Serpientes y escaleras - Entre la violencia y la impunidad

En opinion de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Entre la violencia y la impunidad

Ni cárcel a los corruptos, ni paz para los ciudadanos.

 

Entre la violencia y la impunidad

Desde hace varias semanas, ciudadanos y columnistas locales y nacionales han analizado el problema delictivo en Morelos y en el resto del país; el tema ha escalado y la violencia se ha convertido en un asunto que llama la atención de todos, por la manera como se cometen los crímenes y los nombres de algunas de las víctimas. En este punto hay quienes hablan de la incapacidad del gobierno federal para enfrentar a los criminales, otros señalan la incapacidad de algunos gobernadores y algunos más dicen que en Morelos matar a alguien es sencillo y barato, porque la muerte tiene permiso para actuar. Desde cualquier punto de vista el panorama es desolador.

Desde hace meses la narrativa en el estado y en el país es delictiva y no hay forma de salirse de ella. Aunque se trate de hablar de otros temas y se quiera observar que pasa más allá de la nota roja, la realidad nos obliga a todos a poner atención en lo que está ocurriendo. No hay manera evadirse, cada día hay un hecho violento que lamentar.

Lo que tiene enfrente Cuauhtémoc Blanco como gobernador de Morelos es un problema mayor, un monstruo de mil cabezas contra el que ha aceptado públicamente no tener la fuerza ni los recursos para pelear. Es una historia de inicio triste y final trágico: el sexenio se ha manchado de sangre y lo que los ciudadanos tienen a la vista es una oleada delictiva como nunca antes habíamos visto.

Este problema es tan grave que ha opacado la principal demanda que tuvo el ex seleccionado nacional en su campaña: justicia. Son tan fuertes los embates del crimen, que la petición de encarcelar a Graco y a sus secuaces ha quedado en segundo término, porque el ciudadano ya no cree que esa promesa se vaya a cumplir.

Inconscientemente los temas se mezclan en la mente de la opinión pública: la escalada delictiva y la ola de violencia se combina con la decepción que provoca la impunidad con la que se mueven los ladrones del pasado reciente. El resultado es una mezcla peligrosa: el odio personal de la gente contra Graco Ramírez se está convirtiendo en enojo institucional contra Cuauhtémoc Blanco.

La federación ha sido muy clara con el gobernador de Morelos: no habrá ayuda federal para combatir a los grupos criminales; la gobernabilidad y la seguridad son asuntos que debe atender el gobierno estatal con sus propios recursos.

Con esta posición el panorama se complica, porque a la falta de estructura y personal para dar la batalla se añade un malestar colectivo que limita la fuerza del estado y convierte a la opinión pública en un enemigo permanente de las acciones de gobierno. Personalmente no se si el arribo de fuerzas federales resuelva la ola de violencia, pero tengo claro que sin su ayuda la lucha es mucho más difícil.

Algo tiene que hacer Cuauhtémoc Blanco ante una situación tan compleja como la que tiene enfrente; algo que sea contundente y que sea rápido, que le ayude a contener los embates criminales y el derramamiento de sangre, pero que también le permita recuperar la confianza perdida en estos meses; además debe ser algo que pueda hacer con sus propios recursos, porque tiene claro (espero) que la federación no va a ayudar a Morelos a combatir a los grupos delictivos ni a los cárteles de la droga; no al menos en el corto plazo.

El problema delictivo en el país y en el estado es mayor y de largo plazo; las oleadas de violencia están presentes en Morelos y en todo México, empezando por la capital de la república. Ya sea porque se trata de gobiernos nuevos, porque hay mano negra agitando las aguas o por la incapacidad de sus titulares, pero en Veracruz, Morelos y la Ciudad de México las cosas están que arden.

En la tierra de Zapara hay un aspecto que agrava la situación: la gente está molesta por todos los abusos que se cometieron en el pasado reciente, se sienten agraviados por la prostitución de las instituciones y están profundamente resentidos con una clase política que ha sido cómplice de robo institucional de los últimos seis años.

El voto por Andrés Manuel López Obrador, por Morena y por Cuauhtémoc Blanco está directamente ligado a esa situación: el tabasqueño representó la esperanza de millones de ciudadanos que estaban hartos de los abusos, que querían un cambio, pero sobre todo que estaban deseosos de justicia. El principal argumento de campaña de AMLO fue combatir frontalmente la corrupción y poner el ejemplo de una administración honesta y eficiente. Por el bien de México, primero los pobres, era su lema de campaña.

EPara ganar en Morelos, Cuauhtémoc Blanco simplemente repitió la estrategia y prácticamente sin discurso y con una única propuesta (cárcel a Graco) el futbolista se convirtió en el cuarto gobernador del nuevo milenio. Hacer justicia, castigar a los ladrones y hacerlos que devolvieran lo robado, fue una oferta que gustó y casi nadie pudo rechazar.

Esas promesas de campaña son ahora una gran carga para las nuevas autoridades; a nivel nacional López Obrador dijo que no va a perseguir a nadie y que los pecados de corrupción del pasado habían sido perdonados; en Morelos Cuauhtémoc Blanco elevó la apuesta: reiteró que Graco iría a la cárcel de la mano de su hijastro, su esposa, su hijo y sus aliados. Su cancerbero anticorrupción Gerardo Becerra, por su lado, también se encargo de calentar el ambiente e insistir que habrá justicia. Pero hasta ahora no ha pasado nada.

Los dos temas están en la agenda estatal y acaparan la atención ciudadana; la violencia está fuera de control: Morelos vive el momento más sangriento de su historia y la actuación de los grupos delictivos ya hasta parece un reto permanente a la autoridad. Aunado a ello está el tema de la justicia: los encargados del área jurídica y anticorrupción del nuevo gobierno no han podido armar un solo expediente sólido contra los graquistas y esto se traduce en impunidad y enojo popular.

