Repaso - EDUCAR PARA EL DESCONCIERTO

En opinión de Carlos Gallardo Sánchez

Repaso - EDUCAR PARA EL DESCONCIERTO

Los usuarios de Internet estamos a expensas de todo tipo de información, incluidos los múltiples puntos de vista, algunos serios y fundamentados, pero otros con un encono incomprensible que toca los extremos de la desvergüenza.

Ahora que niños y jóvenes, principalmente, permanecen en sus hogares por la contingencia de todos sabida, es probable que, de pronto, se distraigan de sus particulares intereses y se encuentren con opiniones relacionadas con el presidente Andrés Manuel López Obrador y sus acciones de gobierno.

¿Cómo interpretan los mensajes que leen? Ante tanto desconcierto, seguramente se les dificultan los elementos de reflexión para orientar sus propios puntos de vista. Es posible que entre familiares analicen o discutan los textos, las imágenes, los denuestos, los memes y cualquier otro mensaje que alguien difunda por la red. Pero ello no garantiza que lo puedan hacer con atingencia, no por faltos de inteligencia, sino por el origen y la identidad de quienes envían mensajes con una sola tendencia, que son principalmente quienes tienen un interés particular para negar todo reconocimiento a la obra gubernamental.

No sólo se trataría de valorar la confiabilidad o no de la información difundida, sino la intención de quien la hace. Desde aquellos que simpatizan con las acciones decididas y emprendidas por el gobierno, hasta quienes no pueden ocultar sus fobias que, en muchos casos, reducen la validez de sus análisis u opiniones. En unos puede incurrirse en el solapamiento y en otros el ataque aleve.

Por ejemplo, en el grave problema de salud producido por el coronavirus, se estigmatiza cualquier acción o reacción del presidente y se augura sin elementos científicos que a los mexicanos nos va a ir de lo peor. Hay quienes sostienen que, de hecho, vamos en picada, aunque otros no lo apreciemos así.

No hay proceso educativo alguno, formal o informal, que en estos momentos considere acciones para reducir el desconcierto, que no implica obligadamente estar a favor de Andrés Manuel López Obrador, pero que sí exigiría el compromiso generalizado de evitar el manejo de información o imágenes falsas, así como, en la medida de lo posible para que no se hable de faltas a la libertad de expresión, el cuidado para alejarse de sandeces, de ofensas, de calificativos aberrantes (Hace unos días leí un comentario de una persona de la tercera edad, con más años que El Peje, a la cual conozco, que se refiere a López Obrador como el “vejete senil”. También recuerdo a otra persona, sin preparación ni cultura alguna, dirigirse al presidente como viejo loco e “ignorante”.)

El horno no está para boyos, como se dice coloquialmente. ¿Será posible convocar a una cruzada de respeto y decoro cuando se confronten puntos de vista diversos en torno a un hecho o personaje, sin necesidad de las ofensas que proliferan como virus? Es por el bien de todos y no requiere obligar al otro a pensar como yo, mucho menos adoctrinarlo.

Es por las generaciones de niños, de adolescentes y jóvenes, para que no vean en las redes, sobre todo, el ring idóneo para la descalificación, la diatriba, el golpe bajo, la cobardía implícita en los mensajes anónimos.

El punto de partida, por lo menos aquí en Morelos, sería identificar las filias y las fobias de quienes con mucha frecuencia se enfrascan en una carrera obsesiva del descontón verbal, del presunto ingenio para motejar a personajes, etcétera.

Se podría identificar desde el ciudadano común, el analista reflexivo, el científico conocedor, hasta el periodista “famoso” por sus tendencias respecto del poder, el político rencoroso, el militante que vio perder a sus candidatos y aún no digiere la derrota, o el ex funcionario que esperaba seguir cobrando del erario público y ya no pudo. La lista sería muy extensa; lo importante de todo esto es que cada quien, sin necesidad de que se le condicione o censure, asuma el compromiso de dejar en claro su posición personal en torno a esta administración, y por ello la tendencia de sus comentarios o aportaciones. Lo deleznable sería que se pretenda con máscara aludir al respeto a la libertad de expresión.

Concluyendo, creo que el desconcierto en el ánimo de la gente, que lo dispone o predispone hacia un hecho o personaje en particular, deberá tomarse en serio para aportar opiniones relacionados con la educación para el uso y consulta del Internet.

  • De refilón

Al leer mis comentarios, alguien podrá calificarme de ingenuo o soñador, por no decir tonto (o cualquier otro adjetivo parecido). Para no meterme en complicaciones, me diría a mí mismo: este aislamiento me provoca ensoñaciones.

E mail: profechon@hotmail.com