El Tercer Ojo - Un giro más a la tuerca del covid-19

En opinión de J. Enrique Álvarez Alcántara

El Tercer Ojo - Un giro más a la tuerca del covid-19

Hemos llegado en esta hora y día del año 2020, en México, a las espeluznantes cifras de un millón 140 mil casos positivos de COVID-19 y una mortalidad de 108 mil fallecidos por tal razón, según los datos estadísticos oficiales de las autoridades encargadas de contener y controlar la epidemia.

 

La distribución por entidades federativas muestra, a su vez, que la Ciudad de México, Estado de México, Nuevo León, Guanajuato y Sonora concentran casi la mitad de la positividad y mortalidad; tan sólo estos estados concentran las cantidades de 511 mil 867 casos y 41, 979 óbitos.

 

En esta hora y era, los primeros lugares en las tasas y frecuencias de morbilidad y mortalidad en nuestra nación son ocupados por el COVID-19. Y no digo la primera porque la violencia estructural (asesinatos, secuestros, “desapariciones forzadas”, ejecuciones o feminicidios) se halla en la misma cúspide.

 

En el mundo entero las cifras no son más halagüeñas; 65 millones 400 mil casos positivos y un millón y medio de fallecidos por esta calamidad, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dan cuenta de la magnitud de una tragedia devenida no únicamente de la presencia del Coronavirus.

 

Debemos contemplar, como “caldo de cultivo” favorable para ello, políticas de privatización de los sistemas de salud en la mayoría de las naciones del orbe, una competencia voraz prexistente entre las diversas industrias químico-farmacéuticas (competencia que concentró monopólicamente la investigación, producción, distribución y registro de patentes de medicamentos y diversos recursos para los sistemas de salud), recursos tecnológicos biomédicos en pocas empresas que también se disputan la posesión de las ganancias por la producción y distribución de tecnología en los ámbitos biomédicos, la depauperación de los sistemas públicos de salud y de formación de profesionales de la salud, la corrupción e impunidad de quienes “administraban” los sistemas sanitarios públicos, etcétera.

 

Políticas de afrontamiento de la presencia del COVID-19, tanto en sentido de comunicación social, como en una reducción a estrategias biomédicas aisladas y divorciadas de recursos psicosociales y comunitarios, hasta ahora erradas, que no han podido impactar favorablemente en la contención y reducción de los efectos de la presencia de la epidemia y pandemia.

 

Los números son fríos.

 

Las estadísticas nos dan muestra de magnitudes, proporciones, frecuencias, distribuciones porcentuales y nada más.

 

El carácter superlativo y dramático de esta epidemia y pandemia cobran vida humana cuando los números comienzan a adquirir rostros, nombres, apellidos, lágrimas, llantos, miedos, dolor, melancolía, tristeza, ira, impotencia, desesperanza, y montados todos ellos, cual “Jinetes Apocalípticos”, cual si fuesen “Heraldos Negros”, se trasladan hasta encontrarse con los huérfanos, viudos o viudas, desgajados de su núcleo familiar, sobrevivientes al dolor de la pérdida, dolientes y dolidos, desesperados, qué sé yo.

 

Y todos ellos, siendo muchos más que los números porque “el todo es diferente a la suma de sus partes”, porque “cuando los miedos se juntan” nada queda y, cuando nada queda, nada habrá ya que perderse, o tal vez sí, las lágrimas, los llantos, el miedo, el dolor, la melancolía, la tristeza, la ira, la impotencia, y la desesperanza que aterrizan y paralizan.

 

Entonces, sólo entonces, poseyendo únicamente los sueños, esperanzas, expectativas, intenciones y compromisos, se sabrá que de no tomar en nuestras manos la responsabilidad de diseñar e instrumentar un programa de contención y reducción de la epidemia; de construir un programa de mediano y largo plazo para nuestra nación que no se halle en las manos e intenciones de caudillos, mesías, líderes o charlatanes; de conducir por nosotros mismos los proyectos, programas y acciones que respondan a la preservación de la vida, con paz, justicia y dignidad.

 

Cuando “los miedos se junten”, comenzarán a temblar quienes mienten y quienes tratan de impedir que seamos nosotros aquellos que estamos dispuestos a contener, reducir y construir un país como debiera ser gracias a la fuerza de nuestra imaginación.

 

Entonces, sólo entonces, verán que los números sirven de poco, que no bastará con querer domar la epidemia; entonces, sólo entonces, tratarán de domarnos a nosotros porque los números y estadísticas de poco les habrán sido útiles.

 

Y, nosotros, los que no somos los “ellos” de siempre, nos daremos cuenta que comenzamos a ser, nuevamente, “nosotros”; no “yo”, ni “tú”, ni “él”; lisa y llanamente nos redescubriremos como “nosotros”.

 

Siempre, invariable e inexorablemente, “nosotros” somos los únicos responsables de que las calamidades cesen. Nadie más que “nosotros” tiene la responsabilidad histórica de retomar en sus manos esta cuestión. “Ellos”, los “ellos” de siempre, están pensando en las elecciones, las alianzas, las campañas, los adeptos, los engaños…

 

Entonces, sólo entonces, sabremos que “nosotros, los de entonces, ya no somos los de entonces”.

 

“Que no lo sepan los agazapados; que todo quede entre la noche y tu silencio”.