Si Cuauhtémoc Blanco no es capaz de resolver en el corto plazo el problema de inseguridad y brindar paz a la ciudadanía del estado que gobierna, la única opción que le queda para paliar el malestar colectivo es actuar de manera contundente contra la corrupción y llevar a proceso a los ladrones del pasado.

Pero si ni de eso es capaz el nuevo gobierno, las cosas se le van a seguir complicando al gobernador y poco a poco las voces en su contra se multiplicarán.

Véanlo de esta forma: Qué escuchan más ahora ¿Cárcel a Graco? O ¿Que renuncie Cuauhtémoc?

  • posdata

El alcalde Antonio Villalobos anda en campaña; la que no hizo durante las elecciones del 2018 (porque llego de rebote), la hace ahora bajo el auspicio del municipio y la conducción política de Erick Yair Salgado, el ex primer espada de Manuel Martínez Garrigós.

Así las cosas es común ver al edil emulando al líder de los vengadores, copiando el corte de barba de Iron man o enfundado en una camisa norteña muy parecida a la que utiliza Aurelio Casillas, el personaje principal de una narco serie. ¿Y qué decir de su ocurrencia de ir a lavar la plancha del zócalo en chanclas y camisa de manga larga? ¿O su asistencia a una función de lucha libre vestido con un pantalón de cuero estilo Village People?

Es evidente que al alcalde lo han convencido de que es una revelación política y un serio aspirante a suceder en el cargo a Cuauhtémoc Blanco, no tengo duda de que su consultor político lo orienta en todo momento, igual que lo hizo con Manuel Martínez Garrigós y lo hace creer que no sólo es popular, también inteligente y guapo. ¡Eres el trasero de Morelos! Seguramente le dirá al oído.

El problema es que aún falta mucho para las próximas elecciones y antes de que eso suceda (y al Bobito lo consideren para un cargo) es necesario que cumpla con el deber y la responsabilidad que tiene hoy. En lugar de andar paseándose por todos lados en una especie de campaña de pueblo, Villalobos Adán debería ponerse a trabajar en las necesidades del municipio, atender los asuntos que urgen a la capital y dedicar más tiempo al trabajo real y menos a los eventos políticos estilo Juan Salgado Brito.

Digámoslo así: para que Antonio Villalobos Adán sea gobernador de Morelos en el 2024, primero tiene que hacer un buen papel como alcalde en el 2019 y volver a ser nominado a una candidatura (y ganar) en el 2021.

En las elecciones intermedias las candidaturas de Morena serán muy peleadas, empezando por la de Cuernavaca, en donde se debe apuntar desde ahora al diputado federal Alejandro Mojica y a varios legisladores locales, a José Luis Borbolla, quien en el 2018 compitió y ganó, pero fue eliminado en la mesa y si Morena vuelve a ir en alianza con el PES (lo cual es difícil) también hay que añadir a la lista a los candidatos que impulse el gobernador Cuauhtémoc Blanco, léase Gilberto Alcalá, Fidel Giménez y Jorge Argüelles.

Insisto: falta tiempo para las próximas elecciones y hay muchos pendientes en la capital que deben ser atendidos por el presidente municipal. La frivolidad y torpeza que ha mostrado hasta ahora Villalobos Adán no sólo provoca zozobra en Cuernavaca, también ha puesto a pensar a su partido en la viabilidad de considerarlo como candidato.

A Toño Villalobos le cayó del cielo la alcaldía, es la oportunidad de su vida y el único chance que tiene para demostrar que es capaz de cumplir con un compromiso social tan grande. Ojalá lo entienda y se ponga a gobernar.

Si se trata de payasos, el de los domingos en el zócalo es más divertido.

  • nota

El ayuntamiento capitalino mandó al gobierno estatal su segunda contrapropuesta de convenio de Mando Coordinado de Policía; la primera fue rechazada.

Dice la síndico que la seguridad es una prioridad para el gobierno de la ciudad y que el documento entregado cuenta con el respaldo de todo el cuerpo edilicio.

¿Es el Mando Coordinado de Policía la solución a los problemas de violencia e inseguridad en el estado y en la capital?

  • post it

Graco Ramírez intentó regular el uso de las motocicletas bajo el argumento que en esos vehículos se cometían muchos crímenes. La reacción de la comunidad biker fue agresiva: le reviraron que no era válido criminalizar a las personas y que su idea de colocar chalecos e identificadores a los usuarios de las motocicletas era una locura. La iniciativa no prosperó.

Ahora nuevamente el gobierno estatal busca regular el uso de motocicletas con más o menos los mismos argumentos que antes: asesinatos, ejecuciones, robos y extorsiones se cometen en estas unidades.

Habrá que esperar a conocer el detalle de la propuesta y la manera como el gobierno socializa esa iniciativa. Igual que en el pasado, hay argumentos para sostener la idea, pero esperemos que esta ocasión se tenga la habilidad para convencer a la opinión pública de que no se trata de una medida que criminaliza, sino de una acción que busca prevenir la delincuencia.

  • redes sociales

Ante todas las preguntas que le hacen los reporteros al gobernador de Morelos sobre el problema de inseguridad y violencia que hay en el estado, la respuesta de Cuauhtémoc Blanco es la misma: “Así está todo el país y hay otros lugares en donde las cosas están peor”

Cierto. El país está sumergido en una ola de violencia que no da tregua.

¿Qué opinará el gobierno federal de las expresiones que hace un gobernador aliado, señalando que el problema es mayor en el México que gobierna AMLO?

 

Comentarios para una columna optimista:

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