Serpientes y escaleras - Reactivación económica

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Reactivación económica

¿Cómo vamos a sacar al buey de la barranca?

 

Reactivación económica

De manera insistente las autoridades de los tres niveles de gobierno insisten en la necesidad de aislarse para frenar la velocidad de transmisión del covid-19 e intentar romper la cadena de contagio; en todo el país se han tomado decisiones duras, pero necesarias, como el cierre de escuelas, comercios y empresas, la reducción en la operación de las instituciones y el confinamiento generalizado. El primer reto es parar todo; el segundo será volver a echarlo a andar.

El mundo vive momentos muy difíciles como consecuencia de la propagación del coronavirus; la aparición de esta enfermedad en diciembre del año pasado en China y su rápida propagación por todo el mundo ha provocado hasta el momento más de 2.1 millones de personas contagiadas y casi 545 mil muertes.

Ante la falta de una cura contra este mal, la Organización Mundial de la Salud recomienda el aislamiento generalizado y el distanciamiento entre personas. Para que este mecanismo funcione fue necesario que el mundo se detuviera (literalmente), que prácticamente todas las actividades públicas se suspendieran y que de manera global cambiáramos nuestros hábitos.

Aplicar estas medidas no ha sido fácil, empezando porque casi todos los gobiernos retardaron la toma de decisiones. Y se entiende: poner a la población en cuarentena lleva implícito un freno casi total de la economía, lo cual representa un golpe muy severo a todas las naciones.

Pero lo que estamos viendo en el mundo es una doble crisis conjugada a manera de tormenta perfecta: por un lado el covid-19, cuyas medidas preventivas implican una suspensión generalizada de la actividad económica en el mundo entero; por otro la guerra petrolera, que apareció al mismo tiempo que el coronavirus y cuyos efectos, combinados con la pandemia, han causado una recesión global cuyas consecuencias tardará varios años superar.

Pero ubiquémonos en Morelos:

La suspensión generalizada de la actividad económica local provoca lo mismo que en el resto del planeta: una recesión cuyas consecuencias inmediatas son el cierre de negocios y la pérdida de empleos. En la tierra de Zapata apenas llevamos unas semanas de cuarentena y los efectos ya se notan: hay negocios que ya bajaron sus cortinas definitivamente, personas que fueron despedidas desde hace varios días y mucha gente desesperada porque no sabe qué va a pasar.

Enfrentamos una doble crisis que conlleva, además, una enorme incertidumbre, porque nadie sabe cuánto exactamente durará esta situación, ni en que momento podremos regresar a la normalidad. Las autoridades de salud han marcado algunas fechas tentativas en el mes de mayo, pero que se cumplan esos plazos depende de lo que hagamos ahora, es decir, que el confinamiento sea efectivo y la curva de enfermos se aplane.

Entre el confinamiento, la crisis económica y la incertidumbre sobre el futuro, la mayoría de los sectores productivos han entrado a una fase de recesión que les impide tomar decisiones de largo plazo, que los obliga a ejercer una administración distinta y hacer más eficiente el manejo de sus recursos. Digámoslo de otra manera: como nadie sabe cuándo se normalizarán las cosas y no existe un plan de apoyo para nadie, lo que procede es el “enconchamiento”, es decir, que cada uno se proteja con lo que tiene y busque aguantar el mayor tiempo posible con la menor cantidad de dinero.

Y es que a diferencia de lo que ocurre en otros países, donde los gobiernos federales han aplicado medidas emergentes para ayudar con créditos blandos, apoyos directos y facilidades fiscales, en México ocurre lo contrario: las medidas anunciadas hace una semana por el presidente López Obrador no contemplan ninguna flexibilización fiscal, ni tampoco ayuda a los sectores productivos, todo se concentra en adelantar las becas que existen para adultos mayores y ninis, sin pensar que eso no ayudará a la reactivación económica y a la vuelta del tiempo (porque solo es un “adelanto”), meterá en problemas a los propios beneficiarios.

Ante esa situación algunos estados han comenzado a tomar sus propias medidas: en Morelos el gobernador Cuauhtémoc Blanco anunció hace un par de semanas un fondo especial de ayuda con créditos de 100 mil pesos para micro y pequeñas empresas y el secretario de hacienda habló de buscar recursos extraordinarios de la federación para hacer frente a la crisis.

