Escala de Grises - Ciudad de contrastes

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - Ciudad de contrastes

La tercera ola de contagios por Covid-19 en el país se volvió oficial desde hace unas tres semanas, cuando el perfil de la población en riesgo cambió y las personas mayores de 60 años en el hospital pasaron a ser sustituidas por las personas de 18 a 39 años; es decir, aquellas que no habían sido inmunizadas contra el virus SARS-CoV-2.

Como le mencioné en la Escala pasada, los contagios tienen múltiples razones de ser, pues las fuentes de transmisión pueden estar en cualquier lugar de la ciudad en la que usted se encuentre. Pueden estar en el transporte público, en las oficinas, en nuestra propia casa y, en el caso de la Ciudad de México, pueden estar tanto en Tepito como en la colonia Roma, el centro de Coyoacán, el Centro Histórico o el lugar de su preferencia.

Esto es un hecho y en este principio se basaba la petición por parte de las autoridades a nivel internacional de permanecer en casa, cumplir con el confinamiento (si teníamos el privilegio de hacerlo), apoyar el consumo local, no permanecer en bares o restaurantes después de cierta hora (porque los virus se van a dormir temprano), entre otras tantas que ya conoce.

Sin embargo, parece que durante los últimos días algunos medios de comunicación (El Universal empezó y luego siguieron todos los demás) han decidido que solo se puede juzgar a aquellas personas que pertenecen a los barrios menos privilegiados de la sociedad. El pasado fin de semana una serie de personas se reunió en los locales conocidos como “chelerías” de Tepito, un lugar de la CDMX con diferentes problemáticas sociales que también resulta ser famoso por la venta de cervezas preparadas.

Según la información compartida a través de plataformas digitales, un grupo de 40 personas se encontraba en un pequeño local, mientras esperaba que su pedido estuviera listo o simplemente disfrutaba de la música que amenizaba el ambiente. El reggaetón sonaba a todo volumen y les asistentes no pudieron resistirse a seguir el ritmo con sus cuerpos. ¿Sin medidas sanitarias? Por supuesto. Como también ocurre en algunos de los bares más exclusivos de la ciudad.

La diferencia está en que ninguno de esos lugares se volvió noticia ni tendencia el pasado domingo, cuando se decidió afirmar que a las personas en Tepito “no les importaba” la situación por la que estaba atravesando el país. ¿La indiferencia tiene código postal? Perdón, no sabía.

Sobre el tema, Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de la Ciudad de México, anunció que sí hay una zona de vigilancia, pero que de todos modos se investigaría lo ocurrido. “Se entiende que los jóvenes quieran tener espacios de difusión, pero tenemos que fortalecer las campañas de difusión”, aseguró.

Después de insinuar que se aceleraría el proceso de vacunación y de decir que las consecuencias de lo sucedido en Tepito se reflejaría en los números de contagios durante las próximas semanas, el gobierno de la Ciudad de México también anunció que los antros de la Ciudad de México podrían comenzar a reactivarse. Espérese tantito, eso no es lo mejor de todo.

En una conferencia de prensa, la mandataria informó que la Agencia Digital de Innovación Pública (ADIP), la Secretaría de Desarrollo Económico y las personas pertenecientes a dicho sector continúan trabajando en un esquema que permita la reapertura de estos espacios.

Aunque los detalles al respecto se conocerán hasta el día viernes, Claudia Sheinbaum adelantó que se pretende aceptar el acceso de personas que ya hayan recibido la vacuna contra el virus o aquella que presenten los resultados (negativos, por supuesto) de una prueba PCR, como ocurre en los aeropuertos. ¡Hágame el favor!

A pesar de que a primera vista podría parecer una estrategia ganadora, la solución a nuestros problemas de esparcimiento nocturno y la esperanza que necesitábamos después de año y medio en nuestras casas [o no], tomémonos un momentito (así, en diminutivo) para analizar lo que implica esto.

Durante el corto tiempo que la Ciudad de México pretendió permanecer en semáforo epidemiológico color verde, a algunas empresas les pareció una excelente idea que el personal regresara a sus actividades. Eso sí, con mucho cubrebocas, mucho gel antibacterial y mucho protocolo.

En esas mismas oficinas, con las medidas de sanidad recomendadas, se reportaron contagios (en plural) y el esquema de trabajo pasó de presencial a distancia. Así es. Esto ocurrió en oficinas, un lugar en el que las personas [desafortunadamen… Nocierto] no consumen bebidas alcohólicas a la menor provocación ni cantan a gritos las canciones que suenan a todo volumen y mucho menos intercambian besos con les desconocides que se encuentran de repente.

¿En serio es una buena estrategia pretender revisar el certificado de vacunación y la prueba negativa de Covid-19? ¿No hay lugares conocidos por permitir el ingreso de personas menores de edad porque ni siquiera se toman la molestia de verificar las identificaciones en la puerta? ¿Es momento de preocuparnos por regresar a los antros? Nada más pregunto, pero cada quien. Como siempre.

Respecto a la actitud, la responsabilidad y la moral usted podrá tener la opinión que más le convenga, ese no es el tema de esta columna. Lo que busco evidenciar en esta ocasión son las continuas contradicciones en los discursos oficiales que, por una parte, anuncian una investigación por una aglomeración y, por otra, anuncian que la ciudad podría regresar a la “vida nocturna”.

Además, otro de los puntos importantes a destacar es la [continua] estigmatización (por parte de medios de comunicación, instituciones y opinión pública) de un lugar que ha sido señalado con base en problemas sistemáticos como la violencia, la delincuencia, la pobreza y las adicciones en contraste con los ojos invisibles que no juzgan a las personas que deciden hacer exactamente lo mismo en colonias gentrificadas o en “Cuerna”, “Aca”, “San Mike”, Vallarta o Tulum.

Independientemente del equipo que usted decida apoyar, recordemos que las vacunas, independientemente del laboratorio o la ubicación geográfica, tienen como fin principal evitar los síntomas graves o la muerte en caso de contraer el virus. No vuelven a nadie invencible y tampoco es una excusa para salir a la calle sin cubrebocas. ¿Son el principal medio para combatir la pandemia? Sin lugar a dudas. ¿Pueden usarse como excusa para pretender que aquí nada pasó? La respuesta la dejo a su consideración. 

¿Una chelita?

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