Serpientes y escaleras - Cuando los enemigos se encuentran

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Cuando los enemigos se encuentran

La crisis está a la vista y no se han dado cuenta.

 

Cuando los enemigos se encuentran

El panorama social y político se le complicó a Cuauhtémoc Blanco; a la crisis de violencia e inseguridad que agobia la entidad se suma la descomposición política que comienza a gestarse en torno a su gobierno. En el equipo del gobernador saben que las cosas no marchan bien, que la paciencia de la gente se está agotando y que los aliados políticos poco a poco se van alejando, pero no han dimensionado aún el tamaño del problema que se avecina y las consecuencias que traerá la falta de una buena operación política. La reaparición de Graco Ramírez no fue casualidad.

Gobernar es una tarea muy difícil que va más allá de la simple administración de los recursos materiales y humanos; en Morelos hay elementos que se ubican en el terreno de la percepción pública, de la historia, de la confianza popular, de la identidad y del arraigo que complican el escenario. Detengámonos en esto último.

Cuauhtémoc Blanco no nació en Morelos ni se ha interesado en conocer el estado; su paso por la alcaldía de Cuernavaca pudo haber sido el punto desde el cual el ex seleccionado nacional se identificara con la gente, pero en lugar de ello decidió aislarse, mantenerse en una burbuja y dialogar solo con quienes formaban su primer círculo.

Como gobernador la historia no es diferente y por ello el resultado no va a cambiar; el deportista, dicen, es un buen hombre al que le interesan los problemas de las personas y de sectores más necesitados, pero hasta ahora ha sido incapaz de transmitir ese sentimiento y hacer sentir a sus gobernados que tienen como jefe de gobierno a una persona a la que le duele lo que pasa en el estado.

La historia reciente de Morelos agudiza este tipo de cosas; el paso de malos gobernadores ha provocado en la población una desconfianza permanente hacia los partidos y las instituciones públicas y un mal humor social que anula de manera sistemática cualquier acción positiva que lleve a cabo el gobierno. Pero todo eso ya lo sabemos.

Lo que es nuevo en el panorama es la reaparición del ex gobernador Graco Ramírez; sus expresiones retadoras al gobierno de Blanco Bravo no fueron producto de la casualidad, ni mucho menos comentarios al aire. El tabasqueño es un animal político que entiende de tiempos y circunstancias, que se presta a cualquier tipo de juego con tal de obtener algún beneficio y está dispuesto a todo con tal de salvaguardar su impunidad.

Graco Ramírez dice estar dedicado a tareas propias de un adulto mayor, como el cuidado de sus nietos, pero en realidad es él quien está detrás de quienes desde diferentes trincheras ven con desagrado a Cuauhtémoc Blanco y preparan sus armas para atacarlo.

Desde hace meses Blanco Bravo ha perdido la simpatía y el apoyo del gobierno federal y ahora aparece el ex gobernador, presumiendo su amistad con el presidente de la república y con el gobernador de Baja California Jaime Bonilla, amigo personal desde hace años de Andrés Manuel López Obrador. José Domingo Ramírez Cepeda, hijo de Graco y Elena, participó abiertamente en la campaña bajacaliforniana y ahora se prepara para hacer en aquel estado fronterizo lo mismo que hizo durante seis años en Morelos bajo el cobijo de su padre.

Muchas cosas suceden alrededor del gobernador Cuauhtémoc Blanco y de su equipo sin que ellos se den cuenta; obvio: muy pocos en su administración están interesados en conocer y analizar la política y los pocos que entienden que es fundamental anticipar los problemas están sometidos por la fuerza de alguien convencido que para triunfar es indispensable rodearse de personas menos capaces que él.

El equipo estatal no ha sido capaz de realizar un trabajo serio de análisis político y prospectiva social que les permita anticipar problemas y resolver conflictos, por eso no se han dado cuenta que poco a poco se ha ido formando un frente de ataque en su contra que utilizará problemas como la inseguridad y la crisis económica para aumentar el distanciamiento político del gobernador con el Presidente de México y así provocar nuevos y mayores conflictos en torno a la administración estatal.

