Serpientes y escaleras - 54 legislatura

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - 54 legislatura

Cuando creímos que no podíamos ver algo peor que la Legislatura 53… llegó la 54.

 

54 legislatura

Desde que inició en septiembre del 2018, la legislatura morelense se ha movido entre conflictos, escándalos y actos fuera de la ley; el desempeño de los 20 diputados que conforman el Congreso de Morelos ha generado decepción a propios y extraños, porque su trabajo no ha sido bueno, porque desde ningún ángulo han ayudado a la entidad y por el contrario, se han convertido en un lastre social y un factor de permanente inestabilidad política. Como si eso no fuera suficiente, en muchas de sus acciones la legislatura actúa en la ilegalidad.

Enumerar los errores del parlamento morelense sería cuento de nunca acabar; sus yerros tienen que ver con acciones y excesos de cada uno de los diputados, pero también con decisiones y omisiones tomadas o cometidas de manera institucional que han generado problemas más allá del congreso y afectan a miles de ciudadanos.

Lo que hoy llama la atención tiene que ver con la pugna que sostienen los dos grupos que se han formado al interior del congreso y las decisiones que tomaron para arrebatar el control de los órganos de gobierno. Me refiero específicamente a la decisión de modificar el reglamento para que la mayoría calificada fuera con 13 y no con 14 votos.

En dicho dictamen se adicionó un párrafo al artículo 135 que señala: “Con el propósito de establecer que cuando el número de diputados que den las dos terceras partes de los integrantes de la Legislatura contenga una fracción y el decimal sea menor a .49, se debe atender al entero inmediato inferior a dicha fracción”; el dictamen emanó de la Comisión de Reglamentos, Investigación, Prácticas y Relaciones Interparlamentarias, dicen, en cumplimiento de un acuerdo de la Conferencia para la Dirección y Programación de los Trabajos Legislativos.

Los argumentos que en su momento dio el presidente de la mesa directiva Alfonso de Jesús Sotelo para realizar dicho cambio fueron “para que en lo sucesivo el Poder Legislativo avance en las tareas parlamentarias inherentes a los temas urgentes y necesarios para dar certidumbre a los morelenses, asimismo el recinto legislativo dejará de ser rehén de los intereses mezquinos de un grupo de diputadas que se oponían al avance de los temas”

Puede ser que bajo esa lógica y circunstancias la decisión haya sido correcta, salvo que para haber modificado dicho reglamento, argumentan expertos en derecho, eran necesarios 14 votos.

Es precisamente por esta situación que una parte del congreso considera ilegal el cambio y siete legisladoras promovieron ante la Superema Corte de Justicia de la Nación una acción de inconstitucionalidad que ya fue admitida y que podría volver a cimbrar jurídicamente al congreso de Morelos. Si la SCJN concede la razón a quienes promueven el recurso, todo lo hecho y aprobado por los diputados con 13 votos sería ilegal, incluyendo la designación de los titulares de los órganos de gobierno de la cámara.

Dicen las diputadas del G7 que “…el grupo mayoritario del H. Congreso del Estado de Morelos, conocido como el G13, estableció para su conveniencia e intereses particulares la mayoría calificada de Pleno en las votaciones de asuntos diversos”. Y añaden que buscarán que el Poder Legislativo actúe apegado a la ley, respetando el estado de derecho y privilegiando la ortodoxia de la vida parlamentaria.

Esta historia tiene que ver con varios aspectos muy claros:

Políticamente los diputados no han tenido la capacidad para ponerse de acuerdo para superar sus diferencias personales y subsanar sus heridas; ninguno de los 20 integrantes del congreso ha mostrado liderazgo, ni ha tenido la habilidad para ir más allá de la ofensa y para construir por encima de los diferendos.

Es notorio que los diputados no están bien asesorados en lo jurídico o bien, no hacen caso a lo que les dicen los abogados; en esta como en otras situaciones los legisladores (encargados de hacer y reformar leyes) han optado por el camino corto o fácil que en muchas ocasiones se encuentra fuera de la ley. Item más: los diputados de la 54 legislatura de Morelos son tan limitados en sus alcances profesionales y habilidad política que ni siquiera para robar (como lo han hecho desde el principio) son capaces de ponerse de acuerdo, por eso su corrupción es notoria, burda y corriente.

Entendamos que el congreso es la casa del pueblo y representan el voto de todos los ciudadanos, que sus integrentes (se supone) son la representación de la gente, la voz popular y el equilibrio con los otros dos poderes. ¿Algo de eso son nuestros actuales diputados?

Los problemas de la legislatura no son solo internos y sus decisiones no se quedan en el ambiente parlamentario; hoy los diputados han dejado de ser una representación popular y un equilibrio de poder, con la parálisis en la que han caído desde hace más de un año se convirtieron en un factor de retraso para el estado que lastima a cientos de miles de familias.

Pongamos un ejemplo reciente: al no haber aprobado en tiempo y forma el paquete económico 2020 el Congreso de Morelos afecta de manera directa la marcha del estado y con ello a todas sus instituciones; al no aprobar las cuentas públicas municipales complican la actuación de los ayuntamientos y enrarece la de por si difícil situación que viven casi todos los alcaldes en sus municipios.

Eso si: los diputados han recibido y gastado puntualmente los casi 500 millones de pesos que se asignaron como presupuesto anual; el presupuesto del Poder Legislativo, recordemos, es solo para que funcione la cámara de diputados, es decir, para pagar el sueldo y las compensaciones de los 20 diputados, el sueldo del personal y la operatividad de sus oficinas. El Congreso no brinda ningún tipo de servicio público ni tampoco realiza obra de ningún tipo; en castellano: son 500 millones de pesos para gasto corriente que los diputados utilizan sin rendir cuentas a nadie.

