Las muertes que “valen la pena” para EE.UU.

En opinión de Carlos Morales Cuevas

Las muertes que “valen la pena” para EE.UU.

Estados Unidos es el foco rojo de infección por SARS-CoV-2 en el continente americano, las cifras de sus muertos superan ya las de España y se acercan a las de Italia; más de 16 000 decesos y sus víctimas, penosamente, aumentan a un ritmo muy rápido cercano a las 2 000 personas cada 24 horas. América concentra ya el 45% de contagios en el mundo, mientas que Europa poco más del 46%. El epicentro latinoamericano está en Brasil que se acerca peligrosamente al millar de defunciones como consecuencia del nuevo Coronavirus, mientras que México está próximo a alcanzar las 200 muertes por ese mismo motivo.
El pasado 24 de marzo, Donald Trump declaró que el pueblo de EE.UU. estaría trabajando y la economía estaría recuperada del Covid-19 para el 12 de abril; obviamente, poco después tuvo que recular afirmando que sus palabras habían sido “una aspiración” (posteriormente ha declarado pretender reabrir la economía de EE.UU. a partir del primero de mayo). Sin embargo, podemos entrever que su discurso en realidad respondía a la impaciencia de los grandes empresarios estadounidenses al ver el patrón que estaba siguiendo la economía nacional. Es decir, para él, la supervivencia humana ha estado y evidentemente seguirá estando, por debajo de los intereses del capital.
En las últimas décadas, los representantes del gobierno de EE.UU. han actuado de manera genocida con países como Cuba, Venezuela o Irán; verbigracia, en 1960, una circular del Departamento de Estado, propugnaba “una línea de acción que (…) haga todo lo posible para impedir el envío de dinero y suministros a Cuba, reducir el valor de los salarios reales y llegar al hambre y a la desesperación que provoque el derrocamiento del gobierno”.  Afortunadamente, como sabemos, el gobierno de la isla caribeña ha hecho todo lo posible y quizá un poco más, para proteger a sus ciudadanos.
Por su parte, Irán está padeciendo un empeoramiento de sus condiciones, ya que, el pasado 26 de marzo, Estados Unidos incrementó la severidad de las sanciones contra aquel país, principalmente en los rubros de: construcción, industria química y transporte marítimo. Recordemos que, en febrero pasado, Mike Pompeo, Secretario de Estado aseguraba que: “las cosas han empeorado mucho para los iraníes, y estamos convencidos de que eso hará que el pueblo se levante y cambie el comportamiento del régimen”. Nuevamente, el capital por encima de las vidas humanas.
Aunado a lo anterior, en estos momentos Irán tiene el 11,2 % de las muertes por Covid-19 en el mundo y, por ende, el miedo que genera la pandemia, podría resultar útil al propósito estadounidense.
Para la República Bolivariana de Venezuela, la mezcla de Covid-19 y las sanciones impuestas, ha dado un muy mal resultado. Hablando de las sanciones, como consecuencia de éstas, de 2017 a 2019 cayó la producción petrolera de aquel país en más de un 50%. No debemos olvidar que el 90% del ingreso del gobierno venezolano proviene de la exportación de crudo. A diferencia de Cuba, en Venezuela ya se ha documentado la muerte de varios miles de venezolanos a causa de las sanciones impuestas por EE.UU. y, ahora, a todo esto, viene a sumarse que, en estos momentos, la población venezolana podría padecer un brote masivo de Covid-19. La combinación de sanciones y el nuevo Coronavirus podría matar a millones de personas en Venezuela, Irán y en otras partes del mundo.
“Aumentar las sanciones sobre un Irán que se desangra es moralmente incorrecto y resulta terrible”, se pudo leer en un editorial del pasado 26 de marzo en el New York Times, periódico que, por cierto, también ha publicado: “Italia, está bloqueando Milán, Venecia y gran parte de su región norte, arriesgando su economía, haciendo un esfuerzo por contener la epidemia más grave de Europa: el Coronavirus”. Y, un par de meses antes, decía: “para combatir el Coronavirus, China ha confinado en sus casas alrededor de 60 millones de personas, ha instituido a una cuarentena muy estricta, ha restringido viajes y desplazamientos a centenares de millones de personas, esta campaña china ha provocado un golpe enorme para los medios de subsistencia de la gente y sus libertades personales”. Es decir, si la medida la toma Italia, el New York Times la aplaude, empero, si la misma medida es tomada por China, el mismo medio la desaprueba y condena.
