Repaso - El gobernador y su proyección mediática

En opinión de Carlos Gallado Sánchez

Repaso - El gobernador y su proyección mediática

Las responsabilidades de comunicación social de un gobierno como el de Morelos, ¿deben regirse por su compromiso con la sociedad  en general o con el mandatario estatal en turno?

Lamentablemente están al servicio del gobernador correspondiente y por ello no sirven para que los ciudadanos se formen, enterados, un juicio completo sobre tal o cual tema. Esa idea de protección exacerbada a la figura del mandatario no ha variado, así hayamos sabido de administraciones de derecha, de izquierda o del centro.

 

Ha de ser muy fácil desempeñar tareas de comunicación social en  Morelos. Cuando uno lleva la legua recorrida en esos menesteres, detecta que los responsables, así resulten designados por gobiernos de derecha, del centro,  de izquierda o, como el actual, de chile, mole y pozole, transitan por las mismas tendencias y emplean asombrosamente idénticos protocolos y formatos. Un breve ejemplo, que pudo haber ocurrido en lo que va de la actual gestión sexenal:

“El gobernador señaló hoy que en Morelos se construye un modelo por competencias, que debe sobreponerse al paso de los gobiernos, porque certifica y acredita a los jóvenes para insertarse en el mundo laboral y así tener acceso a una mejor calidad de vida”.

Textos así se vienen escribiendo en boletines institucionales desde que se firmó el Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica (ANMEB), independientemente del mandatario estatal en funciones y de las supuestas tendencias ideológicas del partido que lo postuló.

Se observa en ellos, cuando menos, los siguientes aspectos:

1. Están alimentados por un estilo triunfalista desmesurado, así en la realidad las acciones oficiales sean contrarias a las expectativas de la mayoría de los ciudadanos.

2. No se tiene el cuidado de la pertinencia conceptual. En el caso que arriba se aborda, se afirma con una soberbia insultante, la construcción en nuestro estado de un “modelo por competencias” En estricto sentido no es mérito estatal esa aspiración, pues la vienen impulsando los gobiernos federales desde hace aproximadamente, cuando menos, 12 años, pero finalmente cumple con las líneas estratégicas implantadas por organismos internacionales desde hace más de 20 años, proclives al neoliberalismo galopante desde entonces.

3. En  el contexto a que se refiere el punto anterior, las autoridades educativas estatales no tiene vela en el entierro y se convierten simplemente en reproductoras de políticas educativas “sugeridas” desde espacios de poder y control en donde no se les toma en cuenta.

4. Cuando esos funcionarios o autoridades o sus pregoneros a sueldo se apropian del discurso implantado, lo multiplican hasta la saciedad y lo defienden con furor, como si fuera propio, pero desprovistos de una idea compleja, reflexionada, anclada en principios esenciales de lo que debe ser la tarea educativa.  En consecuencia, los fines formativos  en un país como el nuestro se parcializan, se ven desde ópticas pragmáticas, allí donde sólo aprecian los árboles pero no el bosque.  A sus reproductores lo que menos les importa es la percepción del ser humano integral que se quiere formar, más allá del dominio instrumentalista de las famosas competencias para la vida laboral.

5. Por último, se aprecia en esos textos de “comunicación social” un desparpajo que raya en el cinismo.  Por lo tanto, en realidad no cumplen con su cometido social y se quedan en el pantano del culto a la personalidad, mediante el cual se intenta proyectar al gobernador correspondiente, así exagere de lerdo y zafio, como un experto en todos los temas.

En fin, la intención de estos comentarios es evidenciar cómo un presunto gobierno de avanzada, renovador, estaría actuando y hablando en sectores como el educativo, del mismo modo que lo pudría hacer otro que se experimente alimentado por otras ideologías sean de izquierda, derecha o de otra tonalidad.

Conclusión: el gobierno de Cuauhtémoc Blanco y colaboradores que le acompañan en el sector educativo, se estarían proyectando como firmes defensores de un modelo que no se está construyendo en la entidad, sino que es producto impuesto por las instancias financieras y políticas internacionales y nacionales, y aplicadas por los gobiernos federales desde hace una buena cantidad de años. Blanco Bravo, y subordinados ni siquiera toman conciencia de lo que significa transitar por estos tiempos de presunta transformación social, económica y política.

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