Juego de Manos - ¿Compañere?

En opinión de Diego Pacheco

Juego de Manos - ¿Compañere?

Hay letras que por su origen son mudas y por su uso pueden pasar desapercibidas. Hay otras que, por su parte, son ruidosas al grado de lanzar gritos ensordecedores cuando se les sustituye, cuidan su espacio con recelo. En los últimos tiempos —llámense días o años, dependiendo de la perspectiva— hemos dado cuenta de que 3 vocales son protagonistas de escándalos nacionales e internacionales. La “a”, “o” y “e” han sido el centro de numerosas polémicas en torno al género y sus variables.

La semana pasada, un conflicto dentro de una clase en línea escaló a la agenda, ya que una persona —que se identifica como no binaria— pidió a su compañero de clase llamarle compañere, dado que las vocales tradicionales que indican el género no representan su identidad. El debate que se derivó de la viralización de este video, evidentemente, se centró en quienes apoyaron a la persona y su demanda de que se reconociera su género y quienes, por su parte, tacharon esta exigencia como ridícula e impositora, condenándola.

Claro, nuestros ojos no deben quedarse en este caso, sino en la gran polémica alrededor del género, el lenguaje inclusivo, el respeto y la empatía. Vamos por partes. En primer lugar, hay que entender la diferencia entre sexo y género. Grosso modo, el sexo se define a partir de las características biológicas y fisiológicas de la persona; el género, por su parte, son los atributos, roles y oportunidades sociales asociadas con la identidad de la persona. En otras palabras, el sexo es físico-biológico y el género es una construcción social subjetiva.

El género, entonces, impone expectativas y patrones de comportamiento sobre las personas. Es un saco “unitalla” que falla en quedarle a todas las personas y, para colmo, no podemos llevar a la sastrería. De ahí que, lógicamente, existan muchas personas que no se sientan identificadas con los géneros binarios (hombre y mujer) ¿A qué nos referimos cuando hablamos de una persona no binaria? A una persona que no se reconoce (parcial o totalmente) como hombre o mujer, por ello, los pronombres él o ella no representan su identidad y les re encasillan en los roles y expectativas sociales de un género con el cual no se identifican.

El género es una construcción social, es identidad y, por ende, es subjetivo. Por ello no podemos pensar en dos géneros preestablecidos e insustituibles, pues estaríamos considerando entonces que la sociedad misma es un organismo frígido, no fluido, algo que su propia naturaleza le impide.

Entonces, ¿cuál es la importancia de los pronombres? El uso correcto de los pronombres implica el reconocimiento de la identidad de la persona. Cuando usamos el género incorrecto de manera intencional, estamos protestando en contra de la manera en que una persona se identifica, nos revelamos contra su ser.

Ahora bien, la novedad de estos pronombres (ojo, pronombres, mas no géneros) implica que,  obligadamente, estamos todos y todas sujetas a equivocarnos. No obstante, esta no es razón para dar por perdida la batalla por construir espacios más inclusivos. Errar es normal, lo importante aquí es aprender de ello, reconocer los aspectos en los que debemos mejorar y trabajar en ellos. Hay que poner un poco más de esfuerzo de nuestra parte.

El hermetismo del lenguaje pareciera aplicar únicamente a aquellas palabras que representan un desafío para las normas de género presentes, puesto que los nombres inventados, los apodos y las modificaciones a los pronombres existentes son algo que existe y se reproduce de manera cotidiana. Si es posible que una persona sea “renombrada” durante su etapa de estudios, por ejemplo, a partir de un apodo impuesto sobre ella, resulta ilógico usar como argumento que la solicitud de reconocimiento de la identidad de género implique un esfuerzo sobrehumano. Es decir, sí pudiesen, pero no quisiesen.

El lenguaje está vivo y evoluciona junto con la sociedad. Las palabras se crean, se modifican y se olvidan con el paso del tiempo. He ahí que, si bien las instituciones del lenguaje cumplen una función orientadora para las y los hablantes, sus normas no deben ser tomadas como estructuras intocables, puesto que estén siempre al corriente de los usos del lenguaje o que mantengan una postura imparcial a la hora de la toma de decisiones (más aún tomando en cuenta las innumerables variaciones geográficas y la complejidad de nuestro idioma).

Entonces, el fenómeno que representa este caso no será resuelto con un debate sobre las reglas gramaticales de cierta institución de la lengua española, o sobre la imposición de nuestro entendimiento del género sobre quienes no se sienten representados por los marcos que se han establecido. Para avanzar en su resolución se requiere, primero, comprender las distintas posturas. Al nacer y crecer dentro de una sociedad tradicional, hemos convivido (y, por ende, entendemos) una de las posturas (la binaria tradicional); no obstante, los esfuerzos para comprender al otro, otra u otre siguen careciendo de fortaleza. Hay que meterle galleta.

 

PD: La inclusión de un sector no implica la exclusión de otros. Es decir, cuando se llama a tomar en cuenta a un grupo no se ignoran las necesidades de otro. No es un pastel que se acaba porque todas y todos lo pidan. Hay que entrarle todes como si fuera mole de olla.

 

Por cierto

 

Hablando de identidad de género, A finales del mes pasado, Baja California Sur aprobó la Ley de Identidad de Género o Ley de Identidad Trans, la cual prohíbe las terapias de conversión (de las cuales ya se ha escrito en otros Juegos) y permite a las personas mayores de 18 años acceder al derecho de una nueva acta de nacimiento para el reconocimiento de su género.

La semana pasada, Sasha Ceseña, directora de la organización Trans BCS, fue la primera persona que realizó su cambio de género a través del registro civil, donde le otorgaron una nueva acta de nacimiento, CURP y documentación, para formalizar este cambio. De acuerdo con el testimonio de Sasha, el trámite fue sencillo, sin trabas burocráticas y dentro de un espacio que la hizo sentir cómoda. Enhorabuena.

 

La empatía y el respeto no tienen género:

 

diegopachecowil@gmail.com