Recientemente el mandatario hizo un llamado general a un gran acuerdo que denominó Pacto Morelos, cuyo fin es sumar fuerzas en un mismo sentido, hacer de lado (al menos de manera momentánea) las diferencias políticas y personales para buscar de manera conjunta una solución integral al enorme reto que todos tenemos enfrente.

Los diputados y varias cámaras empresariales ya respondieron a esta oferta, pero piden que de esa mesa salgan medidas tangibles para ayudar a los sectores. Obvio: si se tratase solo de una reunión para la foto, sin entrarle de lleno al problema ni tomar decisiones, el Pacto Morelos no servirá de nada.

Pero para que los acuerdos se alcancen y los objetivos se logren, lo primero que todos los que ahí participen deberán tener claro el panorama general y los caminos que se pueden seguir. Pedir dinero es muy sencillo, lo mismo que hablar en un discurso político de un ajuste presupuestal o la “reorientación del dinero”; es fácil cuando se trata de saliva sin entrarle de lleno a los números y sobre todo, cuando no se entiende qué hay detrás de cada peso invertido.

Digámoslo de manera coloquial: la sábana (financieramente hablando) que nos cubre a todos como estado es la misma y cuando se jala de un lado se deja sin protección al otro; decir que se quite dinero de cualquier rubro tiene repercusiones y no es sencillo, sobre todo cuando se sabe que se requieren muchos millones de pesos que, aún si ajustaran las cuentas, no resolverían el problema que enfrentamos.

El punto para reflexionar en este momento es que nadie estaba preparado para la pandemia: antes de apareciera el coronavirus, los gobiernos morelenses ya enfrentaban una severa crisis financiera y ajustaban al máximo sus recursos; la contingencia simplemente agravó la situación y colocó a todos contra la pared, con ganas de hacer muchas cosas, pero sin dinero para llevarlas a cabo.

Eso es lo que todos debemos tener claro al momento de buscar opciones; si pensamos que la solución a los problemas vendrá solo del gobierno nos vamos a topar con pared, porque las finanzas estatales no pueden cargar con la crisis. El Pacto Morelos puede ser el punto que inicie una discusión seria sobre la manera de reactivar nuevamente la economía, pero eso implica que en ella participen las áreas técnicas de la autoridad y los sectores productivos, para que juntos analicen la situación y encuentren un camino viable para resolver los problemas.

Tengamos claro que el gobierno federal no va a ayudar a Morelos, como no lo hará con ninguna otra entidad federativa, también que la Secretaría de Hacienda no flexibilizará su posición ni dejará de cobrar impuestos, porque requiere dinero para fondear las ocurrencias del presidente.

Debemos tener claro que estamos solos; a partir de ello hagamos planes, analicemos escenarios y busquemos soluciones. Una idea que se puede poner en la mesa, por decir algo, es que el gobierno estatal y los municipales al igual que los otros dos poderes del estado realicen todas sus compras con proveedores y empresas locales, para que se fomente la economía local.

Resolver un problema tan serio como este no es sencillo; primero debemos entender la gravedad de la situación sanitaria y cumplir hasta donde nos sea posible con las medidas de sanidad que recomiendan las autoridades de salud. Luego viene el problema económico que comienza con la subsistencia diaria y que se prolongará hasta mucho después de que el gobierno levante las restricciones de movilidad y convivencia.

El gobierno es de manera natural un motor muy importante de la economía local; si no tiene dinero suficiente para apoyar a todos en este momento de crisis, lo que si puede hacer (hoy y siempre) es invertir su gasto en la gente de aquí.

Ese puede ser un primer paso.

  • posdata

La semana que transcurre ha sido buena para las autoridades de seguridad del estado; primero detuvieron al “Crispín”, presunto cabecilla de Guerreros Unidos y uno de los aliados más fuertes del cártel Jalisco Nueva Generación. A este personaje las autoridades atribuyen gran parte de los hechos de violencia que se han registrado en la zona metropolitana y en el sur del estado.