Nada se puede hacer hoy al respecto, porque no hay manera de cambiar esta situación; los legisladores deciden lo que quieren, lo hacen cuando y como quieren y no tienen obligación ni ganas de rendirle cuentas a nadie. Así ha sido antes y así sigue siendo ahora, lo único que queda a los ciudadanos es observarlos, enojarse y vociferar, aunque nada de ello preocupa a quienes, además, gozan de fuero.

Lo único que nos queda es conocerlos y no volver a votar por ellos.

  • posdata

La visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a Morelos no fue tersa, por el contrario, fue sumamente trompicada. Lo peor: no es la primera vez que le va mal al presidente en la tierra de Zapata.

Los temas que los campesinos reclamaron al ejecutivo federal eran obvios: la termoeléctrica de Huexca, el asesinato de Samir y la pintura gay de Emiliano Zapata. El problema es que nadie se ocupó de hablar con los grupos inconformes, de buscar evitar que se manifestaran o que al menos lo hicieran de una forma menos agresiva.

Una vez más quedó claro que el Gobierno de México no tiene operadores políticos locales y que el delegado federal Hugo Erick Flores está totalmente fuera de la jugada. Recordemos que hasta hace poco tiempo Morelos era territorio obradorista, que todas las ocasiones en las que Andrés Manuel López Obrador apareció en una boleta electoral, siempre arrasó en Morelos y que cada vez que acudía a la entidad la gente se arremolinaba a su alrededor y le brindaba su apoyo y cariño.

En muy poco tiempo esa situación cambió, en buena medida porque en el equipo local del presidente de México no hay nadie que se haya ocupado de operar políticamente y de hablar con los inconformes, como el propio López Obrador lo hacía cuando era oposición.

AMLO no es culpable de todo lo que le acusan, ni tampoco tiene el tiempo para venir a convencer a todos los que piensan diferente; lo penoso es que a quienes les corresponde hacer esa tarea, quienes forman parte de su gobierno y reciben un sueldo por ello, tampoco lo hacen, simplemente dejan que la molestia crezca y los incidentes pasen, confiados en que el presidente siempre saldrá al paso.

En la última visita de AMLO a Morelos las cosas salieron muy mal, las manifestaciones ya fueron violentas y hasta un elemento de seguridad mostró un arma de fuego para intimidar a los inconformes

Quizá por lo cargado de su agenda el Presidente de México no tenga tiempo para observar esos detalles y solucionar este tipo de situaciones, pero para eso también existe un partido político (Morena) que debería salir al paso y presionar para que quienes tienen que hacer el trabajo de cabildeo político lo hagan.

¿O será que también a ellos les vale gorro que la figura del presidente se desgaste?

  • nota

En medio de tantas malas noticias hay una historia que se contó, se escribió, pero poca atención recibió: En el primer año de gobierno de Cuauhtémoc Blanco Bravo,  la deuda pública del estado bajó por lo menos 800 millones de pesos.

A decir del secretario de Hacienda Alejandro Villarreal Gasca, la deuda pública que recibió el gobierno de Cuauhtémoc Blanco Bravo fue de cerca de 10 mil millones de pesos; hoy los datos oficiales muestran una disminución de por lo menos 800 millones de pesos.

El hecho no es casual: “Durante el año pasado realizaron algunas maniobras para el ejercicio del gasto, que permitió abonar y disminuir el monto de la deuda; para atender las dificultades financieras en las que se recibió la administración estatal se tuvieron que aplicar medidas de control presupuestal para evitar gastos innecesarios, pero sin afectar la operatividad de las dependencias de Seguridad Pública y de Asistencia Social, áreas prioritarias del gobierno de Blanco. Hemos hecho los pagos correspondientes para bajar la deuda y al cierre del 2019 logramos disminuir los pasivos en 800 millones de pesos”.

El tema no es menor, porque bajar en un año casi 10 por ciento una deuda contemplada para 30 años representan un paso mayor en la tarea de sanear las finanzas estatales. Las medidas tomadas por Villarreal Gasca fueron duras, pero el resultado es bueno; hablar de una reducción de 800 millones de pesos a los pasivos estatales suena sencillo, pero definitivamente no lo es.

Insisto: en medio de tantas malas noticias, aquí hay una buena historia que contar.

  • post it

Pueden ponerse máscaras de luchador y aplaudirle al presidente municipal hasta que se les hinchen las manos, pero mientras el Sapac no resuelva el gravísimo problema de desabasto de agua que hay en la capital y su titular no demuestre con hechos que sabe hacer algo más que subir fotos al Facebook, la situación en el sistema de agua de la ciudad no cambiará.

El problema de agua potable en Cuernavaca es real, es urgente y le pega mucho más al alcalde Villalobos que cualquier otro tema de su agenda de gobierno. Los ciudadanos de la capital se quejan por la inseguridad, la falta de obra y los servicios, pero toman las calles cuando el agua no llega a sus casas.

  • redes sociales

Una vez más un grupo muy reducido de encapuchados tomaron la caseta de Tlalpan y dejaron el paso libre a los automovilistas. Esta vez no hubo petición económica para los manifestantes, simplemente se sentaron, levantaron las plumas y dejaron pasar a todo mundo sin pagar su cuota de peaje.

La policía federal, como siempre desde hace un año, observó a la distancia sin hacer ni decir nada.

Si esto no es impunidad, que alguien me explique de qué se trata.

Comentarios para una columna sonriente:

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