Inclusión Educativa en la UAEM - ¨No dejar a nadie atrás, no dejar a nadie afuera¨, Agenda 2030: UAEM

En opinión de Eliseo Guajardo Ramos

Inclusión Educativa en la UAEM - ¨No dejar a nadie atrás, no dejar a nadie afuera¨, Agenda 2030: UAEM

Este es el lema de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS, 2015). Que significa, entre otras cosas, que la actual generación no tiene derecho a acabar con los recursos de las próximas generaciones. No puede disponer de ellos, sencillamente, porque no son de su propiedad. De otro modo, sería perpetuar las desigualdades no sólo en espacio geográfico, sino en el tiempo histórico.

 

A 10 años del plazo para cumplir las metas de la Agenda 2030 de la ONU en México ya quedaron fuera del Sistema Educativo Nacional (SEN), la gran mayoría de los posibles alumnos con discapacidad. La población de 3 a 17 años con alguna discapacidad, que en 2015 tenían derecho a la educación, en nuestro país, sólo lo ejercieron poco más del 10%, según los datos del Instituto Nacional de Estudios de Geografía y Estadística (INEGI), quien tiene los datos oficiales de población del país.

 

Los Objetivos del Milenio (ODM, 2000) tenían, entre sus metas al 2015 abatir el analfabetismo en el planeta. Al corte, México quedó en el 5.5 % de analfabetismo. Para cumplir, se requería que al menos lograra el 4% o menos. Cada 15 años, se establecen en la ONU metas mundiales. Y para 2030, en el año 2015 se propusieron abatir las desigualdades del orbe. Por ello la gran estrategia es la Inclusión en todos los ámbitos. Pero a nivel general la Inclusión al Desarrollo y todo lo que conduzca a ello. La Educación es una vía para ello, porque al ejercer este derecho se accede a otros derechos, como es el empleo, la cultura; en fin, los bienes tangibles e intangibles. A contrario sensu sin Educación no se logra el desarrollo social y económico en lo general, en lo individual y personal.

 

Por ello, que el 85% o más de los jóvenes con discapacidad estén fuera del Sistema de Educación (SEN), es un gran motivo de escándalo. Y no nos estamos refiriendo a que esa cifra esté fuera de la “escuela regular” porque están en el circuito de la Educación Especial, no. Se trata de jóvenes que no están ni en la “escuela regular”, ni en los servicios de Educación Especial, diríamos los Centros de Atención Múltiple (CAM). A partir de 2019, la Educación Superior también es obligatoria, por lo que estas dimensiones poblacionales son mucho mayores aún.

 

A finales del Siglo XIX y principios del XX, Justo Sierra, Ministro de Educación con Porfirio Díaz que pretendía establecer el sistema educativo obligatorio con la incipiente Educación Primaria, denodadamente manifestaba a los padres que tenían que enviar a sus hijos a la escuela, que no se los llevaran al campo para que les ayudaran, que estaban obligados a ir a la escuela. Por lo menos los primeros 3 años que era lo que comprendía la Primaria Básica; los otros 3, eran la Primaria Superior. Y en seguida, en tono condescendiente, lanzaba una dispensa: “sólo los niños y jóvenes con discapacidad están exentos de acudir obligadamente a la escuela”.  ¡Tiempos decimonónicos!

 

Estaba “naturalizado” que en el Siglo XIX los niños y jóvenes con discapacidad no fueran a la escuela porque los consideraban “ineducables”. Por lo que en ese tiempo que más del 85% de ellos no vayan a la escuela sería lo más “normal”. Todavía, del primer tercio del Siglo XX, que se fundó el Instituto Médico Pedagógico en la Capital, y que reunieron la ciencia médica y la de la educación, creando lo que luego se denominó Educación Especial, para que acudieran algunos de esos niños que resultan ser “educables” al menos un porcentaje de ellos y de una educación paralela a la de la escuela regular. Para ello, se diseñaron pruebas diagnósticas psicométricas. Para medir quien sí y quien no eran educables.

 

A finales del Siglo XX y principios del XXI, retomando los Derechos Humanos (ONU, 1948) se consideró que TODOS los niños son “educables”, sin excepción. Por lo que tienen derecho a acudir a la escuela “regular”, no a una especial y paralela a la regular, sino a la escuela que forme parte del SEN, con certificado oficial de estudios.

 

En la UAEM, antes que fuera obligatoria la Educación Superior, desde 2013 en cada ciclo escolar siguen ingresando jóvenes de todas las discapacidades. Sordos, ciegos, en silla de ruedas, con discapacidad intelectual, con autismo, y sus variantes, ingresan en Preparatoria y en licenciatura. Hay matriculados más de 120 estudiantes con discapacidad.

 

No debe causar gran admiración que haya estudiantes con discapacidad en las universidades, en pleno Siglo XXI. Lo que debe de causarnos extrañeza es que no haya más jóvenes con discapacidad en Educación Superior. Y causarnos una gran indignación que sólo haya poco más de 600 mil niños y jóvenes con discapacidad en el Sistema de Educación (SEN) y que más de 10 millones de ellos estén fuera de todos los niveles y tipos educativos: desde Básica, Media Superior y Superior.