Repaso - Normal de Amilcingo: ¿quién manda?

En opinión de Carlos Gallardo Sánchez

Repaso - Normal de Amilcingo: ¿quién manda?

En la Normal de Amilcingo, se dice, prevalece el trato humillante, como cada inicio de ciclo escolar, a las alumnas de nuevo ingreso. A ellas, supongo, se les reunió en días pasados en la institución, en pleno periodo de confinamiento, de acuerdo con la costumbre no oficial, pero permitida por las autoridades educativas correspondientes, de adoctrinarlas durante una semana de prueba, inducción o adaptación.

Las jovencitas en cuestión resultaron previamente aprobadas para iniciar sus estudios de licenciadas en educación primaria, de modo que lo que hicieran durante esa semana no implicaría riesgo alguno para perder su lugar. Sin embargo, se afirma que es tan duro, tan inhumano, tan indigno el trato que reciben, que algunas prefieren desertar y dejar espacios vacantes para otras aspirantes, cuya selección debe aclararse, porque si no se estaría pensando que en esa presión a la que son sometidas subyace el propósito de ocuparlos de manera discrecional; para recomendadas, pues. Ante las filtraciones en las redes sociales del presunto abuso cometido, la representación estudiantil que convoca a la realización de esas actividades de inducción, ya fijó su posición mediante un comunicado sin fecha, en cuyo final termina con la frase “septiembre combativo”:

“A través de este medio el H. Comité Ejecutivo Estudiantil ´Vinh Flores Laureano´ […] desmiente los comentarios hechos por las distintas aspirantes y personas externas, quienes desconocen totalmente la forma de trabajo que se mantiene […] Aclarando que en ningún momento se les maltrata ni física ni psicológicamente por parte de los miembros del Comité…”

El anterior pronunciamiento seguramente obedece a que ya se le hizo llegar una queja al respecto al director general del IEBEM, Eliacín Salgado de la Paz quien, a través de sí o de algún subalterno, aún no da respuesta a lo que supuestamente allí aconteció. Pero también está motivado por los relatos difundidos, como el siguiente:

“… las pusieron a lavar habitaciones, usando las manos como si fueran franelas, las pusieron a limpiar papeles del baño con vidrios todo revuelto con el fin de que se cortaran las manos, las ponen a correr a altas horas de la noche con hombres presentes alumbrándoles las caras con lámparas, limpiando habitaciones con papeles de baños sucios, heces fecales de animales o de humanos, a podar grandes árboles […]  le dieron a tomar café con sal, con miedo a que le dijeran algo, se lo tomó y no obstante le dieron más, ya al límite se negó ella y otras chicas, lo que pasó fue que las sacaron de la escuela a su suerte, justo en la calle, con su ropa desgarrada y las manos destrozadas…”

Evidentemente hay dos posiciones encontradas, que se trasladan a una discusión sobre la pertinencia o no de esa semana de adaptación. Provoca incluso amargas controversias entre amilcingas (como se les conoce coloquialmente), tanto las que ya egresaron, pero mantienen su sentido de pertenencia a esa escuela, como las jovencitas que cursan actualmente la carrera.

Marigin Ríos Radilla, ex líder estudiantil de la generación 1978 – 1971, ya jubilada y radicada en Guerrero, expresó en un mensaje virtual lo siguiente: “No a la semana de prueba!!! ¡La mejor prueba ya la hicieron! ¡Su examen de admisión y fueron aprobadas!!!”

“Nada justifica la violencia —sostiene Guadalupe Hernández, otra maestra de la vieja guardia— […] éramos unas niñas de 14 y 15 años, muy pequeñas, pero con hambre y sed de justicia, la lucha era contra el Estado, para arrancarle lo que es legítimo derecho de las hijas de los campesinos y los obreros porque esa fue la intención, propósito y origen de nuestra Alma Mater, dar oportunidad a quienes menos tienen, y no contra sus propias compañeras”.

Del otro lado, se leen mensajes que hablan de una polarización ya imperante: “Las normales rurales no son para princesas. Creo que las chicas que fueron a la semana de prueba no lo sabían”, sostiene alguien que se llama Elzy García, cuya foto refleja una mujer joven. Ella misma afirma que la Normal educa guerreras, expresión muy a tono con el matiz ideológico que ha imperado en los cuadros de representación estudiantil en Amilcingo y en otras normales del país.

Y a todo esto, ¿dónde están las autoridades educativas? Allí, en los intercambios y debates virtuales, también se alcanza a entender una percepción lamentable: “En esas cosas el IEBEM no manda”. “Los directivos y los funcionarios son omisos”. “Tienen miedo de intervenir”. Así están las cosas.

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