Escala de Grises - En el Cielo como en la Tierra

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - En el Cielo como en la Tierra

El día de ayer se dio a conocer que el Tercer Tribunal Colegiado de Quintana Roo tomó la decisión de otorgar un amparo contra la orden de captura de José Kamel Nacif Borge, a quien se señala por el delito de tortura en contra de Lydia Cacho, la periodista que documentó y expuso una red de pornografía, prostitución infantil, corrupción y pederastía que involucraba a empresarios como Nacif y a funcionarios públicos.

El libro titulado “Los Demonios del Edén” fue publicado en el año 2005 y, desde entonces, el caso de la periodista y activista ha quedado a la deriva. A pesar de que en algunos momentos parece que la justicia se vislumbra en el horizonte, huracanes como la exoneración del empresario continúan destruyendo todo el progreso.

Artículo 19 fue la organización responsable de denunciar los hechos, al igual que Lydia Cacho, quien ha continuado informando cualquier mínimo avance o retroceso al respecto a través de plataformas digitales, desde el exilio. Una de las cuestiones señaladas por la periodista fue que, después de la jornada electoral, la magistrada encargada de su caso fue sustituida por alguien más.

En su cuenta de Twitter, la activista compartió que lleva 16 años superando obstáculos de corrupción institucional, atentados en contra de su integridad, amenazas de muerte, juicios y una serie infinita de dificultades con tal de ganar. Sin embargo, la victoria no pudo tocar tierra debido a las magistradas que negaron la verdad jurídica y, de acuerdo con Cacho, se vendieron a la delincuencia organizada.

Y es que resulta un tanto sospechoso que, luego de los significativos avances, se retroceda de un momento a otro 16 años atrás. ¿De quién fue esta decisión”, se preguntó la periodista. De acuerdo con las autoridades correspondientes, lo ocurrido durante el 16 y 17 de diciembre de 2005 (días en los que la periodista fue torturada) no guardan relación alguna con la publicación del libro mencionado.

En abril de este 2021 parecía que todo iba fluyendo de manera correcta y un rayo de esperanza se asomaba para Lydia Cacho, quien ha perseguido su tranquilidad por cada día durante estos 16 años. El Segundo Tribunal Unitario de Quintana Roo negó el amparo para el empresario, quien no se rindió e interpuso un recurso de revisión.

El Tercer Tribunal Colegiado resolvió el caso a favor del empresario acusado de colaborar en delitos como trata de menores y pedofilia. Este lamentable retroceso estuvo en manos de Selina Ahidé Avante Juárez, magistrada ponente, y Graciela Bonilla González, secretaria de tribunal; ambas votaron a favor. El único voto en contra fue del magistrado Jorge Mercado Mejía.

La decisión de las magistradas en cuestión se basó en la valoración de las conversaciones entre Mario Marín, quien fuera gobernador de Puebla, y Kamel Nacif. A pesar de que el mismo “góber precioso” asegura haberle dado un “coscorrón” a Lydia, el Tribunal dijo que no, que la afirmación era un tanto “vaga y genérica”. ¿Sí habrán escuchado la conversación correcta? Porque, no sé usted, pero a mí no me suena muy genérico y tampoco creo que esas palabras sean coincidencia.

Sin embargo, parece que la justicia es una ciencia exacta cuyas variables son la corrupción y la negligencia. De acuerdo con las magistradas, ante la falta de precisión no puede asegurarse que el empresario o el gobernador están hablando de Lydia Cacho. Probablemente hablaban de otra mujer a la que habían torturado y violentado, pero nada más.

Esta decisión no solo es la prueba de la falta de memoria existente en el sistema de justicia de Quintana Roo (y de México). Lamentablemente, la resolución implica arrebatar la responsabilidad del empresario y los funcionarios involucrados para depositarla únicamente en los policías que trasladaron a la periodista de Quintana Roo a Puebla.

A pesar de que la misma Lydia Cacho posee información respecto a la cantidad de dinero que recibieron las magistradas para fallar en favor de Kamel Nacif, parece que el futuro del caso es muy poco alentador para quienes hemos seguido el llamado #CasoLydiaCacho desde hace años, especialmente para la misma periodista.

Los océanos y diluvios sorteados durante más de quince años parecen haber sido en vano, aunque esta no sería la primera vez. Sabemos que Lydia Cacho ha asegurado que ella no se rendirá y nos queda claro; sin embargo, el Estado que debería estar luchando por ella parece haber desaparecido.

Mientras el presidente de la República anuncia que invertirá 50 mil millones de pesos a la Guardia Nacional, en México están ocurriendo situaciones que requieren de verdadera atención no solo por parte de los medios de comunicación, sino también de las instituciones y de las mismas autoridades responsables de que el caso de Lydia llegue a últimas consecuencias.

Cada vez que decido abordar el tema me parece importante recordárselo: Un país que no protege a sus periodistas no puede proteger a nadie y el caso de Lydia Cacho es una pequeña muestra de ello. Además, cabe aclarar que esto no se trata solo de la periodista, sino de los casos que documentó, de los casos que no salieron a la luz y de los muchos tantos que podrían evitarse si las grietas en el sistema de justicia mexicano no hubieran terminado de quebrarlo por completo.

De muy poco sirvió que el Gobierno de México emitiera una disculpa a la periodista en 2019 y reconociera las omisiones del Estado (violación del derecho a la libertad de expresión, detención arbitraria, tortura, violencia y discriminación de género e impunidad y corrupción por parte de las autoridades) si después de dos años continúan perpetrando los mismos errores.

Lydia Cacho, así como todas las personas dedicadas al periodismo que han perdido la vida o la libertad por contar la verdad, merecen justicia; pero parece que los demonios pueden estar en todos los lugares, que tienen las llaves tanto del Cielo como de la Tierra y que no planean regresar al Infierno.

La verdad nadie se la roba:

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