Escala de Grises - La otra historia

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - La otra historia

Con motivo de su primer aniversario como presidente, Andrés Manuel López Obrador dio un informe en el Zócalo de la Ciudad de México para contarle al pueblo sabio (y feliz, que no se nos olvide) sobre sus logros.

Después de los últimos dos eventos que tuvieron como motivo el triunfo de López Obrador [1 de julio y 1er informe de gobierno], las expectativas para el siguiente #AMLOFest estaban en el aire. El evento estuvo amenizado por diversos grupos de música para todos los gustos y, para equilibrar el asunto, un extenso discurso patrocinado por el mandatario.

“Amigas y amigos, el cambio que estamos realizando está a la vista”, comenzó. No perdió la oportunidad de soltar unos cuantos golpes al aire en contra de las administraciones anteriores y echarse tantitas flores porque el propósito de su gobierno es “garantizar el desarrollo del país y el bienestar del pueblo”.

El resumen de los temas que abordó es el siguiente: la corrupción, que ya no hay; el robo de combustible, que ya se redujo; la austeridad, que va muy bien; los apoyos económicos y programas sociales, que… Ahí están; el fortalecimiento del peso frente al dólar, la economía a nivel interno y externo; el aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas; otra vez los programas sociales, educación, un poco de salud y seguridad.

Para abordar este último tópico, el presidente habló de los errores de Felipe Calderón Hinojosa y declaró que “el país padece aún las consecuencias de esa política equivocada”, como introducción de las nuevas estrategias que se están tomando. “Nada vale más que la vida de las personas”, afirmó.

Del mismo modo, habló de la relación que México estableció en los últimos meses con gobiernos como Bolivia, Estados Unidos, Canadá y otros países de Latinoamérica respecto a temas económicos, políticos y migratorios, principalmente.

“¿Cuánto tiempo necesitaremos para consolidar la transformación? Pienso que un año más”, mencionó el presidente para, posteriormente, confirmar que en diciembre del 2020 ya tendremos las bases de una patria nueva. Yo no sé usted qué piense, pero yo ya no le creo mucho en eso de los plazos.

Durante su campaña y en sus primeros meses ocupando la silla presidencial, López Obrador aseguró que los problemas de violencia e inseguridad en el país se resolverían en un plazo máximo de seis meses. Después, a ojo de buen cubero, estableció otro medio año más para demostrarnos que los resultados eran favorables y tampoco hizo bien el cálculo.

Podríamos pensar en este problema como algo superficial, como un error que puede pasar desapercibido si nos hacemos de la vista gorda; sin embargo, este no es el caso. Dar pronósticos sin sustento es un error del que AMLO sigue sin aprender. ¿Qué pasará si, en los próximos meses, los índices de violencia siguen incrementando como hasta el momento? ¿Cuál será el pretexto? ¿De quién será la culpa?

Los “otros datos” ya no son suficientes para justificar las acciones o los dichos de quien encabeza La Cuarta Transformación. Se necesitan fundamentos.

Ya hemos hablado sobre la persistente necesidad que tiene el presidente de ser la otra historia, la otra cara de la moneda. Nos ha demostrado que uno de sus principales objetivos es derribar lo poco o mucho que sus antecesores (los malos, claro) construyeron; pero ¿y después? ¿Qué sigue?

Un país no se construye únicamente con buenos deseos e intenciones de hacer las cosas mejor, tampoco se construye con aplausos y haciendo caso omiso de las críticas. Tal vez, en este tiempo, el presidente pueda detenerse un momento, ver en retrospectiva cuáles han sido sus errores y aciertos para tomar nota y aprender de ellos… Como si fuera Año Nuevo.

 

La lucha es por todas

 

El pasado 20 de noviembre, con los ojos vendados y pañuelos verdes, un grupo de mujeres salió a las calles de Chile para protestar en contra de la violencia de género con un performance denominado “Un violador en tu camino”, creado por el colectivo feminista LasTesis, que critica al Estado, a la sociedad y al sistema judicial.

El video del himno se esparció como pólvora por plataformas como Twitter y Facebook, razón por la que dicho colectivo convocó a mujeres de todo el mundo para sumarse a una protesta y denunciar las agresiones de las que somos testigos todos los días en países como Londres, Colombia, Estados Unidos, Francia y, por supuesto, México.

Exactamente cuatro días después de que las mexicanas se manifestaran en el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, las calles volvieron a teñirse de esmeralda en entidades como Oaxaca, Monterrey, Tampico, Veracruz, Toluca, Guanajuato, Guadalajara, Ecatepec o el lugar más peligroso para ser mujer y la Ciudad de México.

Fue en esta última donde miles de mujeres de todas las edades llegaron a la plancha del Zócalo para enunciar que el feminicidio, la desaparición y la violación nunca son culpa de las víctimas. Ahí radica la importancia y el valor simbólico de este canto: libera a quienes han sido criminalizadas y nombra a los culpables, los señala.

Las réplicas de este movimiento también se viralizaron y, como era de esperarse, los comentarios en redes empezaron a “legitimar” la protesta, que qué bonitas esas mujeres que no rompieron vidrios ni pintaron paredes, que esas sí son formas; pero veamos qué hay en el fondo:

En México son asesinadas 10 mujeres todos los días. Más de la mitad del país cuenta con los focos de la Alerta de Género encendidos. 6 de cada 10 mujeres han sido violentadas de alguna manera por cuestiones de género. Las mujeres son las principales víctimas de delitos sexuales. Más del 80% de las mujeres se sienten inseguras de salir a la calle.

Aquí lo importante no son las paredes. La noticia no deberían ser los modos en los que las mujeres salen a las calles con el único objetivo de que se garanticen todos sus derechos; lo que deberíamos estar discutiendo es cómo vamos a solucionar la impunidad y la violencia.

Seguiremos encontrando formas —válidas todas— para exigirle al Estado mejores resultados, porque la legitimidad de las protestas ya no está a discusión. Seguiremos encontrando fuerza para luchar por nosotras. Seguiremos encontrando voz para gritar justicia por las que ya no están, hasta que no tengamos ni una asesinada más.

 

Para pintas, cantos y sus comentarios:

arendy.avalos@gmail.com

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