Luces y sombras del 6 de junio.

En opinión de Aura Hernández

Luces y sombras del 6 de junio.

“La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva”

José Saramago.

 

¡Por fin terminarán las campañas electorales! Y ahora,  con seguridad, conoceremos el verdadero talante de los protagonistas. Termina el idilio de los políticos con la ciudadanía y empieza la “realpolitik”.

Y eso no es nada novedoso. Sucede siempre en los procesos electorales. Y es que, en este país tan proclive al optimismo, las campañas electorales tienen el prodigio de transformar a los políticos en mejores personas: empáticos, amables, sensibles, preocupados por la ciudadanía, alegres, atentos… Pero, ¿de verdad creen que la ciudadanía les cree impunemente?

El profesor Michel De Certeau, especialista francés del siglo XX, que ha desarrollado tesis y ha producido obras sobre la habilidad en el uso de “artimañas”, que para vencer al fuerte tienen los “débiles”, se ha referido hasta el cansancio a las resistencias y a las forma en que los de abajo “consumen” el discurso de las clases dominantes.

De Certeau, resume su posición con una humorada que hay que tomarse en serio: “siempre es bueno recordar que a la gente no debe juzgarsele idiota”.

Sobre esto, en una de sus obras el historiador de la Sorbona, cuestiona la concepción generalizada del éxito espectacular de los europeos en la conquista de Las Indias y nos da cuenta de cómo, las poblaciones autóctonas no rechazaban las leyes impuestas por los conquistadores, sino que las subvertían al darle cien maneras de usos diferentes de acuerdo a su propia visión del mundo.

En el contexto de estas reflexiones , un cliché si se quiere, es esa idea de que ante la imposición de la religión católica por parte de los españoles en Nueva España, la población autóctona no acudía a los templos a rezar por las divinidades cristianas a que les obligaba su nuevo estatus confesional, sino que iban a las iglesias a venerar a las efigies de sus dioses que enterraban precisamente abajo del púlpito cristiano. Esa es la “resistencia desde abajo” y eso sucede también en la política. Subestimar a los votantes deberá cobrar factura a los políticos. No ser auténticos también.

Traigo esto a cuenta precisamente, porque en su mayoría las campañas que están terminando han sido, no solo un insulto a la inteligencia de la gente sencilla a quienes en tiempo de campañas los políticos ven como presa fácil, sino también porque han exhibido su ignorancia sobre las realidades de sus votantes.

Aún cuando muchos aseguran que a partir del 2018 estamos en un fin de ciclo en las formas de hacer política, en donde la ideología no es lo más importante. En este periodo de campañas, que afortunadamente ya termina, hemos sido testigos de campañas a la antigüita, en donde prevalecieron los políticos que te ofrecen puentes donde no hay ríos, campañas al estilo “El cachas” y su “ya vas carnal”, o las demostraciones de poder del acarreo. Eso no cambió. Espero que el resultado electoral si logre ese portento.

Sin embargo, la frivolidad de las campañas en Morelos, en donde algunos políticos resucitados creen que nos confunden cuando ofrecen su “experiencia” y creen que olvidamos historias de incapacidad y corrupción, o los falsos candidatos indígenas y de la diversidad sexual,  no quita que sea este un proceso complejo.

Es complejo, no solo por la cantidad de cargos que están en disputa y por la pulverización y la diversificación del voto, sino por los intereses que se entretejen en el proceso y los riesgos que corren las personas que compiten, los electores y las instituciones.

La sombra de la pandemia del Covid 19, oscurece el panorama aun cuando el semáforo epidemiológico sea favorable en este periodo. La delincuencia organizada está al acecho y tal vez haya financiado campañas, la polarización política está en su punto más álgido y la sombra de la nulidad electoral ya se ha hecho presente.

Todos son elementos de preocupación que no deben soslayar las autoridades, pero el tema de la nulidad que ha dejado entrever el árbitro electoral, es un tema muy delicado, puesto que no hay parangón en la historia de México. Salvo en 1913, después del golpe a Francisco I. Madero, por órdenes del dictador Victoriano Huerta.

En Morelos, vivimos algo muy parecido en ese mismo 1913. Juvencio Robles, enviado de Victoriano Huerta encarceló al Gobernador del estado, a los diputados y a algunos Presidentes municipales por el delito de “rebelión en masa”, con lo que en los hechos desaparecieron los poderes del estado, pero ese no es el tema de hoy.

Esperamos que la jornada electoral transcurra sin contratiempos, pues la historia y la democracia nos han enseñado que la polarización  política y la ambición de poder deben moderarse por el bien de la ciudadanía. Participemos y desafiemos los malos augurios, pues como dijo el clásico, la política es algo muy serio para dejárselo solo a los políticos.