La Lengüita

Femeninos masculinos

La Lengüita

Este viernes 25 de septiembre, una buena nota (o mala, según el prisma desde donde se mire) llamó la atención en el Estado de México y a nivel nacional. Se informó que se rescató a un menor de tres años de edad, probable VÍCTIMA de trata de personas. El niño era utilizado, presuntamente, para transportar droga en su mochila, a fin de no levantar sospechas. Si no es un crimen fabricado (como los que casi nunca se dan en México), una indudable excelente nueva fue que se detuvo a un hombre y una mujer, aparentes culpables del delito y haber afectado a alguien de no más de 47 meses de edad, ya éste bajo los cuidados del DIF del municipio de Huehuetoca, donde se dieron los hechos.

No escuchamos a nadie, todavía, exigir que se diga que es un niño "VÍCTIMO" (por ser de género masculino) del delito de trata (el cual desgraciadamente se extiende en nuestro país). No sería extraña una demanda así, para quienes se pretenden congruentes con lo que -no pocas veces de manera equivocada- llaman la equidad de género y el reflejo de éste en la forma en que hablamos y escribimos, según si estamos ante un masculino o una femenina.

Afortunadamente, el niño está a salvo o, al menos, en mejores condiciones hoy. Y también somos afortunados de que quienes, sin muchas bases, modifican el español a su antojo, bajo el argumento de la "equidad", no salgan a exigir que se les diga "VÍCTIMOS" cuando son representantes del género masculino quienes padecen un daño por culpa ajena o por causa fortuita.

En español, hay una serie de sustantivos y adjetivos en forma femenina, con terminación en la A (casi siempre relacionada con lo femenino), usados también para referirse a un hombre (o niño). Sin que nadie salga a gritar desigualdad o afeminamiento, decimos:

El atleta

El deportista

El dentista

El finalista

El artista

El policía

El guía (de turistas, por ejemplo)

El fantasma

El idiota

Su señoría (incluso, para hombres con ciertos cargos a los que se acostumbra referirse de tal manera)


Nadie se ha atrevido aún a pretender agregar oes finales a tales palabras y eliminar las aes (aunque, como vamos, quizá no tarden).

Y tampoco hemos sabido de representativos de machos, de algunas especies, cuyo nombre es femenino, que se quejen, por ejemplo, de no ser llamados "ARDILLOS":

Ardilla

Jirafa

Llama

Gorila

Águila

Rata

Pantera

Orca

Estamos ya acostumbrados a decir que, en tal zoológico, vimos a una JIRAFA macho, y no a un "JIRAFO".

No es ocioso dedicar un tiempo a conocer la etimología de estas voces y las anteriores, y recorrer el camino que las llevó a terminar así, en forma femenina, con empleo para designar también a los masculinos; y usarlas así, como deben ser.


En México, vivimos muchas PERSONAS INTERESADAS en el idioma. Ahí vamos incluidos muchos hombres que NO nos sentimos discriminados por ser referidos en la forma femenina de la voz "PERSONA" (incluyente para cualquier género).

Si siguiéramos consejos absurdos y sin sustento, como los de Jorge Ramos, exigiríamos que, si se trata de un grupo de hombres, deberíamos referirnos a ellos como "PERSONOS". Y si ese colectivo es mixto, pues recurreríamos a uno más de esos disparates, cada vez más comunes: "LES PERSONES"

Hace una semanas, aquí se trató el correcto uso de "LA PRESIDENTE", en lugar de su errada derivación femenina. Quedó claro que nada tenía que ver la cuestión de equidad de género en el uso de la forma correcta.

Insistimos: no se puede desnaturalizar el idioma, como dice Vargas Llosa, por una intención de un lenguaje incluyente, cuando éste es errado.

De nada sirve que personajes con cargos tan relevantes, como el que tuvieron Vicente Fox o Enrique Peña Nieto, se la hayan pasado dirigiéndose a las mexicanas y las mexicanos, a los niños y las niñas, a los pueblos y las pueblas, a las personas y los personos, cuando sus gobiernos nada hicieron por acabar con la inequidad de género. Uno nos legó aquello de las LAVADORAS DE DOS PATAS que todo mundo tiene en su casa; el otro se ofendió cuando alguien lo habría estado tomando por LA SEÑORA DE LA CASA (ésta es la que, según él, debe saber del precio del kilo de tortilla).

Son casos emblemáticos, de pura labia, de machistas que utilizan mal el idioma, pretendiéndose "incluyentes", y nada hacen en su vida cotidiana en consecuencia.

La equidad de género exige cambios en el marco legal, en los estatutos partidistas (y, principalmente, en el respeto de ellos), en las políticas educativas, en el comportamiento en casa, desde que llega un niño (así, de forma incluyente) al mundo, en las relaciones laborales. Igualmente, en materia lingüística, con las expresiones discriminatorias y sexistas, pero sin incurrir en la deformación del idioma.