Entre la vocación médica y las secuelas del covid-19

La doctora Luciana Alcaraz narra su experiencia salvando vidas, la propia y la de los suyos
Reconoce el miedo en el ambiente, entre sus compañeros, cuando aumenta el contagio del personal

Entre la vocación médica y las secuelas del covid-19
“Ser madre y doctora en tiempos de covid-19 es vivir con miedo todos los días. Si me preguntan cómo son mis días, sólo les puedo decir que la ansiedad y el miedo están al tope, pero no me rindo; nací para salvar vidas, para ayudar”, dice la doctora Luciana Alcaraz Calderón, mientras las lágrimas salen por sus ojos.
Entre la vocación médica y las secuelas del covid-19

“Ser madre y doctora en tiempos de covid-19 es vivir con miedo todos los días. Si me preguntan cómo son mis días, sólo les puedo decir que la ansiedad y el miedo están al tope, pero no me rindo; nací para salvar vidas, para ayudar”, dice la doctora Luciana Alcaraz Calderón, mientras las lágrimas salen por sus ojos.

La especialista en medina en general, es una sobreviviente al virus, un paciente la contagió de covid-19 y su vida cambió, pues permaneció aislada aproximadamente 52 días porque se complicó su estado de salud.

Para ella, el mayor sufrimiento fue cuando sus tres hijos y esposo se contagiaron. La doctora Luciana es madre de unos gemelos de 10 años de edad y un adolescente de 12.

“Cuando me contagié, tuve miedo de morir, pensé en que no quería contagiar a mis hijos, los alejé de mi por 15 días, tuve que distanciarlos de mí; no verlos fue una angustia. En la casa hice cambios para evitar contagiarlos, pero el virus es tan contagioso que mi familia completa enfermó”, narra con la voz entrecortada.

Agrega: “tuve miedo de regresar a trabajar, aparte de la neumonía, se me inflamó el hígado por tanto medicamento me dio hepatitis; cuando me tuve que reincorporar me invadió el miedo, la angustia de volver a contagiarme, a reinfectarme”.

Actualmente ella forma parte de la cadena de apoyo para contener la pandemia del covid-19 en el Hospital General “José G. Parres”, de Cuernavaca. De lunes a domingo se enfrenta al virus en la primera línea de batalla en el nosocomio de esta capital y en el ISSSTE, del municipio de Emiliano Zapata.

“La pandemia nos vino a complicar aún más nuestra vida diaria, pero hay que aprender a vivir con el virus que llegó para quedarse y hay que aprender a vivir con él”.

Además, asegura que el miedo que siente en el ambiente, entre sus compañeros y más cuando aumenta el contagio en el personal de salud y los fallecimientos de médicos y enfermeras.

 “Siento angustia y miedo cuando nos enteramos que los compañeros se contagian, todos los días en el país, en el mundo mueren médicos y nosotros somos los que los atendemos medicamente, entonces un día ya no va a ver personal de salud para atender y hay gente que no cree, y lo que creen han relajado las medidas de protección, mientras los casos van en aumento, andan como si nada en las calles sin cubrebocas”.