Serpientes y escaleras - Cambio de narrativa

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Cambio de narrativa

Para que la situación mejore, lo primero es que la clase política deje de pelear.

 

Cambio de narrativa

En un mes iniciará una nueva legislatura en Morelos y por ende se reiniciará la narrativa política en la entidad. Lo que viene es el resultado de lo que los ciudadanos decidieron en las urnas, veremos un cambio importante en la geografía partidista y un modo distinto de actuar entre poderes. En dos meses entraremos a la segunda mitad del sexenio y lo que depara al estado será interesante, diferente y sumamente rápido. Viene la parte más intensa del régimen.

Los primeros pasos hacia la construcción de una nueva narrativa política en la entidad los ha dado el poder ejecutivo al ajustar la estrategia de seguridad y cambiar la manera de operar en la secretaría de gobierno. El gobernador mismo ha moldeado su discurso, se le nota más libre, más natural y con expresiones más conciliadoras.

No puede ser de otra manera: en esta segunda mitad del sexenio los equilibrios de poder han cambiado y el ejecutivo ya no tendrá el control del parlamento; siendo sinceros, a pesar de que en la actual legislatura tuvieron una notoria mayoría el gobierno estatal nunca pudo entenderse con los diputados, ni logró sacar adelante los temas que les interesaban.

La dinámica en la segunda mitad del periodo será distinta, empezando porque será solo de dos años; desde ahora ya está en la mente de la clase política el proceso de sucesión y algunos partidos comienzan a planear la manera como competirán en el 2024; independientemente de ello hay que considerar que el último año será de campañas.

Los cánones de la política refieren que las decisiones importantes de un gobierno se toman durante la primera mitad del mandato, cuando el gobernante es más fuerte, tiene mayor capacidad de decisión y controla más aspectos del estado; la segunda mitad debe ser un periodo de consolidación y de conciliación, es el momento en que se prepara la salida, se sanan las heridas y se buscan aliados para evitar que el séptimo año sea trágico.

Hasta ahora lo que hemos visto en Morelos está fuera de toda lógica política, porque unos y otros han roto paradigmas, actuaron distinto a la lógica y entraron en discusiones que provocaron crisis en muchos sentidos. Más aún: esta primera mitad del sexenio ha transcurrido entre conflictos, entre disputas de poder y agresiones entre los actores de la vida pública.

El gobernador Cuauhtémoc Blanco llega a la parte media de su periodo constitucional en una situación poco favorable: perdió la elección, enfrenta un severo desgaste social, padece los estragos sociales de la pandemia y libra una batalla desigual en contra de la delincuencia. De manera paralela tiene muchos frentes abiertos con muchos sectores de la población y tendrá un parlamento opositor que porta dos temas de sumo cuidado: el juicio político y la revocación de mandato.

Con todo esto enfrente el cambio de estrategia es una buena señal para todos: para el ejecutivo porque podría estabilizar su escenario y alcanzar acuerdos que le permitan avanzar con menos presión en la segunda mitad de su periodo y para los ciudadanos porque si la belicosidad entre actores de poder disminuye, los temas sociales de la agenda estatal podrán ser atendidos antes que las diferencias políticas.

La clave en este periodo será un cambio de narrativa que pase por un manejo distinto de la política y un ajuste de fondo en el gabinete: el gobierno estatal necesita comenzar a contar historias diferentes, debe dar un enfoque diferente a su comunicación para conectar con los ciudadanos; para que esto se logre los secretarios deben hacer lo que les corresponde: tienen que salirse de su espacio de confort y dar resultados que permitan al régimen mostrar algo distinto a lo que hemos visto hasta ahora.

La posibilidad de que esto suceda es posible ahora que no se ve en el escenario a los personajes que durante la primera mitad del sexenio secuestraron al gobernador e impusieron un estilo político que alejó a Cuauhtémoc Blanco de sus gobernados. Sin Hugo Eric Flores ni Jorge Argüelles la política estatal ha cambiado y se nota, comienzan a verse señales distintas con un planteamiento distinto, más tolerante, menos impositivo y sobre todo más conciliador.

Tomando en cuenta el panorama nacional y la manera como pintan las cosas en la pandemia es difícil suponer que los gobiernos locales apostarán por grandes obras para reencontrarse con la gente; el golpe económico que deja la contingencia covid es enorme, ha obligado a las administraciones a destinar mucho dinero al sector salud y a maniobrar con menos recursos.

