Juego de Manos - Vendedores de humo

En opinión de Diego Pacheco

Juego de Manos - Vendedores de humo

Giovanni López, un albañil de 30 años habitante de Ixtlahuacán de los Membrillos (municipio en Jalisco), salió a comer con su familia el 4 de mayo. En su camino de regreso fue interceptado, junto con su hermano Christian, por elementos de la policía municipal bajo el argumento de que no llevaba puesto un cubrebocas. Los policías sometieron, golpearon y se llevaron a Giovanni.

Cuando su familia fue a buscarlo a la comisaría, él ya no estaba ahí, había sido trasladado al Hospital Civil, se encontraba grave. Poco después, los parientes de Giovanni se enteraron de que estaba muerto, su cuerpo presentaba signos de tortura, golpes en la cabeza, cuerpo y un balazo en una pierna.

Un mes después, el video de los hechos salió a la luz, lo que hizo que el caso resonara en redes sociales, medios de comunicación, celebridades, funcionarios públicos. Esto, dio pie a una ola de movilizaciones en Jalisco, con réplicas en la Ciudad de México y San Luis potosí, para exigir #JusticiaParaGiovanni.

La primera protesta se realizó el jueves 4 de junio en Guadalajara, Jalisco, donde personas oriundas y foráneas del estado marcharon hasta el Palacio de Gobierno de la entidad. Con pintas, gritos y fuego dieron una muestra de la rabia acumulada por la sociedad mexicana en contra de los abusos de autoridad por parte de quienes debería brindar seguridad.

No obstante, la temática de la manifestación no fue impedimento para que los derechos humanos de las y los asistentes a la protesta fuesen violados. Durante los primeros dos días de protesta, se pudo observar por videos compartidos en redes sociales, testimonios y listas de asistencia que decenas de participantes habían sido detenidos con un uso excesivo de violencia. Irónico que las protestas en contra de la violencia policial y el abuso de autoridad fueron, precisamente, recibidas con violencia policial y el abuso de autoridad.

Al respecto, el gobernador de la entidad aseguró, a través de su cuenta de Twitter, que el actuar de los elementos de seguridad había sido en contra de sus órdenes, que las personas detenidas durante las movilizaciones del 4 y 5 serían liberadas y no se les levantarían cargos. De acuerdo con los mensajes compartidos, él está muy frustrado por el desenlace de estos eventos. Vemos.  

Al momento en que se escribe esta columna, 3 elementos de la policía municipal de Ixtlahuacán de los Membrillos han sido detenidos por su presunta participación en el asesinato de Giovanni López. Por otro lado, la jornada de protestas en Jalisco exigiendo justicia y condenando el actuar abusivo de la policía.

Un mes, un video y tres días de manifestaciones es lo que ha hecho falta para que la investigación en torno a uno de los múltiples casos de violencia policial (con presunción de homicidio) comenzara a andar. Lo que refleja una parte importante de la falla estructural que se pretende denunciar.

 

Nosotros los buenos

Aunado a las manifestaciones registradas en el estado del homicidio, la Ciudad de México fue testigo de réplicas de estas protestas. Aproximadamente una centena de personas avanzaron por el Paseo de la Reforma para realizar una primera parada en la embajada de Estados Unidos, para realizar un acto de protesta en solidaridad con las movilizaciones por el asesinato de George Floyd. Posteriormente, la movilización se dirigió a la representación del gobierno de Jalisco, en la colonia Polanco, para exigir justicia por Giovanni López. Al respecto, la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, señaló que no se realizarían actos de represión y convocó a que las manifestaciones se realicen de manera pacífica.

Ahora bien, en redes sociales se ha acrecentado la ya aguda división entre simpatizantes y opositores al gobierno federal en turno, y su cabeza, el presidente López Obrador. Para algunas personas, este las protestas ocurridas en los días anteriores y el caso que las detonó son claros ejemplos de cómo las entidades gobernadas por partidos de oposición tienen una menor consideración por los derechos humanos.

En la esfera política, esta división radicalizada, construida desde tiempo atrás por un discurso antagonizante y energizada por las recientes protestas y el golpeteo entre Alfaro y López obrador, llegó a su punto máximo (hasta el momento) el pasado 6 de junio, cuando el presidente hizo un tajante llamado a cerrar filas y definir bandos: “o se está por la transformación o se está en contra de la transformación del país, se está por la honestidad y por limpiar a México de corrupción o se apuesta a que se mantengan los privilegios de unos cuantos”.

¿Por qué son importantes estos dos acontecimientos? Bien, porque ellos, en su conjunto, benefician la estrategia discursiva empleada por esta administración desde su inicio. La narrativa de liberales y conservadores, corruptos y evangelizados, los buenos y los malos.

El llamado de López Obrador se hace en un momento idóneo, pues aprovecha la rabia colectiva hacia el caso de Giovanni López y el actuar de las autoridades jaliscienses, encabezadas por un gobernador de Movimiento Ciudadano; mientras que acentúan la voluntad (en el discurso) del gobierno en turno de respetar los derechos humanos y la libre manifestación bajo el argumento de que son un gobierno diferente a todos los que le precedieron.

No obstante, hay que tener en cuenta una cosa: en el juego político, los inmaculados no existen. La repetición de los discursos puede normalizar las concepciones que algunas personas tienen sobre ciertos personajes; sin embargo, debemos seguir críticos al actuar de todas las autoridades, sin importar banderas y discursos.

Hoy, le tocó a un gobierno de oposición situarse en aguas agitadas; pero, no olvidemos la violencia discursiva ejercida por las autoridades de la Ciudad de México, miembros del gabinete presidencial y el propio presidente (en reiteradas ocasiones) en contra de las protestas feministas que, dentro de otras cosas, denunciaban el feminicidio de 10 mujeres todos los días.

Quienes pretendan vender la bandera de la moral y la justicia, sin antes aceptar la existencia de problemáticas graves y enfocar sus esfuerzos a enfrentar sus causas, están vendiendo humo.

 

Por cierto

Mucho se ha hablado de la legitimidad de los mecanismos de protesta, de lo que está bien y lo que está mal a la hora de extender una exigencia al espacio público. Las y los manifestantes que salieron a las calles desde el jueves pasado han sido tachados de criminales en redes sociales y medios de comunicación; llegando a puntos preocupantes como la justificación de las desapariciones de personas y la violencia policías por el método en que se protesta.

No pasó una semana de que se realizaron las protestas exigiendo justicia por el asesinato de George Floyd a manos de la policía, caso que aplaudimos, elogiamos y al que, curiosamente, llamamos protesta, no vandalismo.

Recordemos que el objetivo de una manifestación es hacer visible una problemática o preocupación en el espacio público, cuando esta ha sido normalizada e invisibilidad por largos periodos, la denuncia debe valerse de todos los medios necesarios para hacerse visible. Antes de pensar en las consecuencias de las manifestaciones, es fundamental tener muy presentes las causas.

 

Y yo qué sé, que no soy detective

  

diegopachecowil@gmail.com