La revictimización de lo indígena y la brutalidad policíaca en Xoxocotla.

En opinión de Aura Hernández

La revictimización de lo indígena y la brutalidad policíaca en Xoxocotla.

“Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron. ‘Cierren los ojos y recen`. Y cuando abrimos los ojos,ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia”.

Eduardo Galeano

El día de ayer 15 de junio apareció en una publicación periodística de circulación local, una nota que hacía referencia a la detención de dos policías, quienes presuntamente  ocasionaron la muerte de un joven en el municipio indígena de Xoxocotla, luego de una persecución cuando se les marcó el alto mientras viajaba en una moto con otro joven “sospechoso”.

Uno de los jóvenes huyó a bordo de la motocicleta y cerca Apotla y fue embestido por los uniformados, lo que le causó golpes que originaron que más tarde falleciera en un hospital del cual la nota tampoco reporta su nombre.

Aún cuando la versión periodística no cita ninguna fuente, ni a qué cuerpo policiaco pertenecen los uniformados presuntamente detenidos por la muerte del joven, la traigo a cuenta no solo porque, justo ahora se está discutiendo y protestando en el mundo entero la prevalencia de la brutalidad policíaca por razones de discriminación étnica y racial a raíz de las manifestaciones en Estados Unidos en contra del asesinato de George Floyd, sino porque se trata de un sector de la población de este país que ha sido históricamente discriminada, tanto que se ha normalizado.

Xoxocotla ha sido reconocido como municipio hace relativamente poco tiempo, sin embargo su papel como protagonista de grandes movimientos sociales transformadores en el estado de Morelos ha sido muy profusa.

Es un municipio que, a pesar de todo, ha mantenido hasta este siglo XXI su identidad indígena, y contra viento y marea, su cohesión social y cultural. Sus luchas se han distinguido, desde el zapatismo por  la defensa de los recursos naturales, lo que le ha dado a este pueblo características muy especiales, pero que también le han ganado antipatías en sectores políticos tradicionales.

La lucha de Xoxocotla contra el acaparamiento del agua de las haciendas en el sur del estado desde el porfiriato dio frutos cuando, cumpliendo una promesa de campaña, el presidente Lázaro Cárdenas le reconoció, junto con otros pueblos de la región el usufructo del manantial Chihuahuita para abatir el añejo problema de la escasez de agua.

Ya en el siglo XXI, la comunidad se organizó para oponerse junto con otros doce pueblos, a que el agua de este manantial fuera destinado para distribuir el vital líquido a las miles de casas que fraccionadoras privadas construyeron en el municipio de Emiliano Zapata.

Las muchas participaciones de la comunidad en luchas que se han etiquetado como de oposición a los gobiernos establecidos, cuando en su mayoría han sido reivindicaciones por sus derechos, le devienen de un legado de resistencia ancestral, pero también ha abonado en la construcción, desde el poder, de una idea de pueblo intolerante.

En este caso, a la construcción de este estereotipo de pueblo conflictivo y aguerrido se suman otras factores que han sido desde siempre caldo de cultivo para el fenómeno de la brutalidad policiaca contra su población: son indígenas, son pobres, son jóvenes y para completar los dos perseguidos del jueves, usaban motocicleta. Esto último, perfilado en primer lugar como el prototipo del delincuente actual.

A raíz de las protestas en Estados Unidos por el asesinato de afroamericano George Floyd a manos de policías blancos, que también es algo cotidiano en ese país, en México salió a la luz el asesinato del joven albañil Giovanni López en Guadalajara a manos de elementos policiacos que lo detuvieron frente a sus familiares, desde hacía poco más de un mes.

Giovanni, era joven, era pobre, su piel no era blanca,  y no usaba cubrebocas en época de coronavirus en un territorio donde se optó por la represión para combatir la pandemia. El caso llegó a ser tendencia en las redes sociales y puso en evidencia el talante autoritario del gobernador de Jalisco, que también ordenó reprimir las manifestaciones de la población en lugar de iniciar una investigación entre los cuerpos policiacos del estado y buscar la justicia para Giovanni.

En Morelos, donde sobre todo a raíz de que se inició la guerra contra el narcotráfico,  los jóvenes representan al porcentaje de la población con más muertes, donde es muy común ver a policías detener a jóvenes que por su apariencia les parecen sospechosos y sin otro criterio que sus propios prejuicios. Donde son detenidos y maltratados jóvenes humildes frente a sus familias y no siempre regresan salvos, donde son torturados y desaparecidos, la escena se repitió ahora en este municipio indígena.

Hoy que gracias a las “benditas redes sociales” se ha democratizado la información, con sus lamentables usos perversos, el caso de Xoxocotla no ha sido mencionado excepto en ese medio de comunicación, pero de una manera marginal y titubeante lo que hace indispensable una aclaración de parte de las autoridades correspondientes.

Por ello, la noticia de la presunta muerte del joven indígena de Xoxocotla, que sólo mereció una nota perdida en un medio local y  que se manejó como un trascendido, amerita  una explicación  creíble por parte de las autoridades de seguridad del nivel que sea, y hace indispensable la intervención de oficio de la Comisión de Derechos Humanos del estado de manera que se una una investigación seria, y lo más importante, necesitamos la garantía de no repetición.