Ser o no ser

En opinión de César Daniel Nájera Collado

Ser o no ser

 

El Ser o no ser... esa es la frase con la que Shakespeare decidió abrir el tercer acto de Hamlet, y que a la postre, se convertiría en una de las más célebres jamás escritas. Y es que no solo se trata de la increíble estética que representa el rey sosteniendo un cráneo en la tarima. Estas cuatro palabras sintetizan de manera cruda y directa algo que pareciera inherente al ser humano: la indecisión entre la actividad y pasividad, ante la inevitable potencialidad de la culpa, del remordimiento y la responsabilidad.

            Bastantes libros hay ya sobre el análisis de esta mera obra. Aquí, traigo la cita a colación simplemente para introducir y tratar algo referente a la última oración del párrafo anterior. De un mundo corrupto donde se intenta implementar en el mercado una cultura con base en una degeneración del laissez faire, laissez passer, solo se puede esperar “liquidez” en la responsabilidad. Y un humano tan líquido se intoxica ante la promesa de hiperlibertad. Cada vez más personas aprenden no solo a “dejar pasar”, sino a dejar de ser. Y si bien eso puede concebirse como un camino a la felicidad, solo es a una felicidad inhumana. Porque, con base en Heidegger, en un mundo hacia el cual nos vimos arrojados sin remedio, lo menos auténtico que se puede hacer es dejar de resistirse al caos, dejarse arrastrar, sin más, al inevitable destino de la muerte. Por algo Hamlet se debatió en cuanto al suicidio, porque aunque sucumbas ante él, la duda es la esencia de nuestra condición humana, y por lo tanto, de la existencia de la responsabilidad, de mi responsabilidad. Y estar en la posición de poder reflexionar sobre esto es un privilegio, sí, pero pensar que la responsabilidad solo existe en la intelectualidad es un error que por mucho tiempo he cometido. La persona menos privilegiada también puede hacerse responsable de su realidad por el simple hecho de resistirla o al menos dudarla. Creer lo contrario es dejar de hacerla humana, y aún tengo la suficiente ilusión como para pensar totalmente igual que Foucault y “matar al hombre”.

            La Realidad es una variante del poder, eso lo afirmo. El caos está ahí, sin embargo, el resistir no significa que sea imposible intentar moldearlo hacia ti; he ahí donde comienzan a crearse las realidades. El caos es tan fuerte que determina situaciones, pero la voluntad de existir, de poder y de sentido, apoyarán a reaccionar ante tales e incluso revertirlas. Al final de cuentas, tal vez la ironía e irracionalidad sí son lo que nos hace humanos.