El reto de los 23.

En opinión de Aura Hernández

El reto de los 23.

“En épocas de votaciones se ve aquellos que un automóvil negro deja en la puerta y en la puerta después recoge, cumpliendo el deber cívico de quien ocupa el asiento de atrás”

 

José Saramago en Ensayo sobre la Lucidez.

¿Qué significa para la ciudadanía en el estado de Morelos el suceso inédito de seleccionar, de entre casi 8 mil  600 candidaturas, a sus representantes para el Congreso local, las presidencias, las sindicaturas y las regidurías en los municipios? A eso habrá que agregarle las candidaturas para las diputaciones federales.

Ayer 19 de abril, los casi 9 mil candidatos y candidatas de  23 partidos políticos del estado de Morelos iniciaron sus campañas electorales en busca de lograr que el voto ciudadano los favorezca para ocupar cargos en 20 diputaciones locales, 33 presidencias, 33 sindicaturas y 153 regidurías municipales. Lo que significa un reto enorme no solo para los órganos electorales, si no para la ciudadanía en su conjunto.

En este mismo espacio ya nos hemos referido a las inconveniencias que para las personas comunes, tiene ejercer sus derechos políticos en un contexto de la pulverización del voto. Y hemos señalado también quienes serán los beneficiarios de este voto dividido, que no es ni de cerca una radiografía de la sociedad, sino una representación del desplazamiento de los políticos tradicionales.

Históricamente en México siempre los ciudadanos de a pie nos la hemos arreglado sin los políticos, que rara vez caminan de lado de las personas comunes. Por lo que considero que las características de esta elección tan “sui géneris”, no representa los niveles de politización de las personas. Por lo tanto, eso espero, muchos se quedarán en el camino y la singularidad de esta  elección quedará para el anecdotario.

También hemos dicho aquí que otra de las características del proceso electoral que empezó ayer, es su pragmatismo y la ausencia de ideologías. Pues a reserva de los partidos más tradicionales que, supuestamente tienen una definición ideológica, la mayoría de los partidos políticos que irrumpieron en la escena pública, son casi franquicias personales o de grupos de interés que buscan alguna forma de incidir en las decisiones políticas.

Ahora no se discute que un partido sea de derechas, de izquierdas o de centro, o socialdemócrata, etc, etc, sino quién está detrás, ya sea desde líderes sindicales, políticos en desgracia y hasta personajes que no tienen todas las de la Ley consigo.

Ahora seremos testigos, en las redes sociales que es dónde se jugará ahora el juego de la política, de campañas en las que políticos de izquierda estén en partidos de derecha, de famosos contratados para ganar ratings o a cambio de colocar en un puesto político a familiares, de funcionarios o funcionarias seducidos por la “magia” del poder, de políticos resucitados, en fin que a gama es muy amplia. Lo que nos faltará es cabeza para entender esta maraña.

Es evidente que estas no son las mejores condiciones para ir a una elección, aunque sin duda el voto duro de algunos partidos está definido y poco se moverá. Pero, es innegable que tanta dispersión dificulta el ejercicio de nuestros derechos políticos frente a la naciente vida democrática y las expectativas que sobre ella se crearon en el 2018.

Ese es el reto de los 23 partidos políticos y de los casi 9 mil ciudadanos protagonistas del próximo 6 de junio.