Elecciones 2021, temporada de pragmatismo y ausencia de ideologías.

En opinión de Aura Hernández

Elecciones 2021, temporada de pragmatismo y ausencia de ideologías.

La lucha por el reconocimiento, la disposición a arriesgar la propia vida por una meta puramente abstracta, la lucha ideológica a nivel mundial que requería audacia, coraje, imaginación e idealismo se verá reemplazada por el cálculo económico (...)

Francis Fukuyama, en el Fin de la historia.

 

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            

Cuando el ex presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, se encontraba en la cúspide de su popularidad, cuando era uno de los líderes más respetados y su país se posicionaba en el mundo como una potencia emergente, la activista brasileña Sonia Ribeiro, solía decirme que no estaba de acuerdo en todo lo que el gobierno de Lula tuvo que ceder en términos ideológicos para conseguir ese éxito sin precedentes.

Ella misma era una activista de izquierda que llegó a México huyendo de la dictadura militar que se instauró en su país de 1964 hasta 1985, y era también una entusiasta simpatizante del ex obrero metalúrgico que llevó al Partido del Trabajo (PT) a ganar la presidencia de su país y a instaurar un gobierno de izquierda, con sus matices. 

A Sonia le disgustaba ese pragmatismo ideológico que parecía contrariar un proyecto progresista acariciado por años de lucha, en aras de la viabilidad política del régimen que encabezó primero Lula y después la ex guerrillera Dilma Ruseff. El tiempo le dio la razón a Riveiro, pues los gobiernos de Lula y Dilma fueron víctimas de su propio éxito, y de su pragmatismo diría yo.

No sobra decir que Sonia Ribeiro, fue una pionera en México de los estudios sobre derechos humanos y salud y vivió, hasta su muerte, una vida coherente en Cuernavaca, empecinada hasta el cansancio por hacer viable el reconocimiento del derecho a la salud como un derecho humano y de eso dejó muchísimas evidencias.

Hoy me parece trascendente recordar a Riveiro y su legado de coherencia expresadas en su crítica hacia un personaje político al que admiraba, porque nuestro país se encuentra, en términos políticos en un parteaguas que podría resultar, si todo va bien, en un nuevo paradigma para la vida pública, o bien convertirse en una trampa democrática, Y como Sísifo con la piedra, tendríamos que empujar otra vez, y otra vez y otra vez para seguir en el intento infinito de reconquistarla.

México vivió en los últimos años un proceso político fuera de serie, un movimiento que surgió como producto del desprendimiento de un partido que se autodenomina de izquierda, que logró institucionalizarse y ganar la presidencia de la República, la mayoría del congreso federal y prácticamente la mayoría de los puesto políticos que se disputaron en el 2018, todo, en menos de cinco años. Esa evolución no podría explicarse sin la tozudez, la perseverancia, el trabajo comunitario y el conocimiento del país de un líder carismático como lo es hasta la fecha el actual presidente de la República.

Para el proceso electoral que se llevará a cabo este año es posible que, a pesar de sus militantes, Morena repita la hazaña de 2018, pero podría también ser víctima de su propio éxito, pues por lo menos en Morelos, las concesiones que ha hecho le pasarán una costosa factura.

Víctima de su propio éxito, en Morelos Morena arrasó prácticamente en las elecciones de 2018 y sin embargo no pudo influir en la agenda pública en los últimos casi tres años y en muchos casos debido a la inconsistencia ideológica de sus representantes.

Este año, a medida que se acercan las elecciones intermedias de 2021, la lucha entre facciones se incrementó y la muy loable resistencia de sus bases para rechazar una coalición con el PES, que le imponía entre otras candidaturas la de Jorge Argüelles en Cuernavaca, perdió toda credibilidad cuando su dirigencia abrió la puerta a precandidaturas como la de Amado Orihuela.

Ante este panorama quedan para documentar la congruencia, las precandidaturas de Mario Rojas Alba y Sergio Pichardo Jaramillo, por su raigambre y tradición entre la izquierda histórica de Morelos.

Pero las incongruencias ideológicas no son privativas de Morena, las ha mostrado el PAN con su alianza a nivel federal con partidos con una plataforma ideológica no sólo diferente, sino opuesta a sus principios como lo son el PRI y el PRD en su afán de conquistar la mayoría parlamentaria que socave la hegemonía de Morena. Pero, ¿qué país, qué estado  o qué municipio imaginan dirigir si llegan al poder?

En el estado de Morelos es posible que la candidatura ciudadana del abogado José Luis Uriostegui Salgado, logre rescatar al cascarón en que se convirtió el PAN en los últimos tiempos bajo una dirigencia sin arraigo, muy lejos del partido con identidad ideológica que distinguió al blanquiazul en la entidad, esté uno de acuerdo o no con su plataforma.

Como Eva de la costilla de Adán, del propio PAN surgió un nuevo partido político local que posiblemente pudiera mellar su clientela política, por lo menos por el conocimiento del estado que tienen sus principales cabezas, Sergio Estrada Cajigal y Javier Bolaños, si es que algo aprendieron a su paso por el poder. Por ello, el fiel de la balanza podría ser el candidato Uriostegui Salgado quien es un personaje conocido en Cuernavaca y en Morelos.

Volviendo a la entrañable Sonia Ribeiro convendría cuestionarnos y votar en congruencia, sobre ¿qué proyecto político nos ofrecerán los diferentes candidatos que a final de cuentas nos presenten los partidos políticos? Al momento de votar ¿qué deberíamos privilegiar el perfil del candidato o una plataforma política que se supone no está sujeta a agendas personales, sino que garantiza a la ciudadanía un proyecto político consistente?

Si los políticos profesionales por naturaleza no pueden ser congruentes, quienes los llevamos al poder sí podemos serlo. De otra forma estaremos dando la razón a Fukuyama.