Pero no se trata solo de la mano negra que defiende intereses oscuros, sino del descuido sistemático de la administración estatal en temas de gobernabilidad y falta de atención a conflictos. Más claro: los enemigos de Cuauhtémoc Blanco utilizarán el enfado de la gente para desestabilizar su administración y el plan funcionará porque en verdad existen problemas sin solución en el estado.

Tres errores clave comete el gobernador Cuauhtémoc Blanco frente a una realidad social y políticamente adversa: El primero es el descuido de sus funciones y la entrega de la responsabilidad de gobernar a alguien que no fue electo y que no comprende la situación del estado. El segundo mal paso fue enemistarse o distanciarse de actores de poder en el estado, de figuras que le pueden ayudar a generar gobernabilidad o (como sucede) se encargan de moverle el piso al gobierno. El tercer desacierto son sido sus alianzas: en lugar de sumar a quienes le pueden aportar (social o políticamente), decidió incluir a figuras cuya frivolidad y torpeza son notorias desde la forma como hablan y visten.

El gobierno de Cuauhtémoc Blanco Bravo enfrenta hoy una severa crisis, aunque ellos no se han dado cuenta. La imparable ola de violencia se mezcla con los altísimos índices de inseguridad y ambos contrastan con la falta de obra pública, la ausencia de proyectos de gobierno y la simulación de muchos secretarios. Todo ocurre en un ambiente de incertidumbre y miedo, donde nadie sabe qué va a pasar mañana porque no existe un planteamiento claro de lo que se quiere hacer con el estado; lo único sabido y reconocido es que la delincuencia opera a sus anchas.

El gobernador tendría que observar con más cuidado lo que pasa a su alrededor, medir con más interés el desempeño de sus secretarios, revisar las severas pugnas que hay dentro del gabinete, priorizar y atender las múltiples demandas sociales que tiene su gobierno y recobrar la confianza del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Eso empieza porque esté en Morelos, porque asuma el rol de gobernador, porque comience a ser él quien gobierna y deje de pelearse con todos los que tiene enfrente o no opinan igual.

Es evidente que el mandatario y su equipo no han dimensionado el hoyo en el que se encuentran, ni tampoco las consecuencias que les acarreará seguir por ese camino. La crisis de gobierno que han enfrentado las pasadas administraciones pueden ser menores a las que viviría Blanco Bravo si no replantea su manera de ejercer el poder y cambia sustancialmente su estrategia de gobierno.

La enorme diferencia entre lo que ha sucedido en gobiernos pasados y lo que podría ocurrir en el futuro de este gobierno es que al frente del país está una persona que no se tocará el corazón para actuar en contra de la corrupción (la ineficacia también es corrupción) y podría no solo impulsar la caída del primer gobernador de su régimen, también estaría muy interesado en sentar un precedente nacional actuando penalmente contra un gobernador.

Cuauhtémoc Blanco debe tener algo claro: la gubernatura de Morelos no son unas vacaciones en su carrera como deportista, pueden ser el punto final de su vida profesional y el factor que le quite la tranquilidad y hasta la libertad.

  • posdata

A lo lejos, pero Graco Ramírez anda operando en Morelos a través de sus incondicionales; pretenden moverle el tapete al gobernador y avivar los conflictos.

Los aliados del tabasqueño son los mismos que estuvieron con él durante su gobierno, los que lo acompañaron y ayudaron desde el congreso y quienes se beneficiaron económicamente de su administración en la iniciativa privada.

Las reuniones de reencuentro entre graquistas ocurren cada semana con diferentes motivos, unas aparentan ser un encuentro casual, otras suceden dentro de algunas agrupaciones y algunas más lucen como una simple fiesta privada.

