Escala de Grises - Noticias nacionales

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - Noticias nacionales

El domingo 24 de enero, el presidente de México declaró (mediante un tuit) ser portador del virus SARS-CoV2. La noticia tuvo miles de reacciones en los primeros minutos y, por supuesto, fue objeto de comentarios que se publicaron en un espectro peculiar:

Personas deseándole la muerte a AMLO, personas deseándole pronta recuperación, personas recordándole sus palabras y acciones [como no ponerse el cubrebocas], personas que le deseaban la muerte a quienes le deseaban la muerte y otros derivados.

En esta ocasión no nos detendremos en particularidades ni en replicar ciertas opiniones. La cuestión principal no está en hacer sentir peor al presidente —que seguro ni me lee— ni vanagloriarme de su enfermedad.

El objetivo de estas letras es recordar que la pandemia y la enfermedad provocada por el virus es mucho más grande que cualquier discurso. La situación es mucho más grave y resulta que “no robar, no decir mentiras y no ser corrupto” no es suficiente para evitar que la prueba salga positiva.

AMLO ha sido insensible, imprudente y hasta cínico con una crisis sanitaria que tiene al mundo entero colapsando, que tiene a las familias del país más vulnerables, que tiene a la economía detenida y a la realidad en una aparente pausa que no se detiene.

Esta es una de las tantas oportunidades que ha tenido la Cuarta Transformación de tomar una postura empática, de generar condiciones sanitarias óptimas, programas institucionales y campañas que demuestren un interés genuino por el pueblo bueno. Disculpe usted si no le parece el momento adecuado para que hable al respecto, pero no podía dejarlo pasar.

 

Carolina

 

Uno de los temas la Escala pasada fue la desaparición de Carolina. El 13 de enero salió de su casa, se dirigió a un banco ubicado en su misma colonia y, durante siete días, no se supo nada más de ella.

Lamentablemente, la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México informó el pasado miércoles que Carolina fue localizada sin vida al interior de su domicilio, en la alcaldía Álvaro Obregón. Las autoridades informaron que el hallazgo pudo realizarse gracias al análisis de cámaras privadas, con resultados negativos: “Lo que permitió establecer que posiblemente la joven se ubicaría en su domicilio”.

La causa de muerte reportada por fue “asfixia por ahorcamiento”. El cuerpo de la estudiante fue localizado en uno de los cuartos, de acuerdo con las autoridades. Hasta el cierre de la columna se desconocía la conclusión del caso. Sin embargo, una de las hipótesis principales sugería un suicidio.

A pesar de que la familia de Carolina no ha emitido ninguna declaración al respecto, la cuenta dedicada a difundir información y a motivar su búsqueda convocó a encender una vela para iluminar el camino de la mujer de 22 años.

Este apartado también es para despedirnos de una mujer más que desaparece y es localizada sin vida. No habrá luz que nos alcance para afrontar la pérdida y el dolor que provocan noticias como esta.

 

Desde la impotencia:

 

Luego de que una de las creadoras de contenido más conocidas en el país diera a conocer su historia de abuso en un video, la opinión pública colocó la noticia como tendencia en Twitter. La youtuber (cuyo nombre no será mencionado en esta columna) denunció haber sido violada [“abusada sexualmente” si usted es del grupo de personas a quienes “no les gusta esa palabra”] por Ricardo González, también creador de contenido.

La cantante compartió su experiencia y explicó cómo sucedieron las cosas, cuál fue su proceso, las razones que tuvo para no denunciar en su momento, la reacción de su círculo cercano y la forma en la que decidió proceder al respecto.

Luego de que su declaración se hiciera viral, las opiniones inundaron la plataforma anteriormente mencionada para diferentes propósitos. El principal, demostrarle su apoyo a una mujer víctima de violencia, hacerle saber que no está sola, que creemos en su palabra y ser sororas con su proceso. Otro, completamente diferente, fue cuestionar su decisión de hablar años después, no denunciar a tiempo, criminalizarla por haber tomado de más y cosas mucho peores.

Tal fue el impacto de la noticia que llegó a los medios nacionales, a uno de los canales más importantes del país y a uno de los programas más vistos en los hogares mexicanos durante las primeras horas del día. En dicho programa, las y los conductores comenzaron a hablar —sin ningún filtro y sin conocimientos mínimos, claro está— solo para juzgar las decisiones de la youtuber:

¿Por qué seguía trabajando con él? ¿Por qué [las mujeres] tienen que tomar hasta ahogarse y no recordar lo que permitieron o no? ¿Por qué siguen en una relación cercana? “No pierdas la conciencia para no llegar a eso” o “Te pueden denunciar por una borrachera de hace dos años” fueron algunos de los principales comentarios realizados por algunas de las figuras públicas que participaron. Lamentable.

Hablar sobre violencia de género, sobre abuso o acoso sexual es difícil, claro. Precisamente por eso no hay que hacerlo desde una burbuja de privilegio, desde cuestiones morales y misóginas que le endilgan la culpa a quien menos la tiene, que dejan al agresor a un lado.

El caso de un abuso sexual fue tomado como chisme, el tema del machismo es abordado por “moda”, por tendencia; pero el fondo es el mismo. Perdóneme que esto se ponga demasiado personal, pero esto lo escribo desde la impotencia, desde la rabia de comprobar, una vez más, que las mujeres son juzgadas, que son criminalizadas por pasarse de copas o por el simple hecho de confiar en un hombre que decía ser su amigo.

¡Qué dañino que esas sean las voces más escuchadas! ¡Qué terror que esa sea la fuente de información de millones de casas a lo largo y ancho del país! ¡Qué peligroso que esa sea una muestra perfecta de la forma en la que piensa la sociedad! ¡Qué tristeza pensar que las mujeres víctimas de violencia escuchen estos comentarios de sus seres queridos!

Algo parece no quedar claro, aun después de tanto tiempo. La culpa jamás será de la víctima. Las preguntas y los reproches están de más. Las víctimas no hablan “cuando quieren”, hablan cuando su proceso se los permite, hablan cuando pueden; no le deben explicaciones a nadie. Y si se esperan 12 años para hablar de sus experiencias es, precisamente, por situaciones como la anterior.

Este caso es el caso de miles de mujeres que deciden contar su historia, exponer a sus agresores y tomar acciones legales al respecto. Esta es una versión corta de los comentarios que las mujeres escuchan por parte de policías, personal de la salud y funcionarios públicos durante las más de 15 horas que tarda el proceso de denuncia en el Ministerio Público.

El alcohol, la ropa, la hora, la compañía, las modificaciones corporales, la profesión, el estado civil y cualquier otra característica de las mujeres es utilizada como justificación para los abusos y la violencia.

 

Aquí el problema no es el alcohol, es el machismo.

arendy.avalos@gmail.com

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