El periplo de las vacunas en Cuernavaca o como vacunarse y no desistir en el intento.

En opinión de Aura Hernández

El periplo de las vacunas en Cuernavaca o como vacunarse y no desistir en el intento.

El tumulto despliega sus propuestas estéticas y la ciudad popular entrega sus rituales.

Carlos Monsiváis en Los rituales del caos.

 

La semana pasada el proceso de vacunación de las personas  de 50 a 59 años de edad en Cuernavaca, puso a prueba la resistencia de este segmento de la población, frente a la desorganización y el caos que se vivió con motivo de la asistencia masiva de lo que las autoridades sanitarias llamaron “turismo de las vacunas”.

Pero también, fueron las propias autoridades sanitarias quienes tuvieron que enfrentarse a lo que yo llamaría “el regionalismo de  las vacunas”. Durante dos días seguidos, y contraviniendo el principio de la aplicación universal a la vacunación, los habitantes de distintos rumbos de la ciudad bloquearon calles y avenidas en distintos puntos para protestar por la aplicación de los biológicos a personas que no habitan el municipio de Cuernavaca.

Aun cuando de entrada, las autoridades habían anunciado que se aplicaría un promedio de 38 mil vacunas de Pfizer Biontech en centros de vacunación de la ciudad, ante el caos generado, el número de dosis aplicadas ascendió a 52 mil en tres dìas.También fueron insuficientes.

y es que muchas personas a las que no le correspondía la inmunización “se brincaron lo fila” y de ahí, parte del desorden. Frente a ello, los responsables de la vacunación en Morelos, anunciaron que próximamente se abrirán nuevas fechas para la vacunación en la Ciudad. Hasta hoy, eso no ha ocurrido.

Pero, ¿de dónde devino el caos que puso de cabeza la capital de Morelos los días de vacunación contra Covid 19?

Según yo, la razón primera fue el hartazgo que ha originado el confinamiento en un segmento de la población que en su mayoría está en edad productiva. Una colectividad que ha padecido un alto índice de fallecimientos y que en términos generales no se considera población vulnerable y que por ende se encuentra haciendo su vida laboral prácticamente de manera normal.

Otra fuente del caos, como ya lo hemos señalado en este espacio, es el incremento significativo de la población flotante desde el año pasado, originado por el trabajo a distancia que ha vuelto atractiva la vida en Morelos, para muchos habitantes de las grandes urbes como ciudad de México o Puebla.

Personas que decidieron hacer su vivienda permanente en la entidad, cuando antes sólo la visitaban los fines de semana o en periodos vacacionales. Ellos también demandaron la inmunización en Cuernavaca.

Otro elemento que incidió en el desorden fueron los rumores y noticias falsas sobre el “prestigio” de la efectividad de las diversas vacunas adquiridas por el gobierno mexicano alimentado en las redes sociales, incluso por actores políticos como fue el caso de la polémica generada con la vacuna Sputnik V. o con la de Aztra Zeneca.

El caso opuesto a las anteriores sería la vacuna Pfizer Biontech a la que, incluso, los críticos del plan de vacunación gubernamental prefieren aplicarse o incluso han acudido a EU para inmunizarse cuando su capacidad económica se lo permite.

Pero sin duda, el factor más relevante en el caos que vimos la semana pasada, fue la inacción gubernamental. Salvo las brigadas que estaban en los espacios de vacunación, las autoridades locales no se vieron mucho, hasta que iniciaron los bloqueos de calles. Una vez más fue la ciudadanía la que se organizó en la calle luego de 6 u hasta 8 horas de hacer filas para ingresar a los lugares de aplicación.

Puede entenderse que para las autoridades sanitarias de Morelos resulte complicado contrarrestar los dos primeros puntos de incidencia del caos aquí señalados. La demanda de vacunación de la población flotante siempre será un imponderable, lo mismo que la proliferación de noticias falsas y prejuicios sobre la efectividad de las vacunas-

Pero nunca serán imponderables la organización de la población que está en la calle esperando la inmunización. Tampoco lo es propiciar condiciones mínimas para la espera con dignidad y sin riesgos para la salud. Menos lo es gestionar ante las autoridades federales el abasto suficiente de los biológicos, ni tampoco hacer las programaciones y proyecciones correctas para establecer los centros de vacunación.

Tampoco es un imponderable agilizar el tráfico en la ciudad, y sobre todo mantener informada a la población sobre las condiciones en las que se realiza vacunación, etc., etc. Hay experiencias exitosas cercanas que muchos añoramos durante las horas de espera.

Esperemos a ver que esa experiencia sirva de aprendizaje a las autoridades en el largo camino que nos falta andar en en la aplicación de las vacunas.