Por ello la lógica de las administraciones debe ser distinta, tiene que apostar por un reencuentro con la gente a partir de un diálogo directo, permanente y más cálido de los gobernantes con sus gobernados. Ahí es donde los estrategas del gobierno estatal deben poner atención, porque Cuauhtémoc Blanco no es un político cualquiera, se trata de una figura con una trayectoria deportiva internacional que le permite, si diseñan un plan adecuado, lograr más conexión con la gente.

Con un congreso opositor y con la mayoría de los ayuntamientos en manos de partidos distintos al suyo, lo que el jefe del ejecutivo morelense necesita es cambiar de estilo y apostar por una mejor comunicación con los ciudadanos; también le urge un trato distinto con la clase política.

La segunda mitad del sexenio debe ser de diálogo, de comunicación y de política, el gobernador tiene que salirse de la burbuja en la que lo metieron y entrar en un plano de mayor contacto popular, que por cierto es lo que más le gusta.

A diferencia de otros gobernadores, cuando concluya su periodo de gobierno Cuauhtémoc Blanco no tendrá que esconderse como lo han hecho otros mandatarios; depende de lo que haga en los siguientes años (y de su decisión personal) podrá continuar habitando esta tierra, pero dada su trayectoria también se puede mudar a otro lugar y seguirá siendo un ídolo del fútbol.

Políticamente hablando también hay puertas que se le pueden abrir: si logra mantener la estabilidad de su administración y libra los amagos de destitución o inhabilitación que pesan en su contra, Cuauhtémoc Blanco puede continuar su carrera política en otros cargos. Explico: su cercanía con el presidente Andrés Manuel López Obrador y la falta de figuras en Morena lo pueden catapultar al senado de la república, al congreso federal, al gobierno de la Ciudad de México o a alguna delegación en la capital del país.

Cualquiera que sea el objetivo del gobernador de Morelos después del 2024 su historia pasa por lo que haga en los siguientes años en la entidad, depende de que libre las crisis políticas y sociales que están en ciernes y evite ser llevado a un juicio que le cierre puertas políticas y profesionales.

El panorama para Cuauhtémoc Blanco es mejor que el de otros políticos a pesar de las complicaciones que ha tenido en su gobierno porque la posibilidad de elegir caminos aún es decisión suya, pero todo depende de que su administración no naufrague en los próximos tres años o caiga en un escenario de amonestación que le anule cualquier expectativa.

La segunda mitad del sexenio pasará muy rápido y no será un periodo de grandes obras; lo que puede mejorar es la manera como se relaciona el ejecutivo con los otros poderes, la forma como este gobierno se comunica con la gente, y el modo en que las distintas autoridades del estado se coordinan para atenuar los problemas que actualmente padecemos.

La clave para el gobierno estatal y para todas las administraciones públicas locales está en dejar de pelearse.

  • posdata

El viernes por la noche me acosté a buena hora, antes de las once ya estaba dormido. Hasta esa hora todo estaba tranquilo, no había nada particularmente llamativo, era un día cualquiera, una noche tranquila, de esas que ya no hay muchas en Cuernavaca.

El sábado me levanté temprano y comencé a lee periódicos y a revisar redes sociales; lo primero que vi fue la noticia de la balacera en el bar Calipso, donde dos personas fueron agredidas con armas de fuego y una de ellas, presuntamente el dueño del lugar perdió la vida.

Así son las cosas en materia de seguridad: en cualquier momento ocurre una tragedia y de un minuto a otro el panorama cambia. Hace unos meses en esa misma plaza se suscitó otro tiroteo en el cual tres personas murieron, también por arma de fuego.

Este tipo de historias se repiten una y otra vez en nuestro estado y en todo el país, son hechos que difícilmente pueden prevenirse, pero pasan y consternan a la población. Hasta el momento no hay claridad de qué fue lo que ocurrió ni qué detonó la agresión, pero una vez más hubo derramamiento de sangre en la ciudad, en una plaza que parece condenada luego de dos incidentes de este tipo.

¿Hay manera de prevenir esto? ¿Hay forma de anticiparse a este tipo de actos? ¿Existe una estrategia que permita evitar acciones que roban vidas, matan negocios y afectan la calidad de vida de la población?

