Repaso

En opinión de Carlos Gallardo Sánchez

Repaso
  • ¿Que no llegaron puntualmente los libros de texto? ¡Qué bien!

Tarde o temprano tuvieron que llegar a las escuelas donde faltaban. Si hubo o todavía hay alguna demora es lamentable, pero no pasa nada si el profesor de grupo, en función de sus cualidades docentes y didácticas, pone en juego saberes y emociones para iniciar el curso con diversas actividades de socialización e, incluso, iniciando el desarrollo del programa de estudios correspondiente al grado que atiende. Yo pienso que así lo hacen muchos. No es una tragedia no disponer de los libros de texto al inicio de un ciclo lectivo.

Claro, mediáticamente resultó noticia para “evidenciar” la incompetencia y falta de compromiso de las autoridades educativas federales. Las estatales, en voz del secretario del ramo, Luis Arturo Cornejo Alatorre, se lavaron cómodamente las manos. No está en el ámbito de su competencia, trató de decir. El problema, según se publicó en El Regional del Sur, en una nota informativa escrita por Lupita Flores, se explicaba así:

“La entidad enfrenta una carencia de libros de texto gratuito, principalmente para alumnos de nivel primaria, confirmó el titular de la Secretaría de Educación, Luis Arturo Cornejo Alatorre. Según el funcionario estatal, hubo una mala planeación en el envío de libros por parte de la Secretaría de Educación Pública (SEP), a través de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, debido a que el material que llegó a Morelos fue insuficiente.”

Los pretextos a la orden del día, sin una propuesta argumentativa para llamar a la tranquilidad y la prudencia. ¿Pero qué tal para tomarse la foto? Ahí sí, los funcionarios educativos criollitos no pierden oportunidad alguna. Lo pudimos constatar, por ejemplo, cuando se anunció formalmente el inicio de la distribución de los libros; vimos correctamente acomodaditos en el presídium al propio Luis Arturo Cornejo y a Eliacín Salgado de la Paz, director general del IEBEM, junto con el gobernador de facto, Juan Manuel Sanz. No estuvo Cuauhtémoc Blanco Bravo, quizá porque al ver un libro le pudiera dar urticaria. Para qué arriesgarse a que lo pusieran a leer.

Cuando en diferentes medios, días después, se informaba de la demora en la distribución, las evasiones o los pretextos estuvieron a la orden del día, en lugar de insistir en la función primordial del docente, con o sin libros de texto. Prefirieron, como los avestruces, esconder la cabeza. O de plano no tuvieron los argumentos pedagógicos para valorar el papel del docente, quien por lo general sale al paso de los problemas y busca enfrentarlos con sus propios recursos, mientras las insuficiencias administrativas se subsanan.

Desde luego, debe ponderarse en sus reales dimensiones la entrega gratuita de libros de texto por parte del Estado mexicano. Fue, desde sus orígenes con el presidente Adolfo López Mateos, una acertadísima política educativa y de justicia social. Gilberto Guevara Niebla, en un artículo publicado en la versión digital del periódico “Crónica” el 12 de febrero del presente año, lo empezó así:

“Una monografía de la escuela argentina me hizo ver que el libro de texto gratuito no es un fenómeno universal, sino específicamente mexicano”.

Sin embargo, su institucionalización devino en una errónea concepción respecto de la “oficialización” de la cultura y la ciencia. Emplearlos, sostienen los especialistas, tiene sus ventajas y desventajas.

En la visión polarizada de su utilización, se sostiene: “El libro de texto clásico responde a un uso de los contenidos aislado, sin contexto y muy desmotivador para el alumno. Todo va en una sola dirección, representando los contenidos de una manera cerrada, única y formal, cuando el conocimiento nunca ha sido más universal, abierto y veloz que en la actualidad. A veces incluso los podemos encontrar influidos por intereses ideológicos e incluso políticos.”

Los análisis sobre el uso y el no uso de los libros de texto son frecuentes y polémicos. El escritor ibérico Javier Penalba España, nos habla de una escuela, nombrada Sadako. Se trata de un centro educativo de primaria y secundaria ubicado en Barcelona, en el que está en marcha un “proceso profundo de transformación y actualización de su proyecto educativo, en el que el ciento por ciento de los alumnos no utiliza libros de texto.”

Otras son, claro está, las circunstancias respecto de nuestro país. No debemos olvidar, pese a la presencia del Internet en muchas localidades, que las únicas fuentes de consulta en infinidad de hogares mexicanos son los libros de texto. Esa es una de sus valías.

Sólo habría que puntualizar e insistir: la capacidad docente, su creatividad, su experiencia, son mucho más que cualquier libro empleado en clase. En efecto, bienvenidos, pero si por alguna circunstancia tardan en llegar, ahí está el profesor de grupo para adecuar a su realidad las condiciones de aprendizaje.

E mail: profechon@hotmail.com