El Tercer Ojo - Breve historia de la medicina y de la relación médico-paciente (vigésima novena parte)

En opinión de J. Enrique Álvarez Alcántara

El Tercer Ojo - Breve historia de la medicina y de la relación médico-paciente (vigésima novena parte)

 

Hacia los orígenes y desarrollo de la psiquiatría, neurología y neuropsicología

 

Una vez que describimos los fundamentos “científicos” e ideológicos que influyeron al Nacionalsocialismo, y toda vez que esclarecimos que las ideas de la eugenesia y la eutanasia no son originarias del pensamiento e ideología Nacionalsocialista, sino que estos ya circulaban como moneda de curso en la mayoría de los países de Europa y Estados Unidos, desde comienzos del siglo XX, quiero introducir, ahora sí, en la manera como fueron cristalizando en la teoría y práctica de la psiquiatría nazi para el aseguramiento de la construcción, en las nuevas generaciones, de un “espíritu social”.

 

Según expresa Edith Sheffer en el libro que citamos la colaboración anterior, “En la Alemania Nazi, los psiquiatras infantiles comenzaron a notar características similares al distanciamiento social que la Clínica de Educación Curativa en Viena había señalado en niños durante la década de 1930, pero describieron estos rasgos en términos mucho más duros e hicieron que se percibieran como más problemáticos en la sociedad (…) El Estado Nazi apuntaba, sobre todo, a crear un Volk espiritualmente unido, fuerte y racialmente puro, lo que significaba educar a los niños para que fueran devotos al régimen, inquebrantables y físicamente superiores (…) Demandaban que los niños tuvieran la capacidad de experimentar un sentido de pertenencia nacional, lo que el régimen buscó inculcar por medio de organizaciones colectivas. Como Hitler describió en un discurso ‘estos jóvenes no tienen que aprender otra cosa más que pensar como alemanes y actuar como alemanes’”.

 

Como podemos apreciar, amables lectores, el Tercer Reich se proponía formar el espíritu alemán controlando la educación infantil con la idea expresada en un texto que propagaba la idea esencial de Hitler: “Queremos/que el volk sea obediente, / ¡y deben entrenarse para la obediencia! (…) / deben aprender a ser fuertes, / a asumir las dificultades/ sin nunca quebrarse.”.

 

Pues bien, este pensamiento sustentó las “nuevas” ideas de la psiquiatría infantil, bajo las cuales, se consideró que en cantidades importantes de jóvenes inconformes se observaban estructuras de personalidad que los hacían comportarse como ‘asociales’ o ‘irreformables’ debido a factores ‘exógenos’; es decir, una crianza y un ambiente desfavorable. Asimismo, también sugirieron que en otros casos la falta de integración de los jóvenes es generada por factores ‘endógenos’, o sea, a supuestos defectos de origen, de naturaleza biológica o mental.

 

Con base en ésta básica taxonomía, la psiquiatría nazi consideró que los niños con problemas de origen exógeno podían ser ‘corregidos’, internándolos en instituciones como campos de trabajo o reformatorios; mientras que, por el contrario, quienes eran considerados como niños con problemas de orígenes ‘endógeno’ bien podrían ser internados de forma indefinida o, condenados a morir en el programa de Eutanasia Infantil, en el programa del Tercer Reich.

 

Pues bien, la psiquiatría infantil nazi se encargó de realizar los procesos de diagnóstico de los niños ‘asociales’ e ‘irreformables’, de modo tal que, de manera consciente o no, se encargaron de operar, en principio, el sistema de exterminio nazi.

 

Ahora bien, vale la pena preguntarse: ¿De qué conceptos o categorías, se valió ésta para fundamentar su práctica clínica?

 

En principio, no tengo duda de ello, el paradigma bajo en cual los profesionales de la psiquiatría realizaron sus diagnósticos se fundó en la categoría de Gemüt, término alemán que utilizaban para expresar sus ideas con respecto a la ‘identidad social’.

 

Como expresa Edith Sheffer: “Para los pensadores nazis, Gemüt se refería a la capacidad fundamental de formar lazos profundos con otras personas. Tuvo connotaciones físicas y sociales; el ‘buen Gemüt’ era esencial para el valor propio del individuo como para la salud del Volk”.

 

Como podemos apreciar, el Gemüt, como objeto referido por dicho término, fue la base central de la ‘caracterología’, de la psiquiatría nazi, porque representaba una cualidad totalizante que conectaba sentimiento, experiencia, consciencia y carácter. El Gemüt fue un concepto central para los psiquiatras que se especializaron en criminología. (Continuará)