La sociedad de los POETAS EBRIOS - Discriminación en la Guardia Nacional

En opinión de Héctor Rangel Terrazas

La sociedad de los POETAS EBRIOS - Discriminación en la Guardia Nacional

Pues estamos ya bajo el manto protector de la Guardia Nacional y, por el momento, no se aprecia mucho cambio. Parece que a los delincuentes no les avisaron (a los de Tabasco sí, y ellos ya se pronunciaron y de manera amenazante). Es muy temprano, se dirá. Esperamos que sea eso.

Por lo pronto, es importante dirigir la mirada hacia algunos signos preocupantes, poco comentados (quizá, a propósito, por parte de las autoridades) que, sin embargo, no deberían ser pasados por alto. Tienen que ver con el marco legal de esa nueva fuerza en la que tenemos basadas nuestras esperanzas (junto con una estampita de San Judas Tadeo).

Algunos de esas alertas que se prende pueden causar ruido en el despliegue de los elementos que llegan a cuentagotas. Hoy nos asomamos a una que evidencia una clara situación de discriminación e injusticia, en contra de quienes pondrán la cara, el cuerpo y la vida: los de hasta abajo en esos uniformes con las letras Ge Ene.
Hay, en el humilde juicio de quien esto redacta, una ABERRACIÓN JURÍDICA en la ley de la Guardia. El principio de igualdad en la aplicación de la Ley es un fundamento en el marco legal de los regímenes democráticos. No huelga recordar que la cuestión del fuero generó tanto malestar durante décadas por el privilegio del que gozaron tantos zánganos, hasta que el paladín de la 4T, de siglas AMLO, la echó para atrás. Difícilmente se podrá encontrar a un crítico a esa determinación, incluso, entre los tres inconformes que marcharon el domingo pasado (otro asunto, en otra ocasión, será el análisis de las violaciones legales constantes en las que el tabasqueño incurre).

En fin. Hallamos algo grave en el ordenamiento en cuestión, apenas promulgado y publicado en el Diario Oficial.
Lo justo es que las sanciones se impongan, en principio a todos por igual, y que el nivel del castigo se relacione con la gravedad de la falta, y NO CON QUIEN LA COMETE (hay, desde luego, agravantes y circunstancias, como la distancia entre menores y mayores de edad o si se actúa en defensa propia; pero todo ello está, o debe estar, proporcionalmente relacionado con la gravedad de lo hecho).
La Ley de la GN, en cuanto a reprender a sus elementos, está AL REVÉS. Al menos en un caso, en el del castigo de "restricción", por haber una incurrido en una falta a sus deberes, el infractor se gana el castigo SEGÚN EL GRADO QUE OSTENTE: los jefes reciben sanciones leves, mientras la tropa se gana penas rigurosas, ¡ANTE LA MISMA FALLA!. En todo caso, tendría que ser al revés, dados los mayores responsabilidad, experiencia y conocimiento que, presuntamente, los altos mandos poseen.
Esta aberración queda plasmada en los artículos del 63 al 65, para quienes incumplan con sus deberes. Aquí transcribimos lo fundamental, sin ulteriores comentarios y juicios que trasladamos al gentil lector, si gusta:


Artículo 63. El personal de la Guardia Nacional que infrinja uno de los deberes previstos en esta Ley, se hará acreedor a alguno de los correctivos disciplinarios y sanciones siguientes:
I.          Amonestación;
II.         Arresto;
III.        Restricción;
IV.        Suspensión de empleo;
V.         Cambio de unidad, dependencia, instalación o comisión en observación de su conducta, y
VI.        Remoción.

Artículo 66. La restricción se impondrá de acuerdo a lo siguiente:
I.          A los Comisarios HASTA POR TREINTA Y SEIS HORAS;
II.         A los Inspectores Jefe y a los Inspectores, HASTA POR CUARENTA Y OCHO HORAS;
III.        A los Subinspectores, Oficiales y Suboficiales, HASTA POR OCHO DÍAS, y
IV.        Al resto del personal de la Guardia Nacional, HASTA POR QUINCE DÍAS.

Hay otras inconsistencias graves en el Reglamento. Ya habrá oportunidad de comentarlas.

 

Por no dejar: colombianos, “musulmanes” en Morelos

Algo grave está pasando en tierra tlahuica. Hay un señalamiento, lanzado desde la autoridad estatal, en contra de colombianos que radican aquí, algunos de los cuales, según el poco sustentado comentario, presuntamente buscan a morelenses para casarse y, así, poder delinquir con mayor facilidad, ante las ventajas que implica tener un cónyuge nacional.

Es una acusación peligrosa por la XENOFOBIA que implica; además, se dio sin sustento suficiente.

Ayer, desde Cuautla, se reportaba que en realidad se tienen 3 casos recientes de matrimonio, entre alguna persona del país sudamericano y alguien que radica en la Heroica.

Es cierto que ALGUNAS personas colombianas vienen a involucrarse en casos criminales en el estado y el país. Se sabe de aquellos relacionados en el esquema de “gota a gota”, muchos de ellos, con origen en la nación latinoamericana hermana.

Pero los señalamientos con la ligereza que han sido vertidos ponen en serio riesgo a personas de aquella tierra cafetalera que decidieron radicar en Morelos y México, y cuya honorabilidad y legalidad no están en duda.

Hemos visto en el mundo la persecución en contra de musulmanes, muchos de los cuales se ganan la vida decentemente y, además, hacen méritos para alcanzar una nueva nacionalidad o residencia. Su origen, sin embargo, los ha hecho blanco de agresiones de todo tipo, donde la burla en el transporte público, escuelas y calles son sólo las menos graves.

Están a tiempo las autoridades morelenses de remendar ese yerro: no volviendo a apuntar, sin fundamento, a los colombianos. Se trata de que aquellas atajen la actividad criminal, la cometa un mexicano, un gringo, un colombiano o quien sea.

La acusación ligera no es otra cosa sino una muestra más de la ineptitud.