la violencia y exigen paz; pero hasta ahora ninguna marcha ha logrado cambiar este tipo de cosas en ningún aspecto.

Toca el turno de responder al gobierno: si no hay un cambio de actitud y sobre todo una mejoría en la situación, las marchas dejarán de ser silenciosas.

  • posdata

Primero anunció que acudiría a la marcha; lo haría como en ocasiones anteriores en calidad de ciudadano, no de gobernador, “porque no es una marcha contra el gobierno, sino contra la inseguridad”.

El anuncio de Cuauhtémoc Blanco a mitad de semana tomó a todos por sorpresa, empezando por el Obispo de Cuernavaca Ramón Castro, quien casi de inmediato publicó un mensaje en su cuenta personal de Twitter señalando que si bien a nadie se le podía negar el derecho de participar, “No se puede ser juez y parte”.

El día siguiente (jueves) fue el jefe de la gubernatura quien retomó el tema a pregunta expresa de la prensa; visiblemente molesto José Manuel Sanz encaró a una reportera y reiteró que el gobernador acudiría a la quinta caminata por la paz porque se trataba de un llamado generalizado por la paz, no un movimiento en contra de un gobierno en particular.

El viernes al medio día el gobierno estatal comunicó que el jefe del ejecutivo no acudiría a la marcha; replanteaba su decisión inicial porque habían recibido amenazas de grupos antagónicos y ante la posibilidad de ser agredido, lo cual desvirtuaría por completo la esencia de la caminata. “Es mejor mantener la prudencia antes que la estridencia con su eventual asistencia”.

La decisión tomada por el mandatario morelense fue correcta: no había manera de que las cosas salieran bien para él si acudía a la marcha, pues aunque formalmente no se trató de una manifestación en su contra, para todos queda claro que este tipo de expresiones son un reclamo de la sociedad a sus gobiernos.

Haber acudido pudo generar un ambiente tenso durante la marcha y escenarios sumamente complicados para el gobernador y su equipo; el tema de la inseguridad está a flor de piel en los ciudadanos y su presencia pudo desencadenar reacciones adversas de parte de quienes han padecido directamente los embates de los grupos delictivos y culpan a las autoridades.

Más aún: de acudir, Cuauhtémoc Blanco habría tenido que ir solo, sin escoltas, lo cual lo expondría a cualquier tipo de agresión física o verbal no sólo de quienes espontáneamente acudirían a la caminata, sino de actores políticos que habrían aprovechado su presencia para generar un escenario de crisis que pegaría muy fuerte a su administración.

Cancelar su participación en la marcha fue una decisión prudente del gobernador. Brindar las facilidades para que el acto se llevara a cabo, no boicotearlo como sucedió en el pasado y ser receptivo a lo que ahí se expresó fue una buena reacción de su gobierno.

Lo importante ahora es saber qué hará Cuauhtémoc Blanco con este tema una vez que la marcha ha pasado.

  • nota

Con Jorge Morales Barud las constructoras se dieron vuelo talando árboles a diestra y siniestra, sin tomar en cuenta que al hacerlo dañaran el ecosistema del Valle de Cuernavaca.

Con Cuauhtémoc Blanco la historia se repitió y seguimos viendo como grandes árboles caían para que en su lugar aparecieran negocios o simplemente para que se observara mejor el letrero de alguna gran tienda de autoservicios.

Con Antonio Villalobos las cosas no han cambiado: sigue la tala indiscriminada con el aval de una administración que le pone precio a todo.

Pobre Cuernavaca. Pobre Morelos.

  • post it

Las de ayer, quizá, sean las últimas elecciones gubernamentales que Morena gana con absoluta facilidad frente a sus adversarios. El desgaste de Morena y sus representantes comienza a ser visible y se nutre con los conflictos que derivan de la forma como ejerce el poder el presidente de México.

En las elecciones del 2021 probablemente Morena volverá a alzarse como la primera fuerza electoral en el país y mantendrá la mayoría en la cámara federal, pero es muy difícil que el votante le conceda otra vez el control absoluto de las instituciones. Creo que ahora el ciudadano buscará equilibrios.

Nos dijeron que el voto en cascada serviría para transformar al país y para que las cosas mejoraran para todos. Lo que vemos no es lo que nos prometieron.

  • redes sociales

Benditas redes sociales: tanto que querían a López Obrador como candidato y tan duro que lo tunden ahora como gobernante.

… Y luego él que no se ayuda.  

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