Inclusión educativa en la UAEM - ¿Cambio de paradigma para la inclusión?: en México

En opinión de Eliseo Guajardo Ramos

Inclusión educativa en la UAEM - ¿Cambio de paradigma para la inclusión?: en México

A Paty Medellín, mi amiga regia

 

El paradigma de Thomas Khun aplica muy bien para el comportamiento de la comunidad científica de las ciencias naturales, no aplica para las ciencias humanas. Cuando llegaron las iniciativas internacionales para la inclusión -tanto la integración como la Educación Inclusiva- a los diferentes países, fue un error enfocarlos como “cambio de paradigma”khuniano. Porque si bien un cambio de paradigma en las ciencias naturales se da de una vez y para siempre; por ejemplo, una vez descubierta la Ley de la Relatividad de Einstein ya no se puede seguir razonando con la Ley de la Gravitación Universal de Newton porque quedaron superadas. Los esfuerzos para la inclusión deben ser sostenidos porque si se “baja la guardia”, como puede inducir la idea de paradigma, se regresa a las creencias y tradiciones con arraigo, del pasado inmediato.

 

A veces pienso que en esto del “cambio de paradigma” pasó lo mismo que como las Matemáticas Modernas en los años 60s en E U, que se les bautizó así para que los profesores que se resistieran a enseñar las matemáticas de la Teoría de Conjuntos, sustituyendo a la aritmética, se sintieran antiguos por ese solo hecho. Era una estratagema para esa reforma educativa. Así, lo pensaron quienes se precipitaron al cambio, los que se negaran al nuevo paradigma se sintieran obsoletos y ganar más adeptos a la causa. Estas engañifas siempre resultan un fracaso a la postre.

 

Se ha estudiado y dado seguimiento a las políticas públicas de la inclusión/exclusión en Alemania, por investigadores como Barry Franklin, que han documentado que cuando está en el gobierno el partido socialdemócrata prosperan las políticas de inclusión para la educación de niños y jóvenes con discapacidad; a diferencia, de los tiempos en el gobierno del partido socialcristiano, que vuelven a las políticas de exclusión en la materia.

 

La inclusión en la educación, ya lo decían Seamus Hegarty y Álvaro Marchesi, entre otros, es un tema eminentemente subjetivo ideológico. No es un tema de objetividad científica -positivistamente hablando- como lo invoca la idea de paradigma.

 

El “cambio de paradigma”, en la inclusión, es una idea positivista; existe, en cambio, la transformación del paradigma. Se realiza con base al existente y sigue vigente con menor fuerza o hasta potencial en la ulterior forma fenomenológica que adopte. El enfoque predominante del Modelo Asistencial es, como su nombre lo indica de asistir a la persona con discapacidad; el Modelo Médico, de atender; y el Modelo Social, el del reconocimiento de derechos, fundamentalmente. Por eso en la expresión Atención a la Diversidad y Educación Inclusiva hay vicios de origen. Para empezar, la diversidad no se atiende se reconoce y la educación inclusiva implica la diversidad, sería un pleonasmo referirse así. Son resabios de expresión. No obstante, desde el nivel predominante del reconocimiento se puede, subordinadamente, atender y asistir. Cuando ocurre que el predominio de uno de los enfoques subordinados se pervierte y se retrocede en la inclusión. Por eso no hay cambios definitivos, porque coexisten los enfoques de los Modelos. Lo que explica los retrocesos. Se trata, de un sistema funcional complejo; en otras palabras, es una correlación de fuerzas ideológicas.

 

Recuerdo que en los años 90s para no ser tan pretensiosos, no empleábamos ni el término Modelo, ni paradigma, considerábamos en términos más modestos el concepto operativo de enfoque. Tampoco combatimos la idea de Modelo y paradigma, cual si fueran molinos de viento. Concentramos todo nuestro esfuerzo en subordinar -no tanto eliminar- el Modelo Médico al Social.