Secreto a voces - Violencia de género y experiencia poblana

En opinión de Rafael Alfaro Izarraraz

Secreto a voces - Violencia de género y experiencia poblana

El actual movimiento por las reivindicaciones de los derechos de las mujeres, y particularmente en contra de la violencia de género, se ha convertido en uno de los movimientos sociales más importantes de la vida política posneoliberal. Uno de los que, sin estar sujeto a la agenda de gobierno, ha emergido como uno de los más alentadores del país y que ha sorprendido por las acciones que llevan a cabo, así como por los éxitos logrados en un tiempo tan corto.

Su impacto ha empezado a tocar a las universidades, el lugar en donde más hondo ha calado este movimiento. Este movimiento se ha combinado con el impacto que ha tenido la violencia en estudiantes mujeres. En algunas instituciones de educación superior como la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), así como en la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), han iniciado una serie de acciones que han tocado, inclusive, a profesores eméritos por acoso jóvenes estudiantes mujeres.

Lentamente el nuevo gobierno se ha visto obligado a repensar el tema de la violencia de género. No es que no existiera en el programa de gobierno, sino que el movimiento ha obligado a las heredadas estructuras de gobierno a modificar el ritmo que tal vez le quería imprimirse al tema. Las magnas movilizaciones efectuadas hasta el momento, la más impresionante como la efectuada en la Ciudad de Puebla (el jueves 5 de marzo), con aproximadamente 150 participantes, ha resultado un hecho inédito desde cualquier punto de vista. El periódico El Universal reportó 40 mil. Otros como El Sol, El Popular, coinciden en 150 mil.

Por supuesto que estas movilizaciones se han visto favorecidas por la actitud que han tomado los medios de comunicación, que las exaltan para posicionarse políticamente ante el nuevo gobierno. Pero de todos modos y más allá de esta lógica, lo que está ante nuestros ojos es algo que, en cuanto a los movimientos de mujeres, jamás se había visto tanto por sus objetivos como por el impacto social que de inmediato se puede apreciar. No sabemos si finalmente impactará la disminución de la violencia, pero de que es prometedor y que ya algo está cambiando no existe la menor duda.

Aquellos grupos que, al interior del movimiento (influenciados por la derecha) se dedican a pintar inmuebles para visibilizar las fakeprotestas, en la medida en que el movimiento contra la violencia de género se ancla en nuevos y amplios sectores sociales, poco a poco va perdiendo fuerza y relevancia. Lo que hemos visto en Puebla, es un ejemplo de madurez y congruencia de un movimiento que empieza ser masivo y ejemplar en cuanto sus propósitos. La marcha del 5 en la capital poblana fue ordenada y ejemplar.

Las políticas contra la violencia de género no han sido entendidas desde la cúspide gubernamental y utilizadas para quebrar los resabios que todavía permanecen en manos del antiguo neoliberalismo. Las recientes declaraciones de Olga Sánchez Cordero (titular de la Secretaría de Gobernación), y otras mujeres que forman parte del gobierno de la 4t, son intentos aún superficiales que no han logrado posicionar de manera definitiva a este gobierno ante el movimiento. En la práctica los gobiernos de la 4t están a la espera de que los movimientos contra la violencia de género les estallen.

En Puebla, el gobierno de Miguel Barbosa fue obligado por el movimiento a sentarse a negociar una serie de medidas con los estudiantes de las universidades locales, principalmente de la BUAP. Dentro de los acuerdos (que no tendríamos por qué estar esperando a que esto ocurra), fue la de crear una fiscalía especial para atender la violencia en general, pero también para atender la violencia de género en las instituciones de educación superior de Puebla: Uno de ellos crear una Fiscalía Especializada en Atención a las Comunidades Universitarias. Asimismo, los estudiantes participarán en el seguimiento de las políticas de seguridad local.

Las familias poblanas, en simpatía con este movimiento, colocaron agua en la calle para ofrecerla a los estudiantes. Es en sí un símbolo del apoyo de la población a este tipo de movimientos en los que se empieza a depositar la confianza de una pronta solución a la violencia, heredada por el morenovallismo especialista e ocultar las cifras de feminicidios. Entre los acuerdos, los estudiantes participarán en el Consejo Estatal de Seguridad Pública, asimismo se reforzará seguridad con cámaras de vigilancia en la ciudad.

Lo ocurrido en varias entidades demuestra que la lógica del movimiento es materia prima para reestructurar y modificar las viejas estructuras de seguridad heredades por el neoliberalismo. Así lo muestra el movimiento poblano, ejemplo a seguir de manera detallada. El mismo rector (Alfonso Esparza, rector de la BUAP), se ha visto obligado a reconocer y apoyar el paro generalizado que los estudiantes realizan en esta máxima casa de estudios local, después de la muerte de estudiantes de esta institución. Los acuerdos del 5, son muestra de que es necesario cambios, que el movimiento está oxigenando las políticas contra la violencia de género.

La agenda del nuevo gobierno ha sido lenta en este aspecto. Concentrada en la corrupción y la atención en general de la violencia, no ha logrado comprender la lógica de este movimiento social. Se aprecia en los discursos la idea de que, la agenda gubernamental, una vez que se aplique, poco a poco irá influyendo en los problemas específicos y disminuyendo sus manifestaciones negativas. La realidad nos dice otra cosa: que algunas capas de la sociedad compuesta por mujeres tienen otra opinión y otra lógica para enfrentar el problema y demandan del gobierno un cambio de tono.

De nueva cuenta, como en otros tiempos, los estudiantes de instituciones de educación superior se han encargado de reubicar la agenda contra la violencia de género en otro lugar. Un aspecto a destacar ha sido, que no solamente son estudiantes de universidades públicas. En Puebla, participaron de Jalisco, Veracruz y Tlaxcala. Se han sumado instituciones de educación superior privadas. Según el Comité Estudiantil Interuniversitario, agrupan a 80 universidades. En el caso de Puebla, hemos visto como en torno al paro de la BUAP y la dinámica del movimiento, se han nucleado a otras instituciones públicas y privadas.

Una nueva y aliciente primavera… Los gobiernos locales deberían de tomar lo bueno de esta experiencia por el momento inédita de los estudiantes poblanos y de otras partes del país.