Reflexiones de mesa - Educación Familiar Laica - ¿Autoridad o Tiranía? Parte II

Dervilia Compañ Calzada en Cultura

Reflexiones de mesa - Educación Familiar Laica - ¿Autoridad o Tiranía? Parte II

El tema de las creencias y ritos religiosos es por mucho una situación delicada en torno a la educación de los individuos. Está inserta en cada uno, más allá de su disposición consciente y de su habitual conducta. Hay tradiciones que se imponen por la fuerza de la costumbre y la inherencia de la práctica, parece que llega un punto de difícil escapatoria.

En la cultura latina se sobrepone el catolicismo, las figuras cristianas y variadas representaciones religiosas como santos y vírgenes, aunado a esto, está una significación de conducta en el entorno social. Una creencia redefine los actos de un hombre, los impulsa o limita, las ideas son la base del vínculo entre el ser humano y el mundo que lo rodea. Nombres, conceptos, signos; el entorno existe a partir de un código asignado y la convicción de que eso representa tal o cual objeto. Como un color o un número, los valores determinados constituyen la “verdad” de la forma.

La familia es el núcleo social por excelencia, basta mencionar la necesidad de este punto de inicio para cualquier ser humano y su vínculo con el mundo a partir de este comienzo. Más allá del cotidiano padre/madre/hijo (s), existen representaciones de autoridad que se asemejan a este partido natural. La familia puede vislumbrarse con distintos individuos que conformen ese estrato de crecimiento y desarrollo de un ser social.

Los primeros años de un niño son determinantes en su desarrollo total hasta la adultez, sí, irá modificando y adquiriendo signos propios y sociales que le definan, pero las enseñanzas base tendrán la fuerza de una raíz para un árbol en crecimiento. De esta manera, las creencias religiosas son un vector sólido para la mente “nueva” de un infante. Los padres o la autoridad inmediata, así como todos quienes convivan de forma cercana, tendrán una total influencia en el hacer y pensar del individuo en crecimiento.

Si la casa está decorada con imágenes religiosas ¿qué implica para un niño? O, más aún, si existe un altar destinado a alguna deidad o representación ¿cómo lo entiende él? Todavía en nuestros días es común encontrar familias con tradiciones arraigadas, ritos devotos; los infantes se adhieren de forma natural, por inercia, a estos paradigmas y los repiten hasta entrada ya la edad adulta. Se forma en ellos una relación habitual con estas formas de vida y la continúan ¿Qué determina esto para los individuos?

El pensamiento es el centro de comando de un ser humano, a partir de la forma en cómo conciba el mundo serán sus actos y, por lo tanto, el efecto que tenga. La sociedad está marcada por su tiempo y las tradiciones, invariablemente se encuentra sometida a una regla en la que pocos individuos logran vislumbrar un detalle de inconformidad y puedan modificarlo para dar pauta a un nuevo esquema cultural. Todo conlleva una evolución, un desarrollo en el tiempo y mantiene en ese proceso una serie de etapas en las que al inicio siempre resulta un quiebre doloroso o casi violento para lograr modificar lo ya establecido. La familia será siempre un factor de rigor en estos cambios, ya sea para fomentarlos, limitarlos o inspirarlos.

Los padres deben tener  la consciencia de lo determinantes que son para cada uno de sus hijos, y con padres refiero a la figura de autoridad que custodie un hogar (abuela, tíos, hermanos, etcétera) Los niños adquieren toda la información del ambiente que habitan y en el caso de las tendencias religiosas debiera existir una posibilidad de manejar este formulario sin tener los padres que rechazar sus  propias creencias ¿Cómo se logra esta libertad de pensamiento y disposición hacia la mente nueva de un ser independiente?

Como padres debe existir una constante idea de que, a pesar de que el niño sea su hijo, es un ser humano libre y autónomo, y que tiene el derecho de elegir su disposición hacia el mundo. Una religión impuesta es ya una violenta condición autoritaria en cualquier individuo. Forjar las ideas se permea de estos detalles encarnados en fórmulas conceptuales: bien/mal, cielo/infierno, virtud/pecado, culpa, penitencia (…) por mencionar algunas de las fórmulas que permanecen en el imaginario y que adquieren fuerza inconmensurable en las mentes adultas.

Los padres pueden tener la facilidad para hablar abiertamente con sus hijos y referirles que cada tradición es diferente, que existe el derecho de pensar y creer lo que mejor se adapte a cada uno; deben ampliar su conocimiento social y religioso para ofrecer una disponibilidad así como información sobre distintas culturas y religiones en el mundo. Expandir el panorama del niño les obligará a tener flexibilidad en el propio.

La enseñanza del infante es siempre un aprendizaje y crecimiento para los padres, siendo en este caso que evitarán problemas como la intolerancia o fanatismo religioso pues serán adultos conscientes de su religión como modo de pensamiento y no de vida. El actuar debe tener libertad, un albedrío digno de un ser humano que se jacte de llamarse tal, con autoridad sobre sus condiciones y relación con los demás individuos y la sociedad.

 

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FB: Dervilia Martha Compañ Calzada