Serpientes y escaleras - El neomorenismo

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - El neomorenismo

 

El partido del presidente se partió; para ganar el 2024 primero se deben unir

 

El neomorenismo

Independientemente de lo que ocurra tras la elección de consejeros de Morena y más allá de quien sea designado dirigente, el triunfo del Movimiento de Regeneración Nacional en Morelos pasa por el gobierno de Cuauhtémoc Blanco Bravo. Pase lo que pase, sin importar los reacomodos internos ni quien sea electo candidato a la gubernatura, la propuesta obradorista morelense será considerada más cercana al gobernador que al presidente. Si la 4T quiere refrendar el triunfo, primero debe rescatar la imagen del futbolista.

La votación morenista del último fin de semana de julio fue copiosa en los cinco distritos donde se colocaron urnas; los camiones llenos de personas comenzaron a llegar a las zonas de votación desde un día antes y desde la madrugada los votantes comenzaron a hacer fila. El número de ciudadanos que participaron en el proceso interno de Morena fue celebrado por sus líderes y puesto como un ejemplo de la fuerza que ese partido tiene de cara a la sucesión.

Ninguno de quienes presumieron el logro electoral detallaron que el padrón morenista fue rebasado, es decir, que hubo muchísimos más votantes que militantes y que en la mayoría de los casos se trató de personas que acudieron a cambio de una remuneración económica y anotaron los nombres que les dijeron.

Aquí vale la pena hacer una primera pausa: aunque numerosa, la votación no alcanza para ganar una elección constitucional; la consejera más votada (Abigail Salazar Solorio) en el estado obtuvo 2,010 votos, los alcaldes lograron 1,846 (Rafael Reyes), 1,813 (Rodrigo Arredondo) y 1,114 (Juan Ángel Flores), mientras que el hermano del gobernador (Ulises Bravo) consiguió 1,718. Aunque no existen datos oficiales, los participantes del proceso consideran que en total se contabilizaron 70 mil votos para elegir a los 50 consejeros estatales. 

Pero más allá del acarreo y la victoria de algunos, lo que quedó en el imaginario colectivo es que en Morelos el Movimiento de Regeneración Nacional dejó de estar del lado del obradorismo tradicional y se volvió una corriente afín al gobernador Cuauhtémoc Blanco; aunque no obtuvo los espacios suficientes para controlar el consejo como lo hizo Rabindranath Salazar en el pasado reciente, Ulises Bravo se alzó como el ganador público de la contienda y la figura más llamativa del nuevo morenismo morelense.

Ante ello la circunstancia social y política cambia, porque frente a una base militante/simpatizante desgastada socialmente y lastimada por los resultados de su proceso interno, sobresale la figura de un gobernador que se convierte de la noche a la mañana en el tutor del partido, con todo lo que ello implica.

La percepción pública es que en la tierra de Zapata el Movimiento de Regeneración Nacional se franquició al gobernador y será él quien validará a los candidatos de la 4T en el 2024; la reacción del morenismo de base refrenda esta hipótesis y añade presión a un proyecto político socialmente envejecido por el ejercicio natural de gobierno y las decisiones que se han tomado en materia económica, social y de seguridad a nivel federal.

La llegada de Ulises Bravo al consejo estatal, acompañado de personajes ligados al gobierno de Cuauhtémoc Blanco obligan a todos los consejeros a reflexionar sobre el futuro de su partido. Si prevalece la idea de que Morena en Morelos le pertenece a Cuauhtémoc Blanco, lo primero que se deben entender todos es que el futuro electoral del partido está directamente ligado a la suerte que tenga el gobierno estatal.

Ante ello el Movimiento de Regeneración Nacional y el gobierno estatal deben cerrar filas y actuar en un mismo sentido, es decir, el primer paso rumbo a las elecciones del 2024 debe ser el rescate de la imagen pública de Cuauhtémoc Blanco, porque su nombre estará presente en el discurso de los partidos y será ligado a los candidatos de la 4T, no importa de quienes se traten.

