¡Indignaos y comprometeos! Se buscan estadistas

En opinión de Aura Hernández

¡Indignaos y comprometeos!  Se buscan estadistas

Os deseo a todos, a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de indignación. Es algo precioso. Cuando algo nos indigna, como a mí me indignó el nazismo, nos volvemos militantes, fuertes y comprometidos. Volvemos a encontrarnos con esta corriente de la historia, y la gran corriente de la historia debe perseguirse por cada uno. Y esta corriente nos conduce a más justicia y libertad…

Stéphane Hessel

 

Hablar y poner en el debate público la violencia e inseguridad que padecemos y que dolorosamente tendemos a normalizar, “porque se matan entre ellos”, porque “el ataque fue directo”, o porque “no se busca afectar al turismo ni a la población”, es un imperativo ético para quienes participamos de alguna manera en el diálogo social que se desarrolla entre los medios de comunicación  y la sociedad.

El fin de semana pasado, en el estado de Morelos algunos medios de comunicación nacional y local reportaron que la violencia había cobrado 22 vidas en la entidad en menos de 72 horas. En el estado de Veracruz, la barbarie que vivimos cobró la vida de 29 personas en la ciudad de Coatzacoalcos, otros tantos en Michoacán, restos humanos encontrados en Jalisco, a lo que sumamos las más de 40 mil personas desaparecidas en el territorio nacional. Si eso no es la barbarie, yo no sé cómo se llama.

Una buena noticia sobre las desapariciones en nuestro país fue el reconocimiento del Estado mexicano de la competencia del Comité de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) contra la desaparición forzada y también la aceptación de  la visita “in loco” de este Comité, que ya lo había solicitado desde el 2013. Aquí es de reconocer la labor de la Comisión Nacional de Búsqueda de personas en México.

Sin embargo, sabemos que aunque es una medida de extraordinario valor, no será suficiente, si el Estado en su conjunto y todos los niveles de gobierno no trabajan en la misma sintonía. Los trágicos sucesos ocurridos la semana pasada en Morelos y el lunes al amanecer en la terminal de autobuses de Cuernavaca, sirvieron para mostrarnos de qué madera están hechos los servidores públicos que hoy tienen la alta responsabilidad de gobernar.

Veamos, qué tenemos en Morelos: funcionarios del área de seguridad ciudadana del estado revictimizando y cubriendo de estigma a las personas asesinadas el lunes. Un poder legislativo, cuyos miembros están enfrascado en luchas de poder, en las que no solo se disputan los espacios sino también las canonjías económicas  y que han sido incapaces de pronunciarse  sobre este lastre que nos heredaron, ni mucho menos mostrar su indignación, y que, indigestándose de poder, son incapaces de combatir.

Tenemos también, un poder judicial que también se ha convertido en un nido de grillos,  en el que muchas veces se pierde de vista cuál es su función sustantiva en la sociedad… y la corrupción,   la “inmunda corrupción” que insulta la inteligencia y las expectativas que se generaron en julio del año pasado en una buena parte de la sociedad. Cuanto necesitamos estadistas.

Durante los años felices en los que me dediqué al ejercicio del periodismo, criticaba siempre ese defecto del que luego adolecía el gremio, de no sentirse parte y de creernos solo espectadores.

Hoy las cosas han cambiado para mal desde entonces, los periodistas se volvieron protagonistas, porque también los están matando, porque no hay garantías para el ejercicio de su profesión, porque continúan los bajos salarios, porque continua esa nefasta relación con el poder, en el que los poderosos adulan en la medida en que los pueden utilizar para avanzar en la escala política en la que se desenvuelven.

Aunque es innegable que esa relación se ha democratizado un tanto con la irrupción de las redes sociales, lo fundamental que alimenta esa relación que es el clientelismo, persiste para nuestra mala fortuna. Pero, ¿hasta dónde se deben comprometer las y los periodista con la transformación? si están luchando a brazo partido por salvar, literalmente, el pellejo como lo vimos durante el atentado ocurrido detrás de Palacio de Gobierno en Cuernavaca el año pasado, en el que fue herido uno de ellos. El compromiso es, a pesar de ello.

Por eso mismo debemos expresar sin rubores nuestra indignación por el estado de barbarie que estamos padeciendo. Por eso mismo, debemos exigir a la clase política que haga a un lado las frivolidades y excesos con los que ahora se conducen; que antepongan sus ambiciones de poder en aras de modificar el estado actual de las cosas, que a fin de cuentas ellos también son ciudadanos de este estado.

En fin, que necesitamos estadistas.