Observador político - Los verificentros en plena pandemia

En opinión de Gerardo Suárez Dorantes

Observador político - Los verificentros en plena pandemia

Con la finalidad de generar las condiciones entre los automóviles para evitar contaminar lo menos posible, los gobiernos federal y estatal obligan a los propietarios de autos a realizar sus procesos de verificación, un programa dirigido al control de las emisiones contaminantes mediante la inspección de éstas a través de sondas y bancas electrónicas, para su posterior aprobación o rechazo. Estos centros o establecimientos denominados verificentros, se han convertido en negocios exageradamente bien remunerados y la mayoría han sido calificados por la sociedad como pésimos por sus magros resultados.

Para los científicos e investigadores, la contaminación atmosférica se ha convertido en un riesgo ambiental de los más importantes para la salud, de acuerdo con información de la Organización Mundial de la Salud (OMS), situación que fue bien aprovechado por los gobiernos federal y estatal para  hacer negocio con los empresarios que han decidido invertir en los establecimientos, sin embargo, en Morelos, las quejas e inconformidades se han ido incrementando, no hay citas en los tiempos estipulados, la corrupción se sigue mostrando pese a los intentos por erradicarla y peor aún, cuando se cae el sistema como sucedió recientemente en el oriente.

Incluso, la propia Secretaría de Desarrollo Social (SDS) no proporcionó la clave y no se hizo la revisión de los vehículos automotores, provocando la irritación de la gente que estaba esperando hacer cita a través de los medios digitales sin lograrlo porque nadie les avisó de la situación, aunado a que los propietarios de los automotores que fueron a realizar su verificación de igual manera salieron después de varias horas molestos y sin lograr realizar su proceso por lo que tuvieron que regresarse a sus casas.

Las denuncias son constantes, permanentes y nadie de la SDS hace nada para solucionar estos problemas que se generan en los establecimientos de los verificentros, que son un negocio millonario y ni así han logrado resolver los problemas que se han suscitado hace años.

Y es que las principales quejas de los automovilistas fueron porque pese a la situación, nadie les supo informar y con ello la generación de
 horas perdidas, además de que tampoco se realizaron los ajustes en los horarios laborales y actividades cotidianas.

El argumento de la afectación del servicio por parte de la SDS fue que, los centros de verificación son establecidos y operados por particulares bajo una autorización emitida por el gobierno del Estado, por lo que son los encargados de operar los mecanismos de funcionamiento apegados a la normatividad ambiental vigente; el sistema de citas es para una mejor prestación de servicio al usuario. Es cierto, sin embargo el gobierno debe de resolver el problema y evitar que los empresarios y dueños de estos negocios que por cierto, no son de Morelos, sigan enriqueciéndose a costa de los morelenses con un servicio pésimo y a costos súper elevados.

NEGOCIO REDONDO.- El programa de verificación vehicular fue creado con el objetivo de reducir las crecientes emisiones contaminantes de los vehículos automotores de combustión interna que circulan en las diferentes ciudades mexicanas, con el fin de mejorar la calidad del aire. Este programa funciona mediante un calendario de verificación, el cual, dependiendo del engomado del vehículo, dispone de un periodo en el cual se debe realizar una serie de verificaciones del vehículo en forma semestral, para determinar si el automotor cumple con las condiciones mínimas para poder circular. De acuerdo con el sitio web de la Ciudad de México (CDMX), el calendario del segundo semestre de 2018 para realizar la verificación vehicular según el color del engomado del auto y terminación de placas.

Sin embargo, en al menos los últimos dos sexenios que encabezaron el panista Marco Antonio Adame Castillo y el perredista Graco Luis Ramírez Garrido Abreu, uno de los grandes negocios que se han hecho en medio de fuerte señalamientos por actos de corrupción, fue en el tema de los verificentros, en los que, empresarios que están metidos en este negocio se convierten en automático en millonarios por lo redituable de representan estas empresas. Y es que los centros de verificación son  un negocio redondo y multimillonario y si no vea usted del por qué.

En Morelos la secretaría de Movilidad y Transportes, tiene un padrón aproximado a las 600 mil unidades, tanto del transporte público como privado. Pero además, los automóviles, la mayoría de lujo que provienen de la ciudad de México y que, especialistas en el tema aseguran son al menos  unos 20 mil automotores que también tienen que verificar aquí en la entidad y cuyos costos por servicio, son de mil pesos al año, en razón de que lo tienen que hacer cada seis meses.  Y más aún, cuando los nuevos establecimientos que se autorizaron cuentan con la bendición del titular de la Secretaría de Desarrollo Sustentable (SDS), Constantino Maldonado Krinis, a pesar de que siempre fue un crítico de los negocios que estaban tras la conclusión de la administración de Graco Ramírez. Misteriosamente todas las críticas que hizo el funcionario en cuestión, desaparecieron como por arte de magia sin importarle que muchos de los establecimientos incumplían con los requisitos para su funcionamiento. Por ejemplo, fueron ubicados en lugares muchos muy transitados como el que está actualmente en la parte norte de la avenida Domingo Diez, a la altura del banco Santander, donde los autos de súper lujo, hasta en doble fila se estacionan, incluso del otro lado de la avenida, es decir, de norte a sur, provocando un tráfico vehicular inmenso y nadie dice ni hace nada.

Los eficientes, honestos y siempre trabajadores policías de tránsito aquí nunca están. Cómo si tuvieran la consigna de que no hagan absolutamente nada en contra de los chóferes que hacen de las suyas con tal de verificar en estos negocios cuyas dudas de su constitución son muchas. Es increíble que no aparezcan los elementos de tránsito en una de las principales avenidas de la ciudad. Las filas de autos son ofensivas, agresivas y eso sucede en casi todos los establecimientos que les permitieron abrir, porque es imposible atender a todos los autos que sobrepasan sus capacidades técnicas y humanas para poder atender y cumplir con la Ley.

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