El tercer ojo - Cuestiones sobre la salud mental y atención psicosocial en esta coyuntura.

En opinión de J. Enrique Álvarez Alcántara

El tercer ojo -  Cuestiones sobre la salud mental y atención psicosocial en esta coyuntura.

 

La Organización Panamericana de la Salud (OPS), a través de su Unidad de Salud Mental y Uso de Sustancias, publicó en el año 2016, un documento cuyo título es: “Protección de la Salud Mental y Atención Psicosocial en Situaciones de Epidemias”.

 

En este documento la OPS expone una serie de ideas y sugerencias para comprender, explicarnos y organizar las acciones orientadas hacia este ámbito de la dinámica sociocultural.

 

Entre otras informaciones importantes muestra que:

 

  • El brote de Ebola que comenzó en Guinea en marzo de 2014 no sólo causó más de 27,000 casos y más de 11,000 muertes en África occidental, sino que también dejó miles de supervivientes, huérfanos, familiares, personal sanitario y otros trabajadores de apoyo que podrían requerir atención de salud mental y apoyo psicosocial.
  • Entre las muchas experiencias discutidas sobre las intervenciones psicosociales en el caso de brotes de Ebola en África se señalan: a) la necesidad de involucrar a comunidades antes, durante y después de la epidemia; b) invertir en la formación y supervisión de trabajadores para el apoyo psicosocial y de salud mental; c) mejorar la atención a los huérfanos y otros niños afectados; y d) integrar las intervenciones psicosociales y de salud mental en el marco de referencia de salud pública.
  • Muchos de los problemas que afligen a las personas en situaciones de epidemias, tienen su origen en el miedo en sus múltiples expresiones. Estudios realizados han identificado que hasta más del 80% de las personas, en circunstancias de cercanía evidente al peligro, expresan manifestaciones sintomáticas de angustia e incluso pánico.
  • La atención psicosocial y de salud mental en situaciones de epidemias está basada en los mismos principios comunes que sustentan las actuaciones en desastres y otras emergencias humanitarias.
  • Las epidemias son emergencias sanitarias de gran impacto, en las que se ve amenazada la vida de muchas personas y pueden causar cantidades significativas de enfermos y muertos; el temor al contagio agrava la situación existente. Por lo general, quedan amenazadas la seguridad y funcionamiento normal de la comunidad. El impacto psicosocial puede exceder la capacidad de manejo de la población afectada; se estima un incremento de la incidencia de trastornos mentales y manifestaciones emocionales, de acuerdo a la magnitud de la epidemia y el grado de vulnerabilidad de la población. Sin embargo, al igual que en otras emergencias humanitarias, no todas las condiciones mentales que se presenten podrán calificarse como enfermedades; muchas serán reacciones normales ante una situación anormal.
  • La gente frecuentemente no entiende o no está de acuerdo con la información y valoraciones proporcionadas por autoridades y técnicos; por lo tanto, no resulta sorprendente que la percepción y valoración del riesgo cambie de un grupo a otro. Se han definido en la percepción del riesgo numerosos factores de indignación. Una aproximación apropiada a la problemática de salud mental implica la comprensión de la percepción del riesgo por la población y los factores que generan molestia/indignación. Y,
  • Es necesario reconocer las diferencias de vulnerabilidad de los distintos grupos poblacionales, en especial las relacionadas con el género, la edad, y el nivel socio-económico. El impacto en la salud mental de una epidemia, generalmente, es más marcado en las poblaciones que viven en condiciones precarias, poseen escasos recursos y tienen limitado acceso a los servicios sociales y de salud. Existen también riesgos de origen ocupacional, tal como los propios miembros de los equipos de respuesta que trabajan en la emergencia (incluidos los trabajadores de las morgues). En general, los grupos más vulnerables son los que han tenido mayores pérdidas y tienen dificultades para reconstruir sus vidas y red de apoyo social después de la epidemia”. (OPS, 2016).

 

Ahora bien, ustedes podrán preguntarse, amables lectores; ¿Pero a qué viene este asunto cuando dadas las circunstancias que ahora afrontamos (tales como las de las implicaciones directas del virus y sus consecuencias en la salud y la vida, así como las de las estrategias de “Susana Distancia”, del Distanciamiento Físico, el aislamiento o reclusión dentro de los hogares, así como la “otra epidemia” la de la abrumadora existencia de información contradictoria, etc) nos demanda estrategias y acciones para prevenir y evitar, hasta donde ello sea posible, los contagios masivos de la enfermedad por el COVID-19 y evitar colapsar el sistema de salud flacoy débil que el neoliberalismo nos ha dejado?

 

Pareciera que la tradición de la organización y la toma de decisiones ante eventos de esta naturaleza sugiere “atender lo urgente y no lo fundamental”.

 

Es evidente que la estrategia determinada por el Gobierno de México, bajo la égida de este supuesto, ha omitido (sin tener la certeza de si es por demarcación, por una priorización de objetivos, tareas y acciones, o lisa y llanamente por incapacidad de previsión de tales consecuencias) tanto las tareas para la atención psicosocial así como la consideración de la salud mental en situaciones de epidemias.

 

Mucho menos ha observado o considerado la importancia de la realización de estas dos tareas (la atención psicosocial y la atención a la salud mental en situaciones de epidemias) bajo el principio de la Intervención basada en la comunidad.

 

Como hemos podido ver, las acciones se han reducido a llevar psiquiatras a las Conferencias Diarias del Sr. Subsecretario Hugo López Gatell y presentar “Manuales” elaborados bajo los principios y supuestos de una psiquiatría hospitalaria.

 

Aún carecemos de una información transparente sobre estas dos acciones en los huérfanos, viudos y viudas, padres que perdieron a sus hijos, personas sin empleo, sobrevivientes de la enfermedad, comunidades y, los propios trabajadores (que no super héroes) de la salud, más allá de la visión hospitalaria y más acá del trabajo psicosocial y no únicamente psicopatológico.