El Tercer Ojo - Breve historia de la medicina y de la relación médico-paciente (vigésima parte)

En opinión de J. Enrique Álvarez Alcántara

El Tercer Ojo - Breve historia de la medicina y de la relación médico-paciente (vigésima parte)

Siguiendo con este asunto de la circulación sanguínea, con base en los datos aportados por Steve Parker, en su Libro Medicina, La Historia Visual Definitiva, fue Miguel Cervet anatomista español, quien precisó la descripción sobre la circulación pulmonar, del médico árabe Al-Nafis, en su Chistianismi restitutio (restitución del cristianismo). Algunos años después, según refiere el mismo Parker, el anatomista italiano Renaldus Columbus, en De re anatomica, apoyó la idea de la circulación pulmonar y describió las contracciones cardiacas que impulsan la sangre a las arterias.

 

Más tarde, hacia el año de 1569, el médico italiano Andrea Cesalpino concluyó que: “las venas llevan la sangre al corazón, donde alcanza su última perfección y, habiéndola adquirido, es transportada por las arterias al resto del cuerpo” (citado por Steve Parker).

 

Fue en el año de 1628 cuando William Harvey explicó el sistema de circulación doble que hoy es ampliamente conocido.

 

En De motu cordis presentó la idea de una circulación pulmonar impulsada desde el lado derecho del corazón al izquierdo pasando por los pulmones, y de una circulación sistémica impulsada por el lado izquierdo del corazón hacia todo el cuerpo y de vuelta al lado derecho” (Steve Parker).

 

Teniendo como único recurso de interpretación su propio conocimiento e hipótesis, pues no disponía de recursos técnicos que le permitieran observar y extraer sus conclusiones, dedujo lo siguiente: “la sangre pasa por los pulmones y el corazón gracias al pulso de los ventrículos y (…) es enviada al resto del cuerpo y (…) vuelve a través de venas pequeñas a las más grandes (…) de donde llega a (…) la oreja (aurícula) del corazón” (Steve Parker).

 

Como podemos inferir, queridos lectores, las experiencias de Vesalius, Paré, el descubrimiento de la anestesia por inhalación, así como el descubrimiento y demostración de la doble circulación sanguínea favorecieron el desarrollo de la cirugía, pese a ello, aún restaba otra barrera, el descubrimiento de los antibióticos.

 

La tendencia de las heridas a infectarse –y sobre todo de las incisiones en la carne durante las operaciones quirúrgicas— causó muchas muertes en la era premoderna. Joseph Lister halló la solución, el uso de los antisépticos, a mediados del siglo XIX y el índice de muertes postoperatorias se redujo drásticamente” (Steve Parker).

 

Como presentamos en la colaboración anterior, dedicada al Rey de Francia, Enrique II, los médicos sabían muy bien que las heridas que se infectan producen pus. Ésta “sepsis” o putrefacción de la carne era prácticamente imposible de tratar, de tal manera que muchos médicos llegaron a la conclusión de que ésta era parte del proceso de la curación, a pesar de que muchos de los pacientes morían.

 

Desde Hipócrates ya se habían realizado procedimientos que les permitieran combatir este fenómeno, para ello recomendabaempapar los vendajes con vino y vinagre.

 

No se conocieron nuevos avances al respecto hasta que en el año de 1812 el químico francés Bernard Courtois descubrió el yodo. Más tarde, hacia el año 1879, el microbiólogo francés Charles Chamberlant inventó el autoclave para esterilizar los instrumentos quirúrgicos. Algunos años antes, en 1847,IgnazSemmelweis impuso el régimen riguroso del lavado de manos con agua clorada.

 

Este breve recorrido que hemos hecho, sobre la antisepsia, recuperado de Steve Parker, nos permite reconocer que, la “verdadera causa” de las infecciones no se comprendía aún, pues se tenía la creencia peregrina, según se observa, de que las infecciones provenían de “vapores tóxicos en el aire” (miasmas); en virtud de ello, parecía obvio que las estrategias antisépticas eran el camino a seguir.

 

Quizás hasta la década de 1850-1860, cuando Louis Pasteur demostró que los responsables de tales procesos infecciosos eran microorganismos (hoy microbios o bacterias) que se introducían en las heridas y no vapores tóxicos, se dio el primer paso para llegar al descubrimiento de los antibióticos.

 

Según refiere Michael C. Gerald en su libro, La Historia de los Medicamentos: “El hallazgo de la penicilina G marcó el inicio de la era de los antibióticos (…) no sorprende que la penicilina esté considerada por muchos (incluido Michael C. Gerald) como el fármaco más importante jamás descubierto”. (Continuará)