¿Para qué sirven los políticos? Conflicto entre poderes e ingobernabilidad: dos lecciones para Morelos

En opinión de Aura Hernández

¿Para qué sirven los políticos? Conflicto entre poderes e ingobernabilidad: dos lecciones para Morelos

“En estas circunstancias, la democracia era más bien un mecanismo para formalizar las divisiones entre grupos irreconciliables”

Eric Hosbawm 

 

La semana pasada, la noticia de la crisis política de Perú, por el enfrentamiento entre el Poder Legislativo y el Presidente constitucional ocupó los titulares de muchos medios de comunicación en el mundo. El presidente peruano disolvió el Congreso y convocó a elecciones legislativas, luego de un encontronazo por la elección de un Magistrado del Tribunal Constitucional, y a su vez el Congreso destituyó al Presidente y nombró a una Presidenta en funciones, que horas más tarde renunció.

Mientras en las calles de Lima, ciudadanos se manifestaban para celebrar la decisión presidencial como vía para terminar con el conflicto que involucra a los tres poderes de la nación sudamericana, convertida  en este momento en el epíteto de un gobierno dividido y padecer una profunda crisis de ingobernabilidad.

El Congreso, dominado por los fujimoristas que buscan designar a un Magistrado que les garantizara impunidad en las acusaciones de corrupción de que se señala a varios de sus miembros,  y por las que el año pasado se destituyó y encarceló al Presidente de esa nación.

Ese mismo lunes,  ya no en Perú si no más cerca de nosotros, en este mismo medio, Gerardo Suárez entrevistó al Diputado Federal por Cuernavaca Alejandro Mojica Toledo quien opinó sobre los conflictos entre representantes de los poderes en el estado de Morelos, que si bien hasta el momento no han llegado a los extremos del Perú, sí han trastocado considerablemente algunos aspectos de la normalidad institucional

Ahí Mojica advirtió que si bien, no considera que este enfrentamiento entre poderes, y entre las facciones que al interior los integran, amerite su desaparición como se ha solicitado en el Senado para algunos estados, estos conflictos si originan un retroceso político, económico y social en el estado de Morelos y mantiene a los ciudadanos en la incertidumbre.

El caso de Perú y las reflexiones que Alejandro Mojica expresó a Gerardo Suárez, deberían preocupar a los servidores públicos que conforman en este momento las élites políticas en el estado de Morelos, no solo por la que se refiere a la gobernanza política, sino también porque minan la confianza ciudadana en un gobierno que llegó al poder con una gran legitimidad, pero que hoy parece no estar a la altura.   

La inseguridad, la falta de inversiones, la corrupción, la ineficiencia en la administración pública, la improvisación de los actores políticos, los abusos en el ejercicio del poder, la falta de humildad y de visión de estado, el uso de los cargos públicos para beneficio personal, la manipulación, la venta de cargos y favores... son solo algunos ejemplos de ilustran el estado actual de las cosas en Morelos.

Todo lo anterior sin dejar de reconocer el saqueo, la rapiña y la corrupción orquestada por gobiernos anteriores y que por supuesto son una herencia nefasta para los actuales gobernantes que, sin embargo, parecen empecinados en parecerse cada vez más a sus predecesores. 

No solo porque sus equipos de trabajo son reciclados de gobiernos de diversas filiaciones partidistas, si no porque en su práctica diaria reproducen todos sus vicios,  lo que evidencia la improvisación, la escasa vocación y formación políticas y la nula existencia de un proyecto.

La “recomendaciones” hechas el sábado por la mañana por el Presidente de la República al gobierno de Morelos, cuando se dirigía de Puebla a Chiautla y pasó por un tramo carretero del municipio de Axochiapan Morelos, es una muestra de la desatención de necesidades prioritarias de la población  como consecuencia de la crisis política que se vive en el estado.                                     

Lo mismo que los asesinatos ocurridos incluso, al interior de instituciones financieras y a plena luz del día, las condiciones lamentables de la infraestructura urbana en las poblaciones del estado, la venta al mejor postor de los cargos bajo responsabilidad del poder legislativo, la propuesta de construir un mercado en el único parque público y arbolado que existe en Cuernavaca y que data de 1906, las afectaciones a la impartición de justicia cuando se usa una amenaza de bomba para incidir en una diligencia judicial. Todos esos actos y omisiones son agravios directos a los ciudadanos de a pie que,  por si se les ha olvidado, pagamos sus salarios y hasta su estilo de vida.

El presidente dijo el sábado a su paso por Morelos que el estado de las carreteras era lamentable y vergonzoso e hizo un llamado para “ponerse a trabajar para que esas cosas ya pasen a la historia”. En el momento que esto escribo, la autoridades del estado se encuentran reparando ese tramo carretero.

Pero no se trata de ir, literalmente, tapando baches, sino de tener un rumbo,  un proyecto, de tener certeza de a dónde vamos y que se está haciendo para cambiar las cosas del estado en que se encuentran. 

Los ciudadanos también queremos lo mismo que el Presidente, queremos políticos comprometidos, políticos con proyecto, políticos mesurados, políticos con una ética de la responsabilidad y con un amor apasionado por su causa como lo dijo el gran Max Weber.  Y eso no es una exigencia extraordinaria es el trabajo que se comprometieron  a realizar cuando nos pidieron el voto.

Si no están dispuestos a ello, veámonos en el espejo de Perú.