El Tercer Ojo - ¿Abordajes médicos o psicológicos?

En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara

El Tercer Ojo - ¿Abordajes médicos o psicológicos?

A: Jesús Ramírez-Bermúdez

Muy recientemente el Dr. Jesús Ramírez-Bermúdez (15/07/22) publicó un artículo cuyo título es el mismo que elegí para esta colaboración —debo admitir, imprecisamente—, en el suplemento El cultural, del diario La Razón; una vez que hube leído el breve texto me permití difundirlo en mis redes sociales —Facebook, Twitter y Telegram— manifestando que me parecía interesante para la reflexión y, con cierta dosis de osadía, asumí el compromiso de publicar otro breve escrito, con el mismo título, y con el objetivo de abundar sobre el objeto de análisis, bajo mi punto de vista. Pacta sunt servanda.

En el trabajo referido el Dr. Ramírez-Bermúdez expresa que muy recientemente recibió “la invitación de colegas españoles a participar en un debate titulado: ‘¿Psicología o psiquiatría?’”, invitación que aceptó asumiéndose representante de la medicina psiquiátrica.

Palabras más, palabras menos, asumió una postura equilibrada y expresó: “(…) pero no creo que éstala medicina psiquiátrica— y la psicología deban estar en una relación de oposición o confrontación. Al contrario, creo que no necesitamos elegir entre ambas disciplinas, sino preguntarnos: ¿cómo lograr que la colaboración entre ellas sea más útil y fértil para ayudar a quienes buscan atención clínica, y generar un conocimiento válido y relevante?

Trataré de ser, como hubiera expresado Arturo, el vate, en El brindis del bohemio, bueno, breve y sustancioso y para ello acudiré al formato de tesis numeradas, como hubiera escrito sus textos Roque Luis Ludojosqui.

1. Si realizamos un esbozo historiográfico al respecto, no podemos menos que admitir que las prácticas médicas —particularmente la psiquiátrica y neurológica o neuropatológica— preceden, con mucho tiempo, a las prácticas consideradas de carácter o naturaleza psicológica; por lo menos un siglo les separa como disciplinas del conocimiento científico o como prácticas profesionales. Durante los siglos XVIII y XIX las primeras era reconocidas como tales, mientras que la segunda comienza su proceso emancipador hacia la segunda mitad del siglo XIX. Es este el mismo entorno bajo el cual surgen tanto la práctica como la teoría psicoanalítica o el psicoanálisis.

2. Desde sus orígenes, la psicología hubo aspirado a diferenciarse nítidamente de la medicina psiquiátrica, neurológica o neuropatológica, así como también de la fisiología como otra rama de la medicina y, naturalmente, aspiró a precisar su objeto de análisis, la metodología que le permitiera el abordaje de dicho objeto, así como también los niveles de análisis que pudieran realizar en torno a dicho objeto de estudio.

3. Es aquí donde encontramos el quid de la esencia de la “Crisis estructural de la psicología”, desde sus orígenes, y es aquí donde nos hallamos aún empantanados en devaneos y debates sobre el carácter, naturaleza y expresión del psiquismo, la psiquis o lo psicológico y, desde luego, la aproximación metodológica que asegure el conocimiento del fenómeno psicológico.

4. Bajo este último supuesto, nos es dable asumir que más que un desarrollo amplio y diverso de la psicología a lo largo de más de 150 años, nos hallamos antes un galimatías que presenta términos, categorías, conceptos, representaciones que aparecen a lo largo de su trayectoria y que suelen ser inconmensurables entre sí, mutuamente excluyentes, antitéticos y que refieren objetos —materiales o simbólicos— muy diversos.

5. De este modo hablamos de “conciencia”, “inconsciente”, “cognición”, “conducta”, “reflejo”, “impulso”, “cerebro”, “experiencia”, etcétera, y cada usuario de tales términos se refiere y representa eventos o estados o estructuras diferentes y, lo más grave, todas ellas bajo una categoría que las incluye borrando lo que subyace a cada una de tales palabras; a saber: psicología.

6. Tanto las prácticas médicas —dentro de los ámbitos de la psiquiatría, neurología o neuropatología— como la psicológica —tratándose de la psicología denominada clínica o psicoterapéutica, o neuropsicológica— abordan un objeto de interés particular —trátese del ser humano doliente en sentido psicológico, psicopatológico o neuropsicológico— y se enfrentan ante una circunstancia anfibológica o escurridiza que, por su carácter, naturaleza y dinámica, contiene el fenómeno psíquico, el encéfalo, las condiciones materiales, históricas y culturales de existencia, así como los sistemas de redes de relaciones que el sujeto de la actividad psicológica en cuestión mantiene como sistema de su existencia y vivencias.

7. Los niveles de análisis y aproximación de cada una de las disciplinas y prácticas aquí enunciadas, como es comprensible, pueden abordar el mismo objeto de análisis aportando desde su nivel de análisis experiencias y saberes que sistémicamente hablando contribuyan al mejoramiento de las condiciones y calidad de vida de quienes buscan la atención profesional a las problemáticas que se proponen afrontar exitosamente.

8. Por lo que he expuesto a modo de tesis, el problema no se encuentra en la respuesta a la interrogante que dio pie a esta colaboración, sino en replantear la pregunta. Muchas veces el problema a resolver está en la pregunta y hay que replantear o cambiar ésta.