Escala de Grises - El nueve, ninguna se mueve

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - El nueve, ninguna se mueve

Luego de los feminicidios mediatizados de Íngrid Escamilla y Fátima Cecilia, la semana pasada, colectivas y mujeres feministas lanzaron la convocatoria #UnDíaSinNosotras. La idea consiste en que las mujeres y niñas no realicen actividades laborales o escolares, no hagan ninguna compra y no salgan a la calle el 9 de marzo.

Aunado a esto, con la imagen creada por la colectiva Brujas del Mar, usuarias de Twitter han promovido —como alternativa para quienes no puedan evitar salir de sus casas— utilizar prendas de color morado y no publicar nada en sus redes durante ese día.

Los motivos principales detrás del lema que le da título a esta columna son protestar en contra de la[s] violencia[s] de género, denunciar la inacción del gobierno, reconocer la pluralidad de feminismos y visibilizar el grado de participación y acción que tienen las mujeres en el espacio público: Sin nosotras, la sociedad no funciona.

La propuesta se viralizó en plataformas como Facebook e Instagram y fue retomada por personajes públicos, actores políticos, empresas, universidades, organizaciones sociales y diversas instituciones. Hasta ahí, usted podría pensar que todo está bien; pero no es así. Le cuento.

Derivado de la respuesta que tuvo la convocatoria, se crearon y difundieron otras tantas que, por supuesto, no tenían nada que ver con el fondo de la causa; sino por lo que alcanzaron a entender de esta. Propuestas como #UnDíaMásConNosotras o #UnDíaSinHombres ocuparon gran parte del día la sección de tendencias; pero eso es lo de menos.

Según la titular de la Función Pública, sería mejor convocar a un paro de hombres; pues las mujeres que permanecieran en sus casas estarían “tentadas a lavar platos y arreglar la ropa”. Después de ser cuestionada por la periodista Lydia Cacho, Irma Eréndira Sandoval argumentó que su declaración era una ironía “para llamar la atención de lo retrógrada de una convocatoria que invita a las mujeres a escondernos en el espacio privado”.

Por otra parte, de acuerdo con el presidente, aunque las mujeres son libres de manifestarse, la derecha es la encargada de promover este tipo de protestas; con el propósito de afectar a los gobiernos progresistas. Empero, aseguró que no habrá ningún tipo de represalia para aquellas que forman parte de su gobierno y quieran participar.

Aunque el movimiento no tiene vínculo alguno con grupos o partidos de derecha, es cierto que el oportunismo político se está colando por todas las rendijas. Partidos conservadores como Movimiento Ciudadano, PVEM, el PRI y hasta el PAN están promoviendo la manifestación y pronunciándose a favor de ella. ¿Sabrán que esas mismas mujeres feministas que convocaron al Paro Nacional de Mujeres —al que ellos ya se sumaron— también están a favor del aborto o de la garantía de los derechos humanos, en general? Pregunto.

Como si lo sucedido con los ‘partidos neoliberales’ no fuera suficiente, a las empresas también se les está cayendo el evento. En Twitter, se han difundido casos de mujeres que argumentan haber sido despedidas luego de denunciar acoso por parte de sus jefes o sus compañeros de trabajo.

En movimientos como el que se está organizando, la coherencia es parte fundamental. A las mujeres nos sirve de muy poco que nos den “permiso” de manifestarnos o que se solidaricen con la protesta si dentro de las instalaciones, en la cotidianidad, se siguen encubriendo el machismo y la desigualdad.

 

Deudas

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) aseguran que las mujeres representan un poco más de la mitad de la población total en el país, 40% de la fuerza laboral, 77% de la fuerza laboral doméstica no remunerada y 54% de la carga total del trabajo.

Tan solo un día sin que las mujeres realizaran sus actividades cotidianas podría traducirse en pérdidas que sobrepasan los 25 mil millones de pesos. Lo anterior, debido a que las mujeres ocupan espacio en los sectores económicos más importantes: comercio, servicios, manufactura.

Ni hablar de la equivalencia que tiene el trabajo invisible que realizan las mujeres dentro del hogar: el aseo de la casa, lavar ropa, plancharla, cocinar, educar a sus hijas e hijos con todo lo que esto implica, etc. Si durante el 2018 se hubiera pagado a las mujeres esas actividades, el monto sería mayor a los 4 billones de pesos.

Tal vez, trasladar la ausencia de las mujeres al sector económico pueda funcionar como un indicador de la relevancia que este sector tiene dentro de la sociedad. Sin embargo, si trasladáramos también la ausencia de todas las asesinadas y las desaparecidas, el Estado tendría que pagarnos muchísimo más de lo que ya nos debe.

 

La recomendación: La fosa de agua de Lydiette Carrión. Una investigación exhaustiva sobre 10 feminicidios en el Estado de México que comenzaron del mismo modo, con la desaparición de adolescentes que tenían toda la intención de regresar a sus casas. Este libro retrata la negligencia del Estado y logra que el horror no quede en el olvido.

Si paramos nosotras, para el mundo:

arendy.avalos@gmail.com

@Arendy_Avalos en Twitter