El análisis es estratégico y se puede entender viendo lo sucedido en el pasado; los candidatos relacionados con el gobernador saliente cargan con su figura, con sus acciones y con sus decisiones. No hay manera de que sea diferente: en el 2024 Morena buscará el refrendo del voto popular y eso implica refrendar el trabajo realizado durante seis años por Cuauhtémoc Blanco Bravo.

A lo largo de este sexenio el jefe del ejecutivo morelense ha sufrido un desgaste natural que se acentuó con la política de enfrentamiento impuesta por funcionarios del pasado y se mezcla con el deterioro del proyecto de Cuarta Transformación.

A nadie le queda duda que el exseleccionado nacional es una figura cercana al presidente, defendida por el gobierno federal y apoyada personalmente por Andrés Manuel López Obrador, esto conlleva pros y contras: quienes conserven íntegra su simpatía obradorista y obedezcan la línea del voto en cascada, apoyarán sin chistar a los candidatos que mande la 4T en Morelos; caso contrario sucederá con aquellos que se hayan decepcionado del presidente y no estén de acuerdo con el gobernador, ahí habrá un doble motivo para votar en contra. ¿De qué tipo habrá más votantes en el 2024?

Ante este escenario Morena debe ser apuntalar la figura de Cuauhtémoc Blanco, ayudarlo a mejorar su imagen pública y a recuperar simpatía social. No hay de otra: si los morenistas no entienden la importancia de este paso y continúan por la línea del golpeteo interno o el distanciamiento con el jefe del ejecutivo, los costos los pagarán todos y pueden ser fácilmente aprovechados por la oposición.

Los resultados de la elección interna de Morena no dan espacio para otras opciones: ante la sociedad el ganador del proceso y nuevo propietario del partido es el gobernador; ergo: quien represente al Movimiento de Regeneración Nacional en el proceso electoral del 2024 será alguien que tenga el visto bueno de Cuauhtémoc Blanco.

El reto de los candidatos del obradorismo será mucho mayor que en el proceso pasado, donde únicamente se colgaron de la figura de Andrés Manuel López Obrador; ahora deberán asumir el saldo de seis años de gobierno federal y también los resultados que ofrezca la administración estatal, incluida la imagen del gobernador. Sus discursos, aunque no quieran, comenzarán con la defensa de ambos gobiernos.

Para todos es estratégico entender esta circunstancia y actuar en consecuencia; mejorar la imagen de un gobernador saliente no es sencillo, ni tampoco se puede lograr de la noche a la mañana. El cambio de estrategia estatal en torno al jefe del ejecutivo es correcta: lo acercan más con la gente, lo mantienen en eventos constantes y existe una línea perfectamente definida con un objetivo de reconciliación.

Todo lo anterior debe apuntalarse con el trabajo de partido para eliminar la barrera que históricamente se ha formado entre Morena y el jefe del ejecutivo y camina por un esfuerzo monumental en materia de comunicación, para cambiar la percepción y poco a poco ir colocando al futbolista en un punto en el que, si no suma, que no reste.

Esto último es difícil de entender para quienes están a cargo de las instituciones, porque implica un enorme esfuerzo de autocrítica y la capacidad de reconocer que algo no está bien, para trabajar en su mejora.

Justo como lo están haciendo en lo político Mónica Boggio, Samuel Sotelo y Víctor Mercado, ahora hay hacerlo en materia de percepción.

  • posdata

Hace seis años se comenzó a escuchar en los pasillos de poder que el hijastro del gobernador Graco Ramírez quería competir por la gubernatura. No lo hará, ¡Es una locura! Decían propios y extraños. El tiempo confirmó los rumores: con un partido a su disposición y una secta política obediente, Rodrigo Gayosso se empecinó en contender por el gobierno estatal y en su cruzada no solo dejó muchos heridos en el camino, también echó abajo la alianza de partidos que abanderarían el proyecto de izquierda en Morelos.

En privado sus corifeos reconocían que la idea del pelón era absurda, no solo porque representaba la continuidad del proyecto político de Graco Ramírez, sino porque para ganar la línea estratégica del candidato debía ser opuesta a lo que en ese momento representaba el tabasqueño ¡Y eso era imposible si el candidato era su hijo!

