Inclusión Educativa en la UAEM - Discapacidad y contexto: 0911 y Centro Médico UAEM

En opinión de Eliseo Guajardo Ramos

Inclusión Educativa en la UAEM - Discapacidad y contexto: 0911 y Centro Médico UAEM

En estos días, charlando con Raquel Jelinek, una profesional de la inclusión educativa desde hace muchos años -ella implementó el primer diplomado en integración educativa en México, desde la Facultad de Psicología de la UNAM-, recordábamos los prolegómenos por los que pasamos en la, entonces, Dirección General de Educación Especial para la reorientación de los servicios con el enfoque de la Integración Educativa. Basada en el derecho a ella, más que en las capacidades que pudieran demostrar los alumnos para tener acceso a la escuela regular. Que es lo que había antes con el Centro de Integración Educativa (COIE). Realizaban diagnósticos para verificar si los alumnos ya tenían las competencias para integrarse y supervisaban “in situ” si se mantenían en la escuela a la que los integraban. Luego, con la reorientación, era un derecho que no dependía del diagnóstico de los “expertos”.

 

Hubo resistencia de los cuerpos técnicos del enfoque médico rehabilitatorio. Porque ellos eran expertos en un servicio segregado y de integración nadie sabía nada. Los primeros que iban sabiendo eran los profesores en servicio, no los técnicos. Por eso a ellos no se les podía confiar la supervisión a la que estaban acostumbrados. Hubo fricciones fuertes, ya que se experimentaba lo que le denominamos “la desprofesionalización docente” de Educación Especial. Recordé cuando organizamos un Seminario sobre Integración Educativa convocando a los maestros regulares de preescolar, primaria y secundaria, que tuvieran alumnos con discapacidad, bajo una “integración espontánea”. De esos alumnos que, incluso, no estaban en la lista y los tenían de “oyentes”, aunque fueran Sordos. Incluso eran alumnos, que, debido a ellos los supervisores les llamaban la atención. Porque según ellos, estos alumnos no pertenecían a la escuela, sino a Educación Especial y debían ser canalizados. Por lo que los ´profesores de las escuelas regulares a los que nos referimos, los mantenían de forma semi clandestina. Con mayor razón decidimos que la sede de dicho Seminario fuera en el Edificio Central de la Secretaría de Educación Pública (SEP) -junto a la Plaza Santo Domingo del centro de la Ciudad de México-. Así, constataban que “su integración” era legítima y ahora, con el reciente Artículo 41 de la primera Ley General de Educación (1993), era también legal.

 

Expusieron, durante 3 días, de ese 1995, uno a uno sus experiencias en el aula. Con el asombro de los profesionales de Educación Especial. Recuerdo que les dijimos a ese cuerpo técnico que se resistía a la integración educativa: “la integración educativa va con o sin Educación Especial”, porque la Escuela Regular ya la ha iniciado desde hace tiempo, como lo pudieron constatar. Las discusiones se hacían interminables a favor y en contra de la integración.

 

Hubo algo que fue decisivo en este dilema técnico. El Formato 0911 de la SEP donde se anotan los alumnos con matrícula de cada profesor, bajo protesta de decir verdad en letra pequeña a pie de página. Este formato 0911 lo llenan en todos los niveles, todos los profesores del sistema educativo nacional (SEN). Ahí apareció que registraras a tus alumnos sin y con discapacidad. Y venía una breve definición de cada una de las discapacidades para que las identificaran. Esto fue decisivo para que todos los profesores del sistema comprobaran que la integración iba en serio y que llegaba para quedarse. La discusión técnica quedó superada por una gestión jurídico-administrativa. Nos sorprendimos del peso que los maestros dan a estos instrumentos.

 

Todo esto me vino a la mente, ahora que estuve en el Comité Tutorial de Mónica Flores Saldaña, tutoranda de la Dra. Alma Janeth Moreno Aguirre, con su Proyecto de investigación para su tesis en la Maestría en Atención a la Diversidad y Educación Inclusiva (MADEI) de la Facultad de Comunicación Humana de la UAEM. Es sobre una evaluación e intervención con el personal del Centro Médico de la Universidad en cuanto a lo sensibilizado y capacitado para dar atención médica a las personas Sordas. El efecto que ha tenido es que el personal sabe que hay estudiantes Sordos y que la UAEM es cada vez más incluyente en lo que se refiere a la población con discapacidad. Que las personas con discapacidad han llegado para quedarse. El Dr. Marcos Capistrán, director de dicho Centro Médico se prepara para que su personal esté capacitado para comunicarse con las personas Sordas. Y con esta experiencia, promoverlo en el ámbito de la Salud en el Estado.

 

Estas acciones de contexto son providenciales para el ambiente de inclusión educativa. Son indirectas a la educación de los alumnos en preparatoria y licenciatura. Pero muy efectivas para hacerse a la idea de que no hay reversa con el tema de la inclusión educativa, al contario. Estas acciones son muy efectivas y demuestran que lo que hay que hacer con las personas con discapacidad, en serio, está en el contexto. Que la Inclusión educativa es también lo extra educativo.