El Tercer Ojo - Breve historia de la medicina y de la relación médico-paciente (Séptima Parte)

En opinión de J. Enrique Álvarez Alcántara

El Tercer Ojo - Breve historia de la medicina y de la relación médico-paciente (Séptima Parte)

Siguiendo con nuestra exposición ahora abordaremos los orígenes y el desarrollo de la medicina en nuestra América Latina, antes del “descubrimiento del nuevo mundo”.

Como bien expresaba José Carlos Mariátegui en su Ensayo Sobre la Realidad Económica, de sus Siete Ensayos Sobre la Realidad Peruana, que la realidad del Perú –y agregamos nosotros, de nuestra América Latina— puede escindirse en dos momentos; antes de la Conquista y a partir de la Conquista. Antes de la Conquista, escribe Mariátegui, existía una organización de la economía, de la convivencia colectiva e individual, de la educación, había lenguas que se utilizaban, religiones, arquitectura, cultura y prácticas médicas reconocidas.

 

A partir de la Conquista, más que ser enriquecidas éstas, fueron demonizadas y sustituidas por las del conquistador.

 

Desde que Paul Kirchof, a principios de 1940, denominó Mesoamérica a la región que abarca desde el área central de lo que hoy es México hasta Costa Rica, se reconoce como una región geográfica y cultural separada de la región de lo que hoy es México hacia el norte, a la cual denominó Aridoamérica. Asimismo, en Sudamérica, teniendo como eje central lo que hoy es Perú y, en su momento de mayor esplendor, abarcó territorios desde el sur de Colombia y Ecuador, pasando por los Andes y el Altiplano de Perú y Bolivia, llegando hasta el norte y parte de la zona central de Chile y el noroeste de Argentina. A esta región se le conoce como la Región Andina.

 

Antes de la Conquista las regiones mesoamericana e Inca fueron el asiento geográfico y territorial, histórico y cultural, lingüístico y político-económico de los tres grandes imperios más importantes de la época; a saber: el imperio Azteca y el Imperio Maya en la región mesoamericana y, en la región andina el imperio Inca.

 

¿Es acaso impensable que estas tres grandes culturas e imperios, antes de la Conquista, no tuvieran nociones, conocimientos y prácticas relacionadas con la medicina? La respuesta parece obvia: ¡pero claro que las tenían!

 

Por ejemplo, diversas técnicas y prácticas, así como diversos tipos de relaciones han sido halladas entre los pueblos mesoamericanos e Inca. Eran hábiles, se dice, para tratamientos de las piezas dentales, a las cuales podían sustituir o remplazar.

Algunos pueblos mesoamericanos realizaban trepanaciones de las cuales hay evidencias relativas de éxito, pues los bordes de los cráneos presentan ciertos arreglos, razón por la cual se piensa que los pacientes sujetos a dicha cirugía sobrevivieron varios meses o años después de su realización. Se sabe que aplicaban técnicas como las sangrías, las cuales realizaban punzando las venas con espinas de maguey. Los baños de asiento también resultaron populares sobre todo para las enfermedades ano-rectales. Es muy reconocido que entre los aztecas se utilizaban los baños termales o Temazcales para relajar los músculos contracturados y para tratar enfermedades de la piel.

 

Por otro lado, el uso de las plantas con fines medicinales era ampliamente promovido. Se sabe, por ejemplo, que Moctezuma II mandó construir un herbario en Oaxtepec, en el actual estado de Morelos.

 

Tenían médicos especializados en diversos trastornos. Las mujeres, por ejemplo, jugaron un papel primordial en la medicina azteca, particularmente en la obstetricia, las parteras tenían un papel importante en la sociedad y eran consideradas con una categoría semejante a la de un guerrero.

 

Tratándose del diagnóstico clínico, pudieron describir tres enfermedades, el Mal del Pinto, la Leshmaniasis y la Fiebre Amarilla, además de algunos trastornos psiquiátricos.

 

La información que recién he presentado proviene del Códice de la Cruz-Badiano originalmente denominado Libellus de Medicinalibus IndorumHerbis (Libeli de las Hierbas Medicinales de las Indias), escrito hacia 1552 por el indígena xochimilca Martín de la Cruz, y traducido al latín por otro indígena llamado Juan Badiano. He ahí el origen del nombre que lleva dicho códice. (Continuará)