Juego de manos - Un tiro al pie

En opinión de Diego Pacheco

Juego de manos - Un tiro al pie

Extrañamente, la semana pasada hubo caos en la Ciudad de México a causa de una manifestación, resultó aún más raro que el conflicto partiera de un descontento con el presidente y sus proyectos, y aún más que ya no fue la policía quien fue a custodiarla, sino fue esta el actor principal del conflicto. Realmente vivimos en tiempos inusuales.  

Desde que se anunció el inicio de operaciones de la Guardia Nacional se han manifestado inconformidades al respecto, desde bloqueos y violencia por parte de miembros del crimen organizado, hasta lo que vimos el jueves pasado, en donde las fuerzas de seguridad federales se manifestaron en contra del proyecto y de los planes que tiene esta administración para la Policía Federal.

El proyecto, que consiste en la desaparición de esta institución en un lapso de 18 meses, y la incorporación de sus elementos a la Guardia Nacional o a otras corporaciones como el Servicio de Protección Federal, el Sistema Penitenciario, el Instituto Nacional de Migración, entre otros; alzó dudas sobre el futuro de los miembros de la corporación en proceso de extinción, su capacitación para mudarse a otros organismos y, por supuesto, su integridad para servir al país.

Con pancartas en mano, los elementos de seguridad, acompañados de familiares, tomaron los carriles de Periférico Sur, la autopista México-Pachuca, y la autopista México-Cuernavaca; así comolas instalaciones del Centro de Mando de Iztapalapa para hacer presión y establecer un diálogo con el gobierno. Después de 4 días sin resolución, habrá que esperar a las conversaciones del 8 de julio para observar el desenlace de este problema. 

Este conflicto desencadenó críticas provenientes de distintas trincheras, que lanzaban argumentos que defendíanla demanda de los federales, o que desprestigiaban a la institución y realzaban los escándalos de corrupción y violencia en los que este órgano se ha visto envuelto. Sin embargo, la postura más preocupante (tanto por el alcance del emisor como por el contenido del mensaje) fue la del presidente, Andrés Manuel López Obrador; quien señaló que detrás del movimiento de la policía había “mano negra” y que, como siempre ha dicho, la corporación está “echada a perder”.Consecuencia de ello, se generó una ola de desprestigio hacia la protesta policiaca, sus demandas y la legitimidad de estas.  

Bien, hay que señalar algunas cosas. No hay que hacernos los ciegos, el actuar de la policía federal, y del resto de los mecanismos de violencia del Estado, ha sido cuestionable en diversas ocasiones. La violencia hacia la ciudadanía existe, la corrupción en sus distintos niveles, también. Muchos de los juicios negativos que se tienen en contra de esta corporación tocan puntos verdaderos; no obstante, generalizar es un error, no se puede tachar de corrupto a cada elemento que labora ahí.

Por ello, sí creo necesaria una reforma de la institución, de modo que se haga una limpieza de las manzanas podridas y se construyan bases más fuertes para evitar que se vuelva a degenerar tanto; empero, esta se debe de hacer con orden, poniendo las cosas en claro para quienes decidan mudar o deseen retirarse del servicio público; y cuidando los modos en que se hacen las cosas. ¿No parece contradictorio tachar de coludidos y corruptos al mismo grupo que buscas integrar al cuerpo de seguridad insignia de la 4T? Aunque claro, con esta administración tú eres corrupto hasta que te bautiza el ganso.

 Lo que me lleva al segundo punto, una cosa es hacer una crítica hacia la institución, en donde se señalan los errores que ha cometido, sus figuras controvertidas o cifras que respalden la decisión de desaparecerla; y otra es la condena de sus miembros y la creación de un antagonismo de ellosdentro de la sociedad. Este segundo, el ponerle la máscara de villano a quienes no están conmigo o estorban en mis planes, es un gravísimo problema que está cometiendo (por enésima vez), el presidente y su administración; para más ejemplos véase la mafia del poder, la mafia de la ciencia, los policías fifís, entre otros.

Este caso en particular es grave porque con este antagonismo está enfrentando a la Policía Federal con la ciudadanía desde la silla presidencial, en términos coloquiales, se está dando un tiro al pie. Me explico. Al mencionar que la protesta de la Policía Federal tenía “mano negra”, el ejecutivo está, nuevamente, utilizando un lenguaje paranoico para decir que lo quieren hundir. Y esta, probablemente, no será la última vez que haga uso de esta maña.

Por otro lado, como jefe de estado me parece una estrategia ilógica que se lance en contra de su cuerpo de seguridad, sí, a corto plazo funciona para justificar a la Guardia Nacional (que lleva rato queriendo que le aplaudan), pero a largo plazo genera un antecedente desprestigio y deslegitimación del presidente hacia sus propios policías, porque aunque está disolviendo a la Policía Federal, está llamando a sus elementos que se unan a las filas de la Guardia Nacional; y si el mismo gobierno los tacha de corruptos, ¿por qué la ciudadanía habría de confiar en ellos?  

Desde la perspectiva de quien escribe, resulta muy sencillo deshumanizar a esta institución; ya sea por experiencias personales, por historias que se cuentan, por lo que se muestra en los medios, o por seguir la opinión mayoritaría; sin embargo, hay que evitar caer en estas provocaciones. Es muy fácil decir que todos los policías son corruptos, que todos violentan a la ciudadanía, y que estaríamos mejor sin ellos; a pesar de ello, no hay que dejar la empatía de lado para justificar un sentimiento tóxico. Sí, la institución estaba corrompida, desde quienes aceptan sobornos hasta quienes pactan con miembros del crímen organizado; pero también hay quienes cumplen con su labor, quienes a diario salen a las calles con el objetivo de hacer del país un lugar más seguro (independientemente de la efectividad de sus acciones).

            A lo que voy es queno hay que caer en generalizaciones.Así como hay malos, también hay buenos.Porque mientras algunos aceptaban mordidas, otros patrullaban las calles; mientras unos abusaron de su poder, otros se preocupaban por el bienestar de las personas; y todos, sin importar la jerarquía, arriegaron su vida al trabajar en este ámbito ¿o ya se nos olvidó quienes son los malos?

Cierro con una pregunta: ¿qué hará el policía que siempre ha sido policía, y que solo sabe ser policía, si no entra a otra corporación de seguridad?

 

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