De la libertad al libertinaje y de la abundancia al despilfarro

En opinión de José María Román Román

De la libertad al libertinaje y de la abundancia al despilfarro

La sociedad mexicana transitó de la dictadura del PRI a la libertad de la alternancia del poder, de la escasez de recursos a la abundancia tanto en los municipios como en los gobiernos estatales. Cansados de la alternancia,  decepcionados, añoramos al PRI y retomamos su liderazgo. Hartos de sus excesos y de que todos no fallaran, oímos a las voces expriístas que hablaban de un nuevo esquema social, de nuevas promesas, de nuevos horizontes donde la austeridad y la racionalidad fueran la premisa del actuar del gobierno en todas sus facetas: pasamos a la 4t y con ese concepto involucramos en el mismo ideal al estado de Morelos.

A prácticamente un año de los eventos el rumbo no parece ser lo que nos dijeron, no parece tener el brillo que prometieron. A la fecha, no somos ni una ni otra cosa, sino todo lo contrario como dijera un político del viejo PRI. Es que hemos visto como los hechos nos confirman que las cosas o el estado de cosas siguen peor en materia de manifestaciones públicas. Todos sabemos y queremos la libertad de expresión y todos tenemos derecho a ejercerla pero hay un límite que la propia ley establece y reglamenta en cuanto a su uso. El límite es el derecho de los terceros, derecho que a la fecha es totalmente vulnerado en perjuicio de la sociedad y del desarrollo económico de los propios ciudadanos beneficiados de esa libertad. Hay un síndrome que a la fecha y desde 1968 ha impregnado las venas del poder en México y no se atreven en las esferas del gobierno tanto estatal, federal o municipal a enfrentar esta realidad que causa perjuicio al ciudadano. Las consecuencias están a la vista, de la libertad hemos pasado impunemente en grupos anarquistas al libertinaje, a la destrucción, al caos. Pero no tan solo a la destrucción de las cosas públicas sino de la de los particulares e incluso de los bienes históricos nacionales. A la vista de la policía se hacen las cosas y nada pasa y esto acontece en todas partes, es como unas maldición que se agrega a la ya deteriorada condición económica de los emprendedores, de los pequeños y medianos empresarios porque además de sufrir el acoso de la delincuencia, ahora se agrega una tercera vía que es la amenaza del gobierno de convertir en delincuente un simple proceso de falta administrativa en la cuestión de los impuestos. Estamos retrocediendo peligrosamente y vemos como la inversión escasea por temor al delincuente y por miedo al propio gobierno, sumado al temor de los anarquistas o de los que se dicen anarquistas y que impunemente destruyen la propiedad y los bienes de los ciudadanos.

No quiere el gobierno de ninguno de los niveles tocar el juramento de hacer cumplir las leyes que juraron hacer cuando tomaron las riendas del poder, traen el trauma en la sangre y prefieren omitir cumplir con su obligación aplicando la ley y permiten que los anarquistas de todos los grupos que protestan destruyan, tomen camiones, invadan vías de comunicación antes que detenerlos o impedirles que ejecuten estas acciones en contra de los terceros, en contra de las personas que tienen necesidades de ir a una cita, a una audiencia y a la atención de alguna enfermedad grave. Es el síndrome de lo absurdo pero ahí está. El PRI nos enseñó el orden y para eso nos impuso una dictadura sin necesidad de serlo, pero la impuso. Cuando en 1968 se reprime al movimiento sucede después un fenómeno contrario: se deja hacer, se deja pasar no importando el precio de la destrucción o de los excesos. La consecuencia la tenemos a la vista, no hay inversión, no hay desarrollo, no hay empleo y lentamente, entre la delincuencia y el acoso fiscal nos estamos quedando sin los medios necesarios para ofrecer el mediano desarrollo que permita a la gente tener una forma honesta de vivir.

Este fenómeno del libertinaje pasó como una maldición a la administración pública y de la sensatez y prudencia  con que se gastaba el dinero público las administraciones de los gobiernos municipales y estatales pasaron al exceso, al despilfarro, al compadrazgo y a las componendas. Se emplearon y se emplean los dinero del contribuyente en engrosar la burocracia, en dorar las pensiones, en darle empleos que no se requieren pero que si contribuyen al triunfo de su partido y de su corriente política. Es la política de grupo dominando al interés social, es la desgracia no tan solo del propio gobierno en sus diversos niveles sino del perjuicio de la obra pública tan necesaria para el desarrollo. Es por eso que solo en Morelos se hable de que faltan más de 1000 millones de pesos para cumplir los municipios con sus obligaciones laborales en diversos juicios. Son irracionales e incongruentes los funcionarios de todos los niveles porque no hablan de ahorrar, de eficiente el dinero de las contribuciones sino de pedir más como ya lo hizo al congreso estatal el Presidente de Jojutla y el de Jiutepec y los recientes viajes de varios presidentes municipales al congreso federal para lo mismo. Estamos tan mal en la administración pública que ni siquiera sirve acusarlos con sus madres y con sus abuelitas, como dijera ya saben quién, creo que no tienen y …¡les vale!