Reconfigurando la función docente en el CAM: el regreso a clases

En opinión de Silvia Laura Vargas López

Reconfigurando la función docente en el CAM: el regreso a clases

El ciclo escolar 2021 – 2022 ha significado para los docentes de CAM un nuevo reto dentro de esta Pandemia por COVID-19. Todo inició en marzo del 2020 se suspendieron las clases, se inició el trabajo a distancia, el ciclo escolar terminó antes, todo era “provisional”, nos fuimos adaptando. El ciclo escolar 2020 – 2021 se inició de la misma manera, ya no era provisional, así seguiríamos trabajando; por ende, se adecuaron las planeaciones, las actividades, la comunicación con las familias, los espacios de trabajo en las casas de los docentes, se generaron materiales didácticos digitales, se entregaban a los padres materiales impresos, se les pedían materiales de reciclado, todo fue un aprendizaje en conjunto y de manera simultánea con los padres de familia y los alumnos.

Una nueva normalidad imperaba en el trabajo docente, todo frente a una pantalla (la de la computadora o del celular), los horarios eran flexibles, nos adaptábamos a las posibilidades de las familias. Seguimos aprendiendo juntos en la “comodidad” de nuestra casa. En el CAM 13 los administrativos y la directora empezamos a asistir a partir del inicio del ciclo escolar 20-21, haciendo guardias al menos una vez a la semana (dependiendo del color del semáforo en el estado) para dar mantenimiento a nuestro inmueble, para entregar materiales a los padres, para cuidar nuestra escuela.

El regreso a las aulas, tan ansiado y temido al mismo tiempo, se veía lejano, se sentía sólo como una posibilidad remota. Los padres hablaban de la necesidad de que los niños ya estuvieran en la escuela, los docentes analizábamos que para algunos niños estaba siendo muy cansado, muy desgastante este trabajo a la distancia; pero ni unos ni otros creíamos realmente que el regreso fuera real.

Hasta que inició el presente ciclo escolar 2021 – 2022, ahora sí las autoridades hablaban del inminente regreso, ya no importaba el color del semáforo, parecía incluso que ya no importaba la pandemia. Y entonces el “monstruo de colores” que tanto habíamos trabajado con los niños para el reconocimiento de sus estados de ánimo se hizo presente ahora en los docentes: incertidumbres, miedos, inseguridades, alegrías, esperanzas, enojos, todo se presentaba en cada uno de los docentes al saber que tendrían que dejar la “comodidad” de su hogar y regresar a sus aulas, esas aulas que extrañaban pero que ahora también temían.

De nuevo un reto, una adaptación, un aprendizaje, una nueva normalidad que debíamos construir, muchas acciones previas para enfrentar la atención híbrida a los alumnos: cooperar todos para un nuevo router de manera que garantizáramos más espacios con conectividad, reacomodar nuestros espacios de trabajo para respetar la distancia entre los alumnos,