Inclusión Educativa en la UAEM - Discapacidad y Familia para la Inclusión

En opinión de Eliseo Guajardo Ramos

Inclusión Educativa en la UAEM - Discapacidad y Familia para la Inclusión

Una vez que las familias de los jóvenes con discapacidad han percibido que otros chicos han ingresado a diversas universidades, incluyendo la UAEM, su expectativa de formación profesional para sus hijos se eleva. Cuestión que influye en las aspiraciones de los jóvenes con discapacidad, que se va desarrollando durante los últimos grados escolares. Esto no ocurría antes, o estaba limitado a algunas Universidades Tecnológicas y para ciertos perfiles profesionales de la oferta educativa de las mismas.

 

El Programa de Inclusión Educativa y Equidad (PIEE) de la SEP ofrece, a través de una Convocatoria anual, un financiamiento extraordinario para la Educación Superior que tiene estudiantes con discapacidad, desde el 2015. El PIEE se venía operando en todos los niveles y tipos educativos. En el nivel Medio Superior, lo aplican para crear Centros de Atención Educativa para jóvenes con Discapacidad (CAED). Que funcionan en una modalidad de sistema abierto –no escolarizado-. Ofreciéndole a los adolescentes asesorías personalizadas y con apoyos de acuerdo a la discapacidad. Muchos estudiantes de estos CAEDs  han ingresado a alguna de las licenciaturas de la UAEM. Otros, han realizado sus estudios de Bachillerato en el CONALEP. Sobre todo estudiantes Sordos. Se ven limitados a cursar la especialidad de alimentos, dado que es ahí donde tienen los intérpretes de Lengua de Señas Mexicana (LSM).  Ayuda mucho que el Bachillerato lo hagan en un sistema escolarizado; más si lo realizan junto a jóvenes sin discapacidad. Y, si los jóvenes con discapacidad realizan sus estudios básicos en escuelas regulares con el apoyo de Educación Especial a  través de las Unidades de Apoyo a la Educación Regular (USAER), mejor. Esta larga trayectoria de realizar sus estudios con pares sin discapacidad es una fortaleza para hacerlo en la Educación Superior.

 

Pero lo que queremos decir, es que todo el presupuesto del PIEE se va en Educación Media Superior en crear CAEDs. Hay cerca de 300 de estos Centros en el País. Este nivel Educativo debería destinar de su presupuesto regular, no de uno extraordinario, para que los jóvenes con discapacidad realicen su Bachillerato junto a los jóvenes sin discapacidad. Aprovecharían mejor sus estudios en la modalidad de Inclusión Educativa. Porque en la licenciatura tendrían un desenvolvimiento más competente de lo que ya de por sí logran estos jóvenes en la UAEM, por ejemplo.

 

Decíamos que la expectativa de las familias de los jóvenes con discapacidad influye en generar un entorno, podríamos decir, no-discapacitante. Una de las fuentes del grado de discapacidad lo genera la expectativa que el chico percibe, se tiene de él. Es muy importante, sobre todo en el nivel de Bachillerato trabajar con las familias, porque todavía son menores de edad (menos de 18 años). Ahora que las Preparatorias de la UAEM, reciben aspirantes con discapacidad, como es el caso de la No 4 de Jojutla, la Preparatoria Comunitaria de Tres Marías, la Preparatoria No 1 y la de Cuautla, por ahora, es conveniente saber cómo es que las familias del estudiante lo han venido apoyando en casa. Y los jóvenes se dan cuenta qué apoyos para el aprendizaje les son más efectivos. Esta información es muy valiosa para hacerla extensiva a la Escuela Preparatoria. La familia ha convivido con él durante, por lo menos, 15 años o más. Han venido sorteando los obstáculos académicos durante más de 10 años. El joven con discapacidad y su familia cuentan con un expertis que es digno de ser tomado en cuenta por la Escuela a la que a la que acuden. La Familia y él se vuelven una fuente confiable de información para mejorar la didáctica y el aprendizaje que emplean sus profesores.

 

No son pocos los ejemplos que existen, en los cuales los padres, sobre todo la madre, se van dedicando a formarse, inspirados por la búsqueda de soluciones para sus hijos, que no ven llegar de las instituciones y ellas se van formando y se vuelven profesionales. Pero incluso, quienes no llegan a formarse formalmente, no dejan de ser personas expertas en las necesidades y soluciones de sus hijos. Por lo que llegan a ser unos aliados muy importantes para orientar las estrategia a emplear con estos chicos en la escuela.

 

Por eso, la Familia y la Escuela en relación a el trato con estudiantes con discapacidad se pueden hacer vasos comunicantes para llevar una tarea común. Creemos, que no se ha aprovechado lo suficiente las aportaciones que pueden hacer las Familias que tienen a sus hijos en la Educación Superior.