La Encrucijada - 8/03/2021

En opinión de Luis Alberto Machuca Nava

La Encrucijada - 8/03/2021

Mi madre siempre fue contracorriente, todo le costó el doble o un poco más, saco adelante a dos hijos desprovista de cualquier otro apoyo que no fuera el de su trabajo como profesora de primaria, recuerdo que también en algunas ocasiones monto algún negocio temporal que le representara un ingreso extra. Fue sin lugar a dudas muy valiente y responsable, su vida no fue fácil y ella la hizo parecer todo lo contrario al criarnos. Las noches en vela fueron muchísimas tratando de mermar la temperatura de alguno de nosotros y al día siguiente arrancar muy temprano para cubrir doble turno en la escuela, actividad que realizó por más de 36 años. Jamás nos faltó nada, nunca estuvimos solos por qué siempre se las arreglaba para que nuestra niñez no fuera diferente, para que la ausencia por su trabajo no se notara tanto. Sola contra el mundo se hizo de un patrimonio y dejó claro que nadie abusaría de su condición en un mundo que sufría los embates del patriarcado y que a finales de los setenta reprimía intensamente la lucha feminista. Nunca se rindió, nunca se dobló, en un mundo de hombres el acoso era más que evidente en distintos planos, aunque también encontró aliados en el camino. Su fortaleza fue la diferencia, inclaudicable, decidida y valiente. Hoy la lucha de las mujeres está más vigente que nunca, conmueve el alma y nos sacude desde nuestros cimientos, se les debe mucho, se les debe todo, y de una vez por todas debemos de a la par de su belleza, engrandecer su espíritu, procurar su seguridad y lograr finalmente la igualdad que todavía muchos insensatos combaten. Estoy seguro de que si mi madre viviera, hubiera marchado junto a todas ellas, reclamando lo que por derecho les corresponde, exigiendo lo que en otros tiempos parecería imposible pero que siempre ha estado presente en su lucha, la igualdad y respeto en todo momento. Eduquemos a nuestrxs hijxs para que nunca más se atrevan a pensar qué hay un género más fuerte que otro. ¡Que vivan las mujeres!

PD. Nadie que confía en si, envidia la virtud del otro.

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