Esto es parte de lo que los ciudadanos vemos todos los días, son hechos relacionados con la delincuencia organizada y en algunos casos, derivados de los vínculos que se forman entre los cárteles que distribuyen droga y negocios que expenden bebidas alcohólicas.

Dar la batalla contra la inseguridad es una lucha feroz en donde rara vez las autoridades ganan, porque aunque haya detenciones y desmantelamiento de bandas, al final queda en el ánimo popular el mal sabor de boca que deja la violencia.

Frente a este tipo de hechos lo mejor que pueden hacer los gobiernos es trabajar de manera coordinada entre las autoridades de los tres niveles, pero también con los grupos de profesionistas, con los sectores productivos y la sociedad civil organizada. La lucha contra la delincuencia es el mayor reto que enfrenta México hoy en día y es una guerra imposible de ganar en solitario.

Apostar el proyecto de un gobierno a la pacificación es una idea noble, pero suicida. No hay forma de ganar esta guerra en el corto plazo, porque ni el estado ni los municipios tienen la estructura necesaria para ello. La victoria se puede alcanzar con el tiempo, paso a paso, batalla por batalla, trabajando juntos.

Para que eso suceda lo primero que requieren las autoridades es recuperar la confianza de la gente.

Y eso tampoco es un asunto sencillo.

  • nota

El debate por el manejo y disposición final de la basura en Cuernavaca es intenso y no está exento de intereses económicos y políticos; en la historia aparece tras bambalinas la empresa PASA, otrora concesionaria del servicio de recolección en la ciudad, la misma que hace tiempo perdió el control de Loma de Mejía. También está la alcaldesa saliente de Temixco Jazmín Solano, frustrada por su derrota electoral y decidida a sembrarle problemas a su sucesora a través del relleno sanitario y la mina de Tetlama.

Por otro lado, aparece un grupo de ciudadanos que legítimamente se oponen al funcionamiento del relleno porque consideran que representa un foco de contaminación y también los propietarios de la tierra, vecinos del lugar, que respaldan el funcionamiento del relleno porque lo conocen y verificaron que no genere polución.

En medio de las partes está la problemática que genera este tema y para entenderla hay que recurrir a datos duros: Cuernavaca genera en promedio 410 toneladas de basura al día que desde hace unos meses de depositan en el relleno sanitario de Loma de Mejía. El de Cuernavaca es uno de los dos rellenos sanitarios que operan en Morelos, el más nuevo, moderno y eficiente; el otro es el de La Perseverancia en Cuautla, más antiguo, sin certificar y defectuoso en muchos de sus procesos.

En los demás municipios no hay rellenos sanitarios: la basura se deposita en tiraderos a cielo abierto sin ningún tipo de infraestructura, ni medidas que mitiguen el fuerte impacto ambiental que provocan. De estos últimos nadie se queja.

La discusión no es cerrar el relleno sanitario de Loma de Mejía, sino manejar las más de 400 toneladas de basura que los ciudadanos de la capital producimos diariamente y que necesitan ser recogidas y depositadas en algún lugar.

Supongamos por un momento que se cierra el relleno sanitario de Cuernavaca. ¿A dónde se mandarían los desechos sólidos de la ciudad?

  • post it

Salió humo blanco en la 55 legislatura: los próximos presidentes del congreso serán Francisco Sánchez y Paola Cruz, panista y morenista; en ellos recaerá la responsabilidad de conducir la cámara de diputados durante el primer año legislativo.

Imperó la lógica: Morena tendrá el control de la Junta Política y los súperdiputados manejaran la Mesa Directiva. Ambos diputados, dicho sea de paso, tienen buen perfil y podrán darle a la cámara un mejor rostro, más profesional y sensible a los problemas del estado.

Que sea para bien.

  • redes sociales

El gobierno se opone, el ayuntamiento se opone, diversas organizaciones ciudadanas se oponen, pero la iglesia católica la avala.

¿Es conveniente realizar la feria de Tlaltenango en pandemia?

Otras festividades de este tipo han sido canceladas para evitar nuevos casos de covid, porque estamos en una tercera ola, más contagiosa.

Según los organizadores la feria reúne a más de 20 mil personas.

¿Hay manera de mantener las medidas de sanidad con tanta gente?

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