El tercer ojo - Una pequeña digresión sobre la epidemia y pandemia del covid-19. A propósito de la publicación del documento ¨la gestión de la pandemia en México: Análisis preliminar y recomendaciones urgentes¨

En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara

El tercer ojo -  Una pequeña digresión sobre la epidemia y pandemia del covid-19. A propósito de la publicación del documento ¨la gestión de la pandemia en México: Análisis preliminar y recomendaciones urgentes¨

Amables lectores que me siguen, a lo largo de las tres precedentes colaboraciones de El Tercer Ojo hemos expuesto una serie de datos, crudos y fríos, que la CEPAL ha presentado en varios documentos, a lo largo de los últimos tres meses, para mostrar un pronóstico, desalentador y dramático, para todos y cada uno de los países de nuestra América Latina.

 

Debo resaltar el hecho de que me proponía mostrar, en la cuarta parte de esta serie, las propuestas que buscan mitigar, al menos, las consecuencias que se anuncian en los diversos ámbitos de nuestra vida socio-cultural, económica-política y, desde luego, en el campo de las políticas públicas en educación y salud.

 

Considerando que la publicación y difusión mediática de este documento ha provocado diversas olas de interés y especulación, me propongo compartir con ustedes algunas reflexiones derivadas de mi análisis.

 

Entremos pues en materia.

 

Desde un principio, el documento firmado por seis ex secretarios de salud de los gobiernos anteriores al que ahora gestiona el infierno que vivimos –Javier Sicilia Dixit—, todos ellos integrantes de los cuatro últimos gobiernos emanados del PRI y del PAN y que gestionaron las políticas públicas de salud en México los últimos veinte años, expresan sin tapujos:

 

Como no podía ser de otro modo, en ese tiempo su agenda (la de ellos y quienes los promueven) dio prioridad a la principal crisis sanitaria y económica que haya vivido nuestro país (sin precisar desde hace cuánto tiempo hablan), y aquí presenta un fruto decisivo: una evaluación amplia y comprehensiva acerca de la actuación gubernamental durante la pandemia”. (Subrayados míos).

 

Asimismo, manifiestan quienes firman el documento, omitiendo una larga historia epidemiológica y sanitaria de más de veinte siglos, que:

 

En ningún otro momento en la historia del mundo la humanidad había atravesado por una experiencia social tan incierta y ajena a todo precedente (Sic) (Subrayado mío). La globalización del virus sars-CoV-2, su contagio vertiginoso y su letalidad han distorsionado las condiciones de vida y de la sociedad en casi todo el planeta. El desconocimiento de sus ciclos y de la forma en que la enfermedad agrede a la biología humana (y cómo altera la vida social) son los factores que reclaman nuestra máxima atención, los mayores cuidados y los que no permiten vislumbrar una salida pronta y amplia.

 

Y rematan sin pudor alguno:

 

Partimos de una constatación: la sociedad mexicana no ha recibido aún el balance riguroso de lo que hasta ahora ha hecho su gobierno, a más de 150 días de la pandemia y luego de 65 000 muertes reconocidas y causadas por ella, más una cantidad adicional que posiblemente triplica esas cifras. (No tengo la menor duda de que esta afirmación es especulativa porque no aportan información, con evidencias, que sustente su afirmación). Contamos con documentos, presentaciones y cifras útiles, pero no con una visión de conjunto que logre retratar, así sea de manera aproximada, la evolución de la epidemia, su expansión real, su ubicación regional, la forma en que se ha movido entre la población mexicana y su trayectoria previsible para finales de 2020.

 

Partamos de la premisa, por demás indiscutible, hasta ahora, que:

 

Por definición, durante el curso de una pandemia nunca se cuenta con información suficiente. Es así porque un agente nuevo produce la enfermedad también nueva y nos coloca en una circunstancia de carácter inédito: los seres humanos nunca se han enfrentado con ese mal y no conocen sus características esenciales ni su forma de propagación.

 

En virtud de ello, es admisible que, según la siguiente premisa:

 

(…) En una epidemia es necesario tomar decisiones con información limitada, reconocer patrones sobre la marcha y establecer supuestos lógicos acerca de lo que es posible y probable. En otras palabras: se debe trabajar con hipótesis sobre enfermedades parecidas y conocidas, con previsiones basadas en la evidencia disponible, intentando una amplia captación de datos y un ordenamiento riguroso de ellos, así como la construcción de modelos epidemiológicos técnicamente válidos.

 

A partir de aquí pareciera que la estrategia de seguimiento, coordinación y comunicación social de las políticas orientadas hacia la mitigación, primero, luego al conocimiento, y después al control de los contagios, fue errónea, según los firmantes del documento.

 

Parece que, sabedores ellos de lo que se habla, pues fungieron como encargados del sistema de salud nacional que llevamos recorrido a lo largo del siglo XXI, se “dan cuenta”, a medio año de iniciada la epidemia y pandemia en México, que las autoridades en turno no solo erraron la estrategia, sino que tiene una responsabilidad política, ética y moral a este respecto.

 

No manifiesta, sin embargo, que ellos tienen una gran parte de la responsabilidad (política, ética y moral) a este respecto.

 

Indudablemente ello no exime a la autoridad responsable de ahora, de las acciones, actividades y tareas que han mostrado no únicamente yerros, sino tambien, irresponsabilidades al respecto.

 

Pensar, como suelen hacerlo los unos y los otros, que es un asunto a tratar por “los expertos” merece una reflexión profunda; las relaciones de dominio-subordinación entre “expertos” e “ignorantes” o “novatos” es algo que debe tratarse con seriedad y profundidad.

 

Ninguna “estrategia” o “tácticas”, a lo largo de la historia de la humanidad, al margen de los pueblos, comunidades y sociedad, en general, ha sido exitosa.

 

Pese a que los “expertos” recomienden una seria de programas y de acciones “fundadas en evidencias científicas”, fuera de la participación activa y comprometida de la sociedad en general, de los pueblos y comunidades que conforman la sociedad, estarán condenadas al fracaso.

 

Siempre, hasta ahora, quienes se creen poseedores de la verdad, del conocimiento y de las decisiones, han desconsiderado al resto de nuestras comunidades.

 

Ahí se encuentra una de las grandes debilidades de los sesudos “análisis” que nos “presentan”.

 

Nada de nosotros sin nosotros.

 

Otro asunto que refieren es el que se relaciona con los actos de autoridad (autoritarios y dictatoriales), clara muestra del “estilo de trabajo” que caracterizó a sus gobiernos y que, por cierto, no es ajeno al presente. Pese a los esfuerzos de algunos por encubrirlo. (Continuará).