El hijastro incómodo no se inmutó ante las críticas, ni tampoco escuchó a quienes lo asesoraban, estaba convencido que con dinero podría mover estructuras y con las estructuras lograría alcanzar los votos necesarios. Para probar su hipótesis el hijo de la damota organizó una marcha de perredistas que mostraría “el músculo” del PRD y la capacidad de movilización del futuro candidato.

La caminata perredista reunió a miles de personas, cincuenta mil según el cálculo de los más conservadores y más de ochenta mil, de acuerdo con séquito de aplaudidores del gallo Gayoso. ¡Ya vieron! Presumía orgulloso Rodrigo al término de una marcha en la que iba flanqueado por sus diputados locales de la legislatura 53 y la entonces legisladora federal Lucía Meza Guzmán.

Lo que nunca entendió el hijastro incómodo es que el problema de su candidatura empezaba con la imagen y las acciones de Graco Ramírez, que no importaba el número de personas que pudiera acarrear a un evento, sino el efecto anímico que provocaba a la gente el desempeño de un gobernante abusivo, prepotente y corrupto.

Rodrigo Gayosso armó un cuarto de guerra de primer nivel (según él) en el que lo acompañaban casi todos los integrantes de la legislatura 53 y figuras de otros partidos como Maricela Velázquez, Tania Valentina, Jessica Ortega, Francisco Moreno y los hermanos Lelos Roberto y Julio Yáñez, así como funcionarios del gobierno saliente como Sergio Beltrán Toto, Armando Sanders y Andrik Ruiz de Chávez.

A la par de estas acciones el hombre fuerte de ese sexenio contrató los servicios de varios consultores nacionales y empresas de marketing que le orientaban en todos los aspectos. En suma, dicen quienes estaban cerca de él, el hijastro invirtió más de 480 de pesos en una campaña que prometía ser invencible.

Todos los aspectos logísticos, operativos y políticos de la campaña fueron analizados por Rodrigo Gayosso, salvo el hecho de que para hacer atractiva su candidatura primero había que limpiarle la cara al gobierno saliente y eso, según se lo dijeron al propio Graco Ramírez sus consultores en el cuarto año del sexenio “era imposible”. El final de esta historia ya lo sabemos.

En política todo puede pasar. Desde hace tiempo las locuras y lo imposible se volvió cotidianos.

  • nota

La mesa no está puesta para el hermano del gobernador, dicen algunos morenistas; es cierto que colocó a un buen número de consejeros, pero no los suficientes para imponerse solo, añaden al tiempo de referir que han comenzado los acercamientos entre fundadores del partido para hacer causa común y cerrarle el paso a Ulises Bravo.

¿Por qué no pensar en un alcalde como presidente del partido? comentan.

Lo dicho: el proceso de elección de consejeros del Movimiento de Regeneración Nacional en Morelos no fue un punto final en la historia, solo un capítulo más en la novela de la sucesión.

Por cierto: en esta nueva dinámica morenista muy pocos consideran a Rabindranath Salazar como un referente al cual acudir para tomar decisiones.

  • post it

El fin de semana en el marco del festival “Morelos la eterna primavera” se mostró la nueva campaña para promocionar el turismo en la entidad; en este evento se presentó a la actriz Mónica Noguera como imagen del estado.

Lo llamativo del acto, empero, no fue el contenido de la promoción, sino las fachas y la postura desgarbada de la secretaria de turismo estatal Julieta Goldzweig, quien, en contraste con la artista, vestía como si estuviera haciendo talacha en casa.

El esfuerzo del gobierno de Cuauhtémoc Blanco por sacar adelante al estado es notorio en muchos lados, pero se ha quedado corto en el terreno del turismo, donde el desempeño de la secretaria es equiparable a su forma de vestir.

  • redes sociales

En el gabinete de Cuauhtémoc Blanco hay buenos y malos secretarios, algunos tienen bien puesta la camiseta y demuestran su compromiso con resultados y otros simplemente cobran por asentir a todo lo que les dicen.

Nada nuevo bajo el sol. Así ocurre siempre en los equipos de trabajo.

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