En fin, lo que en aquel editorial se ponía sobre la mesa, es el déficit de valores morales del gobierno de EE.UU. un gobierno que no se detiene ante nada y, con tal de proteger al capitalismo en crisis y de que su economía circule, castiga naciones sin que les importe la muerte de muchísimas personas.
Y es que, el gobierno de Estados Unidos está acostumbrado, si conviene a sus intereses, a dejar morir a la gente; para dar un ejemplo claro, simplemente recordemos que, en 1995 la ONU encontró que más de 500, 000 niños y niñas iraquíes habían muerto a causa de las sanciones económicas impuestas por Clinton y que, al año siguiente, la otrora Secretaria de Estado, Madeleine Albright, al ser cuestionada por una reportera sobre esto, afirmó que, “valía la pena” la muerte de todas aquellas personas, víctimas de un gobierno extranjero con una “terrible decadencia moral”, como recientemente lo ha calificado el Director General para EE.UU. del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, Carlos Fernández de Cossío.
El diplomático cubano, al decir esto, se alejó de la crítica a los abusos de la plutocracia imperialista y, se aventuró hacía los terrenos en los que se sugiere que los líderes estadounidenses ignoran los valores humanos más básicos; respondiendo así a las amenazas del gobierno de EE.UU. contra las naciones que habían solicitado ayuda a Cuba para enfrentar la pandemia del Covid-19. Actualmente, Cuba ha enviado médicos a Italia, Venezuela, Nicaragua, Surinam, Haití, Granada, Jamaica, Belice, San Cristóbal y Nieves, entre algunos otros países.
El virus altamente contagioso que se registró por primera vez en la ciudad de Wujan, en China, hasta ahora se ha propagado a por lo menos 184 países en el mundo y; mientras Cuba suma sus esfuerzos para apoyar internacionalmente la batalla contra el SARS-CoV-2, EE.UU. conmina a países a rechazar su ayuda médica y, el Departamento de Estado estadounidense critica el envío de médicos (a México, por ejemplo, arribaron recientemente diez médicos cubanos con la encomienda de apoyar en materia de política pública). A pesar de ser víctimas del bloqueo económico y de las sanciones impuestas por Washington, los médicos cubanos en China, para hacer frente a la propagación del nuevo Coronavirus, han usado exitosamente el fármaco Interferón Alfa 2B; y, posteriormente, al menos 15 países han solicitado al gobierno cubano este “medicamento terapéutico con acción antiviral”, lo cual implícitamente significa un reconocimiento a las biotecnologías de la más grande de las Antillas.
Y, a pesar de que el pasado 30 de marzo Donald Trump haya declarado: “Bueno (el confinamiento) es muy malo para la economía, pero la economía es el número dos en mi lista. Primero, quiero salvar muchas vidas”. el presidente norteamericano es un neoliberal recalcitrante, por lo que resulta imposible no dudar de la veracidad de sus palabras. El capitalismo muchas veces tergiversa el significado de “economía” y lo utiliza como sinónimo de “ganancia” y, en más de una ocasión, Estados Unidos ha demostrado que, para ellos “vale la pena” la muerte de millones de civiles, lo cual hace casi inevitable, recordar a aquellos dirigentes europeos de extrema derecha que, a principios del siglo pasado, se aferraron a la brutalidad como único modo de gobierno.

PD.
Retrocedamos un poco y vayamos al año 2009, en el que hubo una pandemia a causa de la Influenza H1N1 que se originó en México y en nuestro país vecino del norte y, entonces, si ya estamos ahí, podemos darnos cuenta que nunca se habló de una “gripe americana” ni de nada por el estilo, como ahora sí se ha hecho con el “Coronavirus chino”; tampoco se acusó a los gobiernos de México y de EE.UU. de estar propagando la enfermedad por el mundo, ni hubo cuarentenas ni restricciones del tipo que ahora tenemos; de hecho, el entonces presidente norteamericano, Barack Obama, esperó seis meses antes de actuar frente a la crisis sanitaria (la alerta se declaró el 24 de abril y hasta el 25 de octubre se habló  de una “urgencia nacional” en EE.UU.) Aquella pandemia se propagó por 214 países; empero, no hubo satanización mediática como ahora sí la hay en gran medida contra el pueblo y el gobierno chino. La guerra es mediática y, no debemos perder de vista que la crisis no es sólo sanitaria sino también económica y que, el régimen dominante no está dispuesto a dejar de serlo.