Poco a poco los graquistas se reencuentran y suman adeptos, en esta sintonía están quienes formaron parte de la primera línea graquista, pero también otros que desde Morena se asumen enemigos del futbolista o en desacuerdo con su forma de gobernar Morelos.

Unos y otros se reúnen, platican y dicen que Cuauhtémoc Blanco ha resultado peor que Graco; a partir de ahí empieza la elucubración y la formación de escenarios rumbo a las elecciones intermedias.

Insisto: al gobernador y a su equipo de gobierno les hace falta capacidad de análisis y mucha información sobre lo que ocurre a su alrededor; no para abonar a los chismes que cotidianamente circulan en la clase política, sino para poder analizar la situación y prevenir posibles escenarios.

Mientras la administración local siga siendo reactiva, es decir, que siempre accione después de que estalla un problema, las crisis serán recurrentes.

  • nota

Javier García declinó a su aspiración de presidir la mesa directiva del congreso local durante el segundo periodo de sesiones; no es rompimiento, dice, ni moneda de cambio por otra posición, es una postura que abona a la unidad interna. Por ahí más o menos fue su mensaje.

Lo interesante vino después, cuando habló del consenso legislativo para que una mujer presidiera la Mesa Directiva y un hombre la Junta Política; si esto sucede Tania Valentina no podrá reelegirse en el cargo, como deseaba.

El movimiento de El Gato no es fortuito, pero es plausible. No tengo idea lo que pactó, pero su jugada le complica muchísimo el camino a la graquista mayor.

Es momento de que las otras damas del parlamento tomen el rol que les corresponde en esta legislatura y la rescaten del descrédito en que ha caído.

Lo bueno de la historia: Tania Valentina podría quedar fuera de la Junta Política y reducida a su mínima expresión política.

  • post it

El gobernador Cuauhtémoc Blanco respondió con enfado a la reaparición de su antecesor Graco Ramírez: no pasa nada, va a caer, yo se los garantizo que va a caer.

Más como una reacción visceral que como una expresión argumentada, el jefe del ejecutivo Morelense salió al paso de las preguntas de los reporteros, quienes igual que todos notaron en los dichos del tabasqueño un tono provocativo y retador.

¡Y como no reaccionar así! Mientras el equipo anticorrupción del ex seleccionado nacional se la pasa fantaseando y presentando demandas fundamentadas en dichos o publicaciones de redes sociales, Ramírez Garrido opera con un equipo profesional de abogados, goza del apoyo y la información de empleados del gobierno estatal y tiene de su lado la evidente incapacidad técnica de los encargados de llevar jurídicamente los temas.

“¡… Y si no (cae Graco) les voy a decir quién lo está apoyando!” remató Cuauhtémoc Blanco.

¿Quién es capaz de defender al tabasqueño? ¿Quién tiene la fuerza para resguardarlo de la persecución de un gobierno estatal? ¿Quién puede mantener a raya a la Fiscalía General de la República para que sus expedientes no avancen?

Personalmente tengo una hipótesis: si Graco no cae no será culpa de “alguien”, sino de la incompetencia del equipo anticorrupción del gobierno estatal.

Cuauhtémoc Blanco confía en sus colaboradores, pero no se ha dado que muchos de ellos lo engañan.

Reitero: a Graco lo acusan de corrupto, no de pendejo.

  • redes sociales

El Asesor Anticorrupción del gobierno de Cuauhtémoc Blanco compartió en sus redes sociales un video donde aparece el ex gobernador Graco Ramírez hablando de su tranquilidad, de sus actividades actuales y de que es amigo de muchos personajes de Morena, empezando por el presidente Andrés Manuel López Obrador; las imágenes habrían sido tomadas en un hotel de Baja California.

Con este título comparte el clip Gerardo Becerra Chávez:

El cinismo en toda su expresión. Amigos en MORENA, qué dirá Yeidkol Polensky y AMLO?

Imaginemos lo que cualquiera de ellos respondería:

“Que ustedes son buenos para acusar, pero muy malos para probar”

Comentarios para una columna sonriente:

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