Al CJNG lo consideran un grupo sumamente violento, con fuerza y presencia en varios puntos de la entidad. La captura de Crispín “N” y otras tres personas se dio sin uso de fuerza sin enfrentamientos, en colaboración entre autoridades estatales y federales y basados, dijeron, en labores de inteligencia.

Dos días después el gobierno estatal dio un nuevo golpe con la detención de seis miembros del grupo criminal conocido como Los Colombianos y su presunto cabecilla, José Arturo “N” alias el Maytuli, identificado como el líder principal de la organización conocida como Frank XL. El Maytuli, dice la CES, está relacionado con mensajes y amenazas entre grupos delictivos y estaba considerado uno de los objetivos principales de la Mesa Estatal de Coordinación para la Construcción de la Paz.

La detención de estos hombres puede ser determinante para la estabilidad social de la entidad, ambos, según lo detallan las autoridades, representaban una fuerte amenaza para la tranquilidad de los ciudadanos, se les asocia con innumerables acciones ilícitas, encabezan grupos criminales muy fuertes y violentos y son causantes del baño de sangre en la zona metropolitana y sur de la entidad.

Por supuesto que estas dos detenciones no resuelven todo el problema, pero sin duda implican una muy importante acción que debilita a los grupos criminales. Haberlos detenido sin uso de fuerza, sin enfrentamientos ni daños colaterales, quiere decir que ahora sí hubo labores de inteligencia.

Veremos si estos mismos métodos se siguen aplicando en otros casos para mermar de una vez por todas la enorme fuerza que tienen los cárteles en la entidad.

  • nota

Jojutla, Jiutepec y Cuernavaca son municipios que han entendido la grave situación que vivimos y trabajan para aminorar el golpe socioeconómico. Los alcaldes de estas localidades alzan la voz y piden ayuda al estado, pero en paralelo operan con lo que tienen a la mano para ayudar a sus habitantes.

En el sur Juan Ángel Flores Bustamente ha implementado una serie de acciones que favorecen al comercio y a las clases sociales más desprotegidas, dialoga con el sector productivo y refuerza los trabajos de prevención y vigilancia para tener un municipio seguro.

En Jiutepec Rafael Reyes ha garantizado el suministro de agua potable para todos, entendiendo que el vital líquido es parte fundamental de la estrategia de sanidad que busca detener la cadena de contagios. Rafa se nota preocupado por la crisis financiera municipal, pero toma decisiones internas que ayudan a que el gobierno no colapse y los servicios no se suspendan.

La capital es el municipio que más seriamente ha tomado el tema del covid-19; aquí el alcalde Antonio Villalobos conformó un grupo multidisciplinario de empresarios, ciudadanos, investigadores y especialistas que de forma conjunta toman decisiones sobre la situación; en este núcleo se determinó el cierre de negocios (antes de que el gobierno federal y estatal lo ordenara) y recientemente el uso de cubre bocas.

Ante la falta de acompañamiento federal, los gobiernos de todo el país tienen que definir sus propios caminos con sus propios recursos y bajo su propia lógica. Si el Pacto Morelos se concreta, ese espacio podría servir de guía a otros municipios que hasta ahora no han hecho nada, porque sus titulares simplemente no entienden la gravedad del problema.

  • post it

Siguen las agresiones contra personal médico y del sector salud; lo que parecía ser un hecho aislado (el intento de pobladores de Axochiapan de quemar un hospital) se transforma en una imbecilidad colectiva que no tiene justificación ni argumentos.

Una cosa es el miedo a lo desconocido y otra muy distinta es actuar como pendejos.

  • redes sociales

Las conexiones a internet fallan en tiempos de cuarentena.

- “Es por el virus” me dice una malhumorada empleada de Izzi.

- ¿Por el virus? ¿Ya se infectó la red?

- No sea buey, es por la pandemia…

- ¡Olovorgo! ¿Y cómo es eso?

- Pues por el coronavirus; insiste mi hosca interlocutora sin atinar a explicarme que la conexión puede estar saturada.

Consejo: si su película o serie de televisión predilecta no jala y se sienten aburridos, ¡Llamen a Izzi y platiquen con alguno de sus múltiples empleados! No les van a resolver el problema, pero se van a entretener un buen rato.

Comentarios para